El Congreso de Perú aprobó la semana recién pasada una ley que autoriza a jueces y fiscales a disponer del cadáver de un condenado por terrorismo que muere en prisión cumpliendo su sentencia "en caso de posible afectación a la seguridad y orden público".
Por Joaquín Pérez
El cadáver de Abimael Guzmán, líder de la guerrilla maoísta de sendero luminoso, yace en una morgue del puerto del Callao desde el sábado 11 de septiembre, esperando su destino. Su viuda, Elena Iparraguirre, había enviado desde la cárcel de máxima seguridad de Chorrillos, donde cumple cadena perpetua, una carta a través de su abogado pidiendo a la fiscalía la entrega del cuerpo a una tercera persona para darle sepultura, "osadía" por la cual recibió castigos penitenciarios de las autoridades.
La norma legal votada por la mayoritaria bancada de derecha en Perú -70 votos a favor de 130 congresistas- fue despachada para la firma del presidente del país, el recién asumido Pedro Castillo, que firmó el documento el pasado 17 de septiembre.
Lee| Estado peruano aún no entrega cadáver de Abimael Guzmán a su familia
Lo sucedido tras la muerte de Abimael Guzmán en una cárcel de máxima seguridad en el Perú viola no solo todos los principios del derechos internacional, sino que además retrotrae la historia de Latinoamérica a los peores años del terrorismo de Estado.
Dictar una ley especial contra una sola persona viola todo sentido de justicia, el cual siempre pretende ser universal y lo convierte única y exclusivamente en un sentido de venganza, pero peor aún, en el derecho solo se puede aplicar nuevas leyes a los condenados cuando esta ley los beneficia ("principio pro reo"). Aquí se aplica una ley contra una persona que legalmente concluyó su pena, las condenas por extensas que sean, incluida la pena de muerte, se extinguen con fallecimiento del reo.
Lo hecho en el Perú de generar una ley especial para los prisioneros políticos o de guerra acusados de terrorismo por un Estado que practicó el terrorismo y genocidio de sus pueblos originarios, nos lleva a un escenario de ciencia ficción, que supera a Orwell y nos acerca a las películas de zombis o de vampiros.
La desaparición forzada de un cadáver no es nueva en nuestro continente. Todo ello estaba en los manuales de la guerra sucia, con que los norteamericanos entrenaron a los asesinos y torturadores de nuestros ejércitos, por el golpe psicológico que significaba a los pueblos.
Sin embargo hoy en Perú esta práctica de la guerra sucia se vuelve legal, lo cual es un horror desde punto de vista jurídico y humanitario.
Todas estas acciones de venganza que buscan mantener el clima de guerra interna y odio en Perú, no hacen más que sembrar dudas sobre la verdad de lo ocurrido aquellos años y enaltecer la figura de Abimael Guzman.