[resumen.cl] Luego de una inaceptable intromisión de la Conferencia Episcopal en las decisiones políticas de un país a punto de cumplir 100 años de separación formal entre Iglesia y Estado, el Gobierno cedió al lobby y aceptó la realización de cultos religiosos en «Fase 2», pese a las experiencias sufridas en 2020 y a la evidencia científica internacional que apunta a las iglesias como uno de los importantes puntos de contagio como espacio cerrado donde asisten principalmente personas de la tercera edad.
En uno de los momentos más complejos de la pandemia con 1 960 personas hospitalizadas en UCI, la cifra más alta en ocho meses, con varias regiones registrando colapso de sus redes asistenciales o estar al borde de sus límites, se vivió un hecho inaceptable de intromisión de la Iglesia Católica chilena en las políticas públicas: el sábado 13 la Conferencia Episcopal acusó supuesta discriminación de parte del Gobierno ante la prohibición de celebrar ceremonias religiosas en las comunas que se encuentren en Fase 2 del plan Paso a Paso, es decir, cuarentenas de fin de semana.
Menos de 24 horas después el Gobierno sumaba una nueva medida sin sentido anunciando cambios en el plan Paso a Paso para permitir que personas puedan asistir a misas o cultos religiosos, incluso en lugares cerrados, siguiendo la senda bolsonarista.
"La libertad de culto es parte de la esencia de las constituciones en todas partes del mundo y eso es algo que es relevante también sobre todo cuando viene un mes en que es Semana Santa, no sólo para los católicos, sino que es para las personas de la fe", fue la insólita defensa del vocero de Gobierno en televisión para justificar una medida sanitaria en un momento tan complejo de la pandemia.
Sin embargo, las evidencias científicas son más importantes que la fe: la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica en una guía que "Se han notificado brotes en restaurantes, ensayos de coros, clases de gimnasia, clubes nocturnos, oficinas y lugares de culto en los se han reunido personas, con frecuencia en lugares interiores abarrotados en los que se suele hablar en voz alta, gritar, resoplar o cantar".
Asimismo, una publicación de Radio Bio Bio cita una investigación llamada Potencial de agrupamiento y superpropagación de las infecciones por SARS-CoV-2 en Hong Kong, publicada en la Revista Nature, donde indica que "Los esfuerzos para el control de enfermedades deben centrarse en el rastreo rápido y la cuarentena de los contactos confirmados, junto con la implementación de políticas de distanciamiento físico que incluyan cierres o medidas de capacidad reducida dirigidas a entornos sociales de alto riesgo como bares, bodas, sitios religiosos y restaurantes para prevenir la ocurrencia de una superpropagación".
La experiencia internacional señala cientos de casos de brotes de Covid-19 en misas y cultos evangélicos en Alemania, España, Corea del Sur, Estados Unidos, Uruguay, entre otros lugares del mundo.
Bien lo sabemos en Concepción, donde uno de los primeros brotes sufridos fue precisamente en un culto evangélico en el sector de Boca Sur en San Pedro, donde la pastora era a su vez funcionaria del Cesfam La Floresta de Hualpén, que generó una serie de contagios en aquella comuna.
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A pesar de estos casos, el Seremi de Salud del Biobío y pastor de un grupo evangélico de extrema derecha, Héctor Muñoz, dio una furibunda batalla durante buena parte de 2020 para mantener en funcionamiento los cultos religiosos.
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El líder de las «Águilas de Jesús» y esposo de la diputada Francesca Muñoz, incluso involucró al Consejo de Defensa del Estado para la reapertura de iglesias, luego que los tribunales penquistas prohibieran su funcionamiento.