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La enfermedad COVID-19 deja planteadas todas las dudas e incertidumbres respecto a la lucha por la hegemonía mundial, sabiendo que las consecuencias ya la empezamos a vivir: recesión económica mundial, que se expresa en nuestro país en disminución importante de los fondos previsionales, paralización progresiva de sectores importantes de la economía, caída del empleo.
Quizás si lo esencial, entre un mundo de opiniones carente de argumentaciones, sea no repetir lo que la prensa, los gobiernos y las instituciones de diversas connotaciones, incluidas las de salud a nivel global, quieren que se consoliden. La interrogante fundamental sea preguntarse porque esta pandemia se transformó en lo que nos está tocando vivir.
No debieran quedar dudas, es porque el capitalismo la olfatea como la primera que podría derrumbarle hasta sus cimientos. No han bastado los conflictos armados locales, otras pestes tan o más mortíferas, el hambre generalizada, las migraciones de muerte, el negocio canallesco de bancos, farmacéuticas, centros educativos y transnacionales, la contaminación galopante y la falta de agua entre tantas otras.
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Hoy sólo podemos apelar a la experiencia histórica de nuestro pueblo en situaciones complejas, contamos con que las personas y las familias asumirán las medidas de prevención personales, el aislamiento social, la cuarentena, los cordones sanitarios. Esto no exime de las posibilidades reales de graves convulsiones sociales de cara a los problemas de trabajo, falta de ingresos, agravamiento de la crisis de la salud pública, entre otros.
El problema es el histórico: ¿Qué hacer? La respuesta está en el pueblo organizado, el autocuidado y crear una conciencia comunitaria. El amanecer en nuestro continente y en este lado de la cordillera depende en gran parte de los aprendizajes del reciente levantamiento popular y de la resistencia y sobrevida de los sectores organizados y conscientes. En cada población, centro de trabajo están las mujeres y hombres del amanecer con amplia participación del movimiento feminista, jóvenes organizados y trabajadores/as precarizados/as que lucharán por un mundo nuevo. El neoliberalismo no logrará lo que predijera Brecht. “Cuando vinieron a buscarme a mí, no había nadie más que pudiera protestar”