Proyecto WTE Araucanía: un peligro para Chile y el mundo (que no te engañen)

La industria de la incineración busca hoy nuevos mercados, donde el manejo de basura sea un problema y donde se ignoren las consecuencias que la incineración ha traído en las regiones del mundo donde se ha implementado. Y por eso llegaron a Temuco, aprovechándose de la crisis producto del cierre del vertedero municipal en Boyeco, y con un proyecto que pretende instalarse en Lautaro, reproduciendo la injusticia ambiental al desplazar los impactos a un territorio donde quienes se verían beneficiad@s (la gente de Temuco teóricamente) no los percibirán.

Por Alejandra Parra Muñoz*

La incineración es una de las formas más antiguas que tiene la humanidad de deshacerse de los materiales que ya no le sirven, y de obtener calor. Este método se remonta a miles de años atrás, cuando todos los residuos eran orgánicos y de origen natural, y cuando la atmósfera era estable, no había exceso de gases de efecto invernadero como el CO2, tampoco había capitalismo ni economía globalizada. En esta época no existía la basura, solo existían materiales que dejaban de ser útiles para algo pero podían ser útiles para otras actividades, o simplemente se reincorporaban a los ciclos de la naturaleza. Estas condiciones, sumadas a la baja densidad con la que los humanos habitábamos el planeta, no resultaba peligrosa ni para la salud de las personas ni para el ambiente.

La incineración de basura surgió como método industrial en la década del 1960 en Norteamérica, como forma de lidiar con los enormes volúmenes de residuos que coincidentemente comenzaron a producirse con la venta de productos desechables de plástico. Rápidamente surgieron grupos ciudadanos en defensa de los derechos ambientales que, en el contexto de movilizaciones por los derechos civiles de las personas afroamericanas, elevaron la conciencia pública sobre la necesidad de proteger la calidad del aire.

Dado el rechazo del público a los incineradores de basura por la contaminación que generaron, la industria de la incineración se reinventó, distanciándose de los primeros incineradores con los (en ese entonces) nuevos incineradores WTE, que no solo controlarían mejor las emisiones sino que aprovecharían el calor para producir electricidad.

La historia de la incineración no es muy distinta en Europa. Tras varias décadas incinerando residuos, Europa ha experimentado en carne propia la contaminación producto de este insustentable método para el tratamiento de basura. Casos como el de Engidalur en Islandia donde se destruyó la producción de leche y carne por la contaminación con dioxinas producto del incinerador de basura del pueblo[1], o de la llamada "Villa del cáncer" en Grignon, Francia, donde cientos de residentes sufrieron cáncer producto del incinerador del pueblo vecino[2], son solo algunos casos, que sumados a investigaciones científicas[3] demuestran los efectos de la contaminación que producen estos sistemas.

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Los promotores de la incineración intentan distanciarse de esta realidad, argumentando que los nuevos incineradores son mucho más modernos, que sus emisiones son mínimas e incluso tienen el descaro de plantear los sistemas WTE como una forma sustentable de generación de energía.

Pero la realidad es que, si bien los nuevos incineradores generan menos contaminación, la siguen generando y en cantidades mayores a las declaradas en sus sistemas de monitoreo.

Esto porque los sistemas de monitoreo están diseñados para pasar por alto la mayor parte de las emisiones, ya que realizan las mediciones por periodos cortos de tiempo (6 horas continuas) un par de veces al año, con previo aviso a los operadores que aprovechan de quemar los residuos menos contaminantes (si es que logran separarlos), y solo se monitorean las emisiones en condiciones ideales y estables de funcionamiento.

Esta medición ideal es la que se proyecta por todo el año para calcular las emisiones totales, ignorando totalmente los eventos de encendido y apagado, uso de bypass, o cualquier situación de emergencia, que son los momentos donde se genera mayor cantidad de emisiones tóxicas. Esto se ha observado en los incineradores más modernos que existen en Europa[1].

A todo esto se suma la enorme cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero[2] que las hacen totalmente insustentables y que comprometen las metas de reducción de emisiones que los países europeos se han planteado en el marco de la convención de Cambio Climático, razón por la cual esta tecnología simplemente no será más financiada.

Por todas estas razones, la industria de la incineración busca hoy nuevos mercados, donde el manejo de basura sea un problema y donde se ignoren las consecuencias que la incineración ha traído en las regiones del mundo donde se ha implementado. Y por eso llegaron a Temuco, aprovechándose de la crisis producto del cierre del vertedero municipal en Boyeco, y con un proyecto que pretende instalarse en Lautaro, reproduciendo la injusticia ambiental al desplazar los impactos a un territorio donde quienes se verían beneficiad@s (la gente de Temuco teóricamente) no los percibirán.

Con la inversión de 80 millones de dólares que cuesta el proyecto WTE Araucanía, se podría instalar un sistema Basura Cero en toda la región. Pero los sistemas Basura Cero no enriquecen a nadie, porque reparten los beneficios ambientales sociales y económicos entre muchas personas y por tanto no atraen la ambición de grupos poderosos.

Basura Cero es una estrategia que permite reducir en un 80% la basura, recuperando materiales, generando empleos, reduciendo emisiones contaminantes al ambiente y generando ahorros municipales. Ha sido implementado en más de 300 ciudades en el mundo.

Desde las organizaciones ciudadanas que defendemos los derechos socioambientales y de la naturaleza, esperamos que las nuevas autoridades municipales hayan comprendido este mensaje, y tomen las decisiones necesarias para avanzar en la dirección de un futuro sin basura. Ese es el desafío de la época que vivimos, esa es la demanda de las actuales generaciones.

*Bióloga en Gestión de Recursos Naturales, Master en Planificación (Universidad de Otago, Nueva Zelanda). Integrante de la Red de Acción por los Derechos Ambientales RADA.

Referencias:

[1] http://www.actavetscand.com/content/54/S1/S4

[2] https://www.theguardian.com/news/2005/may/17/france.internationalnews

[3] https://zerowasteoz.org.au/wp-content/uploads/2017/12/Public-health-impacts-associated-with-incinerators.pdf

[4] https://zerowasteeurope.eu/wp-content/uploads/2018/11/NetherlandsCS-FNL.pdf

[5] https://zerowasteeurope.eu/wp-content/uploads/2019/09/zero_waste_europe_policy-briefing_the-impact-of-waste-to-energy-incineration-on-climate_en.pdf

Escrito original: Revista de Frente | OLCA

Fotografía principal: Lautaro Visión

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