[Resumen.cl] En Francia, y en general en los regímenes europeos las crisis políticas o las debacles partidarias suelen resolverse llamando a elecciones, parlamentarias primero que se trasladan a la conformación de un nuevo ejecutivo, hacemos este aviso porque en América Latina nuestro modelo político es presidencialista y las crisis se encaran esperando las elecciones venideras o con golpes de Estado, pero esa es harina de otro costal.
En Francia las últimas elecciones al Europarlamento, que dieron por ganadores a partidos de ultraderecha, cuestionó muy potentemente al presidente Macron, quien llamó a elecciones nacionales para este domingo 30 de junio, esperando un respaldo a su gestión y así bajar la ola creciente de los partidos de ultraderecha, siempre parapetados en la agenda antiinmigración, seguridad y defensa del gran capital.
Los referentes de ultraderecha Marine Le Pen y Jordan Bardella (Reagrupamiento Nacional) han sido cuestionados, en particular el novel Bardella, de orígenes norafricanos, de hecho, su abuelo, convertido al islam vive en Casablanca (Marruecos). Esto que parece una cuestión propia de la política francesa, está siendo relevado como una gran batalla política en el marco de la derechización europea y del mundo occidental, considerando el reciente golpe a la convivencia civilizada en Argentina y la inminente victoria de Trump en Estados Unidos.
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Es así como Francia libra unos comicios decisivos, manifestada en una participación electoral histórica (66%), que se eleva a 20 puntos más que en la última elección legislativa, en 2022. La masividad de estas votaciones guarda relación con la importancia dada a esta coyuntura política y pese a que Europa está comenzando el verano, las y los franceses se volcaron a las urnas.
La verdadera novedad en estos comicios, devaluada por los medios en su afán de dar protagonismo a la ultraderecha, es el nucleamiento de las izquierdas: socialistas, comunistas, ecologistas e insumisos se presentaron en el denominado Nuevo Frente Popular y, al parecer, desde allí -y no por la derecha liberal de Macron- se constituirá el contendor de los neofascistas, es decir, el debate político en clave izquierda-derecha está lejos de terminar en el país cuna de la democracia liberal tal como la conocemos.
El parlamento ha quedado pendiente de completarse, esperando la segunda vuelta para el 7 de julio. El Nuevo Frente Popular ya ha señalado que votarán por cualquier candidato a diputado que pase contra uno de ultraderecha.
Los resultados de primera ronda indican que no hay mayoría absoluta, los primeros comicios indican que la ultraderecha de Reagrupamiento Nacional llega al 33,2%, mientras que el Nuevo Frente Popular se empina al 28,1% y Juntos, la marca electoral de Emmanuel Macron obtiene el 20,8%, no es menor el 10% de otros partidos de ultraderecha. Por otra parte, sin mayoría absoluta la situación política obliga a las alianzas, cuestión que llevará, seguramente, al cordón sanitario de las izquierdas y el centro para impedir que los neofascistas lleguen al gobierno.
Queda confirmar las y los diputados electos en la segunda vuelta, y de tener buenos resultados, la ratificación de Jean-Luc Mélenchon (Francia insumisa), el líder del Nuevo Frente Popular, como primer ministro del gabinete de Macron, haciendo un giro a la izquierda en esta legislatura.