Era el 25 de enero de 1995 cuando se vivió uno de los hechos más llamativos de la historia del fútbol: El jugador occitano de nacionalidad francesa, Éric Cantona, saltó desde el borde de la cancha para golpear con una «patada voladora» a un hincha que le gritó insultos xenófobos y racistas.
Por Alejandro Baeza
Éric Cantona es uno de los futbolistas franceses más grandes de la historia y nadie podría decir lo contrario. Su increíble intuición ofensiva como delantero, «olfato goleador» como se dice el lugar común de la prensa deportiva, le hacía estar siempre en la ubicación correcta y convertir. No sólo destacan los 20 goles convertidos en las 45 nóminas que tuvo en la selección francesa, sino además su habilidad le convirtió en la estrella de la época de oro del Manchester United de Ferguson en la década del 90 y de toda la Premier League donde fue bautizado como «The King». Pero Cantona no sólo destacaba por su gran habilidad deportiva, también fue conocido por su abierta postura de izquierda y por sobre todo por carácter temperamental, «de mecha corta» como decimos en Chile. «Cantona vive apasionadamente, con talante agresivo, con temperamento de puerto» describió hace unos años el cronista Barrio Bravo.
Aquella fría tarde de invierno del hemisferio norte, el 25 de enero de 1995, los reds del United jugaban de visita contra Crystal Palace. Los «diablos rojos» estaban teniendo una gran temporada en la que brillaba el jugador estrella del torneo, Éric Cantona. Por su parte el modesto Palace estaba en los escalones finales de la tabla. Quizás por eso la estrategia pudo haber sido provocar al ya conocido carácter irascible del delantero para desenfocarlo del partido. La marca personal de Richard Shaw fue férrea, Cantona no puede jugar como está acostumbrado y comienza a «calentarse» a pesar de los llamados la calma que desde la banca realiza Ferguson, que conoce bien el carácter de su muchacho.
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En el minuto 48′, un pase largo del portero luego de un ataque es la oportunidad de Cantona para marcar, no hay defensas por delante para impedirle el paso. El delantero comienza la carrera en diagonal cuando Shaw lo sujeta del brazo frenando la jugada, el estadio celebra la falta como si fuera un gol pues conocían el peligro que llegara con la pelota al área y antes que terminara el pique responde con una patada a Richard Shaw, un puntete. Inmediatamente el árbitro corre para mostrarle la tarjeta roja, expulsión inmediata. Pero no sería la única patada del día: Tras su expulsión camina por el borde de la cancha para dirigirse a camarines, mientras el estadio completo le insulta, entre ellos el hooligan Matthew Simmons con trayectoria en grupos de extrema derecha, que bajó corriendo 11 escalones para gritarle reiteradamente insultos xenófobos y racistas.
«Vuelve a tu país, francés de mierda» fue la gota que rebalsó el vaso. Cantona saltó las vallas publicitarias y de un salto le brindó una patada voladora en el pecho que enmudeció al recinto. El hincha respondió con golpes de puño que el delantero contestó de la misma forma hasta que la seguridad del estadio los separó.
Éric Cantona pagó cara su agresión: Nueve meses fuera suspendido de las canchas y 120 horas de trabajo comunitario. Perder a su principal figura fue costoso para el Manchester United, que finalmente quedó segundo en la liga y perdió la final de la FA Cup.
La prensa británica inmediatamente quiso investigar quién era la víctima de la patada descubriendo un oscuro pasado: El hooligan -como eran conocidos entonces- Matthew Simmons, había participado de movimientos de extrema derecha y neonazis como el Partido Nacional Británico y del Frente Nacional. Tres años antes había sido condenado por un asalto a un servicentro donde atacó con una llave inglesa a un inmigrante de Sri Lanka.
El hecho marcó para siempre la carrera de Cantona, quien no sólo no se arrepiente, sino que desde entonces presume haberlo hecho. El año 2012 señaló en una entrevista que lo único que se arrepentía era de no haberle pegado más fuerte.