Por Dra. Luisa Saavedra L. y Mg. Paula Mendoza*
La extrema sequía del Humedal Lenga es muy preocupante porque no se poseen registros u observaciones de eventos anteriores de esta magnitud. Sus causas son múltiples y debieran ser investigadas para generar medidas que protejan este ecosistema.
Entre estas causas se puede mencionar la actual megasequía que afecta a gran parte del país y que puede estar siendo potenciada por el evento La Niña que actualmente está ocurriendo. Asimismo, el aumento del nivel del mar, como una de las consecuencias del cambio climático, arrastrando consigo un retroceso de las playas de arena.
Se ha observado que la disminución del área de extensión de las playas modifica la estructura habitual de los sistemas costeros, teniendo por consecuencia una pérdida importante de hábitats.
El problema es que estos estresores climáticos se combinan con los efectos de las múltiples y desreguladas actividades humanas que ocurren en el área del Humedal. Muchas de estas actividades alteran la hidrología del Humedal, ya que extraen agua directa e indirectamente (ej. lagunas de acopio y plantaciones de monocultivo de eucaliptus, entre otras).
Teniendo esto en cuenta, es necesario considerar que la interacción entre los estresores climáticos y las acciones antrópicas, puede provocar un efecto mayor que si los consideramos por separado, es lo que llamamos un efecto sinérgico, el cual estaría ejerciendo una gran presión sobre este ecosistema.
Esta crisis ambiental que se refleja hoy en el humedal Lenga, debe ser analizada y estudiada, ya que es un ecosistema sumamente vulnerable y altamente alterado en términos ambientales.
En este sentido, la interacción de la comunidad con la ciencia se vuelve esencial. Un ejemplo de ello, es la generación de proyectos de monitoreos comunitarios, los cuales tendrían un rol crucial no solamente para generar conocimiento sobre el Humedal Lenga, sino también para integrar el conocimiento que ya existe en el territorio.
Esta manera de trabajo en conjunto, es una forma más eficaz de incorporar las preocupaciones de las y los pobladoras/es de manera equitativa, generando las bases para que desde sus propias organizaciones puedan aportar en la protección y cuidados de este ecosistema. Cabe destacar además, que las instituciones deben hacerse responsables de este problema ambiental, generando instancias reales de participación para una planificación territorial sustentable.
*ONG Conciencia Sur