Organización social, autocuidado y conciencia comunitaria frente a la pandemia y sus impactos sociales

Lautaro López / Educación Popular en Salud (EPES)

 

La enfermedad COVID-19 causada por el coronavirus SARS CoV-2 se extiende por el mundo y el problema no son las cifras, es su ubicación geográfica, el centro del capital y de las bolsas de dinero. Si no la muerte y la infección generalizada no sería problema. De ahí los gritos destemplados de los líderes conservadores, liberales y socialdemócratas, sin tapujos unidos. Ya no pueden expoliar a otros mientras sus habitantes y la ONU callan.

Más allá de las cifras sobre número de casos, hospitalizados, de aquellos/as que requieren ventilador mecánico, que nos informan los organismos internacionales de salud y los ministerios de salud de todos los países, este virus se ha expandido rápidamente en nuestras ciudades, en lugares donde se reúnen las personas y familias a comprar, celebrar, eventos musicales, reuniones, transporte público, el gran circo del consumo capitalista. Para ralentizar o volver más lenta esta máquina de producción y de consumo se requiere de medidas radicales, como cuarentenas, cercos sanitarios, aduanas sanitarias, etc. En esta realidad hay que asegurar las líneas de abastecimiento, funcionamiento de los servicios básicos. El eje en una pandemia es frenar la transmisión del virus.

Se debe mencionar que hay una fuerza laboral de importancia que sigue movilizándose a sus trabajos con medidas de protección insuficientes, en un ambiente cargado de incertidumbre y temores. Los y las trabajadoras de la salud no fueron aprovisionados de todos los elementos de protección requeridos en una pandemia de esta naturaleza. El análisis del Índice de Seguridad de Salud Global (GHS) encuentra que nadie como país estaba preparado para hacer frente a epidemias o pandemias. La preparación internacional es débil y su puntuación media es de 40,2 sobre 100. El 75% de los países muestra escasa capacidad de seguridad sanitaria para reaccionar ante brotes de enfermedades infecciosas importantes.

En este momento ya se perfila una cesantía elevada, trabajadores/as de las comunidades con bajos ingresos con pago de seguro por un tiempo acotado. Se suma a esta situación, enfrentar la vida familiar en casas con espacio reducido, donde se hace difícil la convivencia, y ya se denuncian casos frecuentes de violencia hacia las mujeres. En este escenario, las personas con mayor riesgo tienen escasas posibilidades de protección.

 

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La enfermedad COVID-19 deja planteadas todas las dudas e incertidumbres respecto a la lucha por la hegemonía mundial, sabiendo que las consecuencias ya la empezamos a vivir: recesión económica mundial, que se expresa en nuestro país en disminución importante de los fondos previsionales, paralización progresiva de sectores importantes de la economía, caída del empleo.

Quizás si lo esencial, entre un mundo de opiniones carente de argumentaciones, sea no repetir lo que la prensa, los gobiernos y las instituciones de diversas connotaciones, incluidas las de salud a nivel global, quieren que se consoliden. La interrogante fundamental sea preguntarse porque esta pandemia se transformó en lo que nos está tocando vivir.

No debieran quedar dudas, es porque el capitalismo la olfatea como la primera que podría derrumbarle hasta sus cimientos. No han bastado los conflictos armados locales, otras pestes tan o más mortíferas, el hambre generalizada, las migraciones de muerte, el negocio canallesco de bancos, farmacéuticas, centros educativos y transnacionales, la contaminación galopante y la falta de agua entre tantas otras.

 

 

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Hoy sólo podemos apelar a la experiencia histórica de nuestro pueblo en situaciones complejas, contamos con que las personas y las familias asumirán las medidas de prevención personales, el aislamiento social, la cuarentena, los cordones sanitarios. Esto no exime de las posibilidades reales de graves convulsiones sociales de cara a los problemas de trabajo, falta de ingresos, agravamiento de la crisis de la salud pública, entre otros.

El problema es el histórico: ¿Qué hacer? La respuesta está en el pueblo organizado, el autocuidado y crear una conciencia comunitaria. El amanecer en nuestro continente y en este lado de la cordillera depende en gran parte de los aprendizajes del reciente levantamiento popular y de la resistencia y sobrevida de los sectores organizados y conscientes. En cada población, centro de trabajo están las mujeres y hombres del amanecer con amplia participación del movimiento feminista, jóvenes organizados y trabajadores/as precarizados/as que lucharán por un mundo nuevo. El neoliberalismo no logrará lo que predijera Brecht. "Cuando vinieron a buscarme a mí, no había nadie más que pudiera protestar"

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