El acuerdo de cara al nuevo proceso constituyente no solo terminó de sellar la dirección de este a manos de la clase política, sino que, además, le permitió a grupúsculos como Amarillos y su presidente, Cristián Warnken, formar parte del acuerdo, pese a que nadie ha votado por ellos.
Por Juan Contreras Jara
Lo del acuerdo entre partidos políticos y el inicio del llamado Consejo Constitucional sigue dando de qué hablar, luego de la aparición de Cristián Warnken firmando el acuerdo, pese a que nadie a votado por ellos, porque ni siquiera son un partido formalizado.
Warnken, quien no tiene trayectoria política alguna y que parte de su actividad mediática fue haber sido columnista de El Mercurio, firmó el acuerdo entre partidos, representando a uno desde donde atacó constantemente el proceso constitucional anterior, donde ganó el Rechazo.
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Este lunes, tras la firma del acuerdo, no solo la clase política, enquistada por años en el Estado, celebró la toma del timón de un camino que inició alejado de su dirección en octubre de 2020, sino que permitió a grupúsculos como Amarillos formar parte del proceso.
Lo anterior abre la interrogante sobre qué representación real tiene Warnken y Amarillos para adherir a al acuerdo de partidos, si nadie ha votado nunca por ellos, y también, con qué facilidad los representantes de la cámara alta y baja incluyen a sujetos de poca monta como este, sin consultar con la ciudadanía.
La clase política no solo amarró la conducción del proceso, haciéndose cargo de la elección de los 24 expertos que tutelarán al órgano redactor, sino que, se da el lujo de incluir a sectores que ninguna representación tienen en el tejido social y que menos comparten las demandas que le dieron vida al primer proceso constituyente post Estallido.