Esta semana, durante los días en que tradicionalmente feligreses concurren al santuario yumbelino de San Sebastían, Teatro El Rostro montó en la sala de Artistas del Acero de Concepción, Retablo de Yumbel de la dramaturga Isidora Aguirre. De este modo, a décadas de su estreno en 1986 en el auditorio del Colegio Médico de esta misma ciudad, la obra fue puesta en escena por un conjunto renovado de teatristas que se apegaron literalmente al texto de esta.
Aniceto Hevia
Retablo de Yumbel establece un continuo parangón entre los preparativos de una obra en torno a San Sebastián, junto a su condena de ser asaeteado por soldados romanos, y los diálogos de actrices y actores acerca del terrorismo de Estado perpetrado por las dictaduras impuestas en América Latina en tales años, así como el objetivo político de sus crímenes, particularmente el asesinato de 19 trabajadores, de quienes fueron encontrados sus cuerpos en 1979 en el cementerio de Yumbel.
Ximena Rámirez y Gustavo Sáez, integrantes de El Rostro, relataron en una entrevista otorgada a las investigadoras de Teatro y Memoria en Concepción. Prácticas teatrales en dictadura, que para construir el texto de la obra, Isidora Aguirre, «fue a Laja se entrevistó con los familiares de los muertos y dijo «no, yo no puedo escribir esa obra, [es] muy terrible», entonces le decía Ximena [Ramírez] «tienes que escribirla». Entonces, qué hizo, le hizo una manda al santo…», afirmó Sáez.
Los antecedentes que la dramaturga expone en la obra, son los que fueron recopilados por las propias familias de los ejecutados: obreros ferroviarios y de la Papelera de propiedad de la familia Matte que aún opera en Laja. En Retablo de Yumbel narró cómo la nómina, con la cual se guiaron los carabineros para capturarles luego del Golpe Militar en 1973, fue provista por funcionarios de la propia Papelera, añadiendo que habrían dispuesto el vehículo y el chofer para su traslado hasta el lugar en que fueron fusilados, además de ofrecer el alcohol bebido por los efectivos policiales antes y después del crimen. El hallazgo temprano de los cuerpos obligó a los criminales a sacarlos del primer lugar donde fueron inhumados, depositándolos en el cementerio de Yumbel donde fueron encontrados finalmente.
La hagiografía de San Sebastián señala que luego de ser dado por muerto por sus verdugos, fue cuidado por una campesina antes de aparecer entre quienes ordenaron su asesinato, perturbándoles al punto de ordenar nuevamente su ejecución. Con esta metáfora mostró Isidora Aguirre cómo emerge la memoria, planteando también el imperativo de visibilizar la vida de quienes sufrieron por su justeza y su decisión de no renunciar a sus principios. En Retablo de Yumbel, la dramaturga une la biografía de un cristiano, que en el siglo 3 de esta era fue condenado al suplicio por no renegar de su convicción acerca de la igualdad entre los seres humanos ante su dios, con la historia desentrañada de los obreros ejecutados por ser parte de organizaciones sindicales que les permitieron, junto a sus compañeros, defenderse y conseguir garantías ante su empleador. Sus nombres, en la obra, retornan como San Sebastían ante los tiranos.
La impunidad se ha erigido como el mecanismo más eficaz para negar esta memoria, y el caso de estos 19 trabajadores no se ha eximido de este intento. A casi cincuenta años de la ocurrencia de este crimen, no existe ningún autor cumpliendo condena. En agosto de 2021, la Corte de Apelaciones de Concepción estableció condena para Pedro Jarpa Forester, exempleado de la papelera CMPC, en calidad de cómplice de los delitos de homicidio calificado y un aumento de penas para excarabineros, definidos como autores materiales de los asesinatos. No obstante, en octubre los condenados recurrieron a la Corte Suprema, así como también lo hicieron las familias de los obreros ejecutados para que se estableciera la responsabilidad penal de otros civiles en los hechos, hasta ahora exentos de ella. Ha transcurrido más de un año y el máximo tribunal del país, aún no emite su resolución, permitiendo, entre otras situaciones, que los condenados en la instancia previa permanezcan en libertad. Emilio Araneda, hijo de uno de los trabajadores fusilados, dijo a Resumen, «después de tantos años, la obra sigue plenamente vigente».
En 1987, Retablo de Yumbel obtuvo el premio teatral de Casa de las Américas, en Cuba, y gracias a esta nación, podemos acceder a su texto. Isidora Aguirre, dedicó a este trabajo a José Manuel Parada, Santiago Nattino y Manuel Guerrero, militantes del Partido Comunista, hechos prisioneros por efectivos de carabineros en 1985 para luego degollarlos. En su prefacio, la autora señala:
«Esta obra le fue solicitada a su autora en 1984, por el conjunto de teatro El Rostro, de Concepción, como un recordatorio y homenaje a los detenidos-desaparecidos de la zona.
La obra Retablo de Yumbel transcurre en la plaza del pueblo del mismo nombre a comienzos del año 1980, mes de enero, en vísperas de la fiesta de su patrono, San Sebastián».