Sin el respaldo de su círuclo cercano ni las Fuerzas Armadas, el presidente de Perú, Pedro Castillo, decretó el cierre del cuestionado Congreso antes que éste votara su vacancia (destitución). Así las cosas, se ve muy difícil que pueda aplicarse el plan de Castillo por lo que podría estar viviendo sus últimos momentos en el cargo.
Por Alejandro Baeza
«Se dictan las siguientes medidas: disolver temporalmente el Congreso de la República e instaurar un gobierno de emergencia excepcional», proclamó Castillo en mensaje a la nación. Además, convocó a elecciones parlamentarias para nueve meses más que tendría atribuciones constituyentes.
Si bien decretó un toque de queda, hasta el momento no ha habido ninguna pronunciación de las Fuerzas Armadas.
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Inmediatamente conocida, al menos tres ministros muy cercanos al presidente presentaron su renuncia: el de Relaciones Exteriores, César Landa; Trabajo, Alejandro Salas; y de Justicia, Félix Chero.
Si bien la redacción de una nueva Consitución fue una de las principales promesas campaña, la convocatoria a un congreso constituyente se produce para evitar una votación que buscaba su destitución, la tercera durante su mandato.
Cabe destacar que el Congreso de Perú es el organismo más desprestigiado del país, con más de 90% de desaprobación según las encuestas y se ha comportado de manera violentamente obstrubcionista, que ha impedido el normal funcionamiento del país, incluso negándole al presidente realizar viajes internacionales.
No obstante, esta medida de Castillo se realiza de manera unipersonal e inconsulta, sin respaldo político ni militar, por lo que lo más probable es que la votación del Congreso se realice de todas formas y sea destituido.
De esta forma, quedaría fuertemente comprometida la izquierda en Perú, ya no sólo por el «terruqueo» sino también por la experiencia de Castillo, pavimentando el camino para alternativas extremistas de derecha.
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