Este sábado a las 19:30 horas en la Sala Principal de Teatro Biobío, el colectivo teatral La Otra Zapatilla pondrá en escena Mil Máquinas, una obra que plasma la situación de un grupo de mujeres de Las Salinas de Talcahuano en el marco de su relación compulsiva con la apuesta en unos tragamonedas de su barrio. Sus personajes, que podrían vivir en cualquier población de la provincia de Concepción, nos hablan de sus historias y su presente, marcado por la soledad, la carencia y la búsqueda impulsiva de expectativas en estas máquinas.
Aniceto Hevia
Hace algunas semanas en Concepción hubo allanamientos y clausuras de «casinos populares», no obstante paulatinamente sus puertas se han vuelto a abrir, en un acto que burla sin esfuerzo alguno el mentado Estado de derecho y las autoridades que lo invocan. En este contexto, Mil Máquinas nos coloca como testigos de lo ocurrido en un casino popular chorero, sumergiéndonos en la subjetividad de sus parroquianas y su dueña, muy lejos de la patologización y la focalización individual de problemas relacionales y políticos. «La obra intenta ser una lupa de aquellas realidades que se viven en las periferias de Concepción», señaló a Resumen George Swaneck, creador del texto.
Por su parte, la directora de Mil Máquinas, Carolina Henríquez, aseveró que «la idea del montaje es reconocerse, entender la existencia de esta realidad, no ajena, sino más bien que convive con cada uno de nosotras y nosotros. Me gusta y me motiva que mencione al territorio, porque le entrega características, nos permite visualizar ese local de barrio o de villa, ese local con máquinas, esas vecinas, nos hace encontrarnos y reconocernos».
El texto Mil Máquinas lo pudimos conocer durante la pandemia, cuando La Gaviota Podcast realizó un montaje sonoro de él. Respecto a cómo dialogan esta y la versión que este sábado presentarán en Teatro Biobío, Monserrat Cifuentes Molina, actriz de la obra, explica que «si bien quienes integran La Gaviota Podcast son integrantes del colectivo La Otra Zapatilla, ambas propuestas son distintas, porque el formato y contexto creativo de ambos trabajos es diferente. De hecho, durante la pandemia, La Otra Zapatilla también montó de manera virtual el texto Mil Máquinas en una propuesta que podríamos considerar como un primer acercamiento a la obra y aún así, también tiene varias diferencias con el montaje que recientemente estrenamos».
La actriz añade que «el proceso de montar una obra conlleva un trabajo de investigación individual y colectivo súper profundo y al ser esta obra montada por un equipo más numeroso que la experiencia sonora que mencionas (a demás del contexto en que ambas propuestas fueron gestadas) hace que el universo en común se nutra de otras visiones, opiniones y elementos que nacen de cada intérprete durante el proceso de montaje y ensayo. Y todas estas variables, están guiadas por quien dirige, que también aporta su visión artística respecto de la obra.
La propuesta del radioteatro explora el universo sonoro que el texto propone y las posibilidades interpretativas que se pueden plasmar a través de la voz. En la obra de teatro convergen otros elementos, como la escenografía y el vestuario que aportan, desde su diseño, otra capa a la propuesta artística. Por ejemplo, la materialización del espacio físico donde transcurre la obra y de las máquinas tragamonedas, como también del vestuario de cada personaje, entregan a cada intérprete infinidad de posibilidades creativas y de movimiento que permiten, a la y el espectador, poder completar el imaginario de la obra desde otros planos. Entonces, si bien las propuestas nacen de un mismo texto y de un potente impulso creativo, y, como pasa en este caso particular, hasta comparten integrantes, desembocan en obras muy diferentes entre sí».
La Otra Zapatilla ya suma más de 17 años de trayectoria, constituyen un referente del teatro penquista, sus obras se han visionado por un importante segmento de la población, entre las que destacan Víctor, La Final, los montajes basados en textos de Alfonso Alcalde, entre muchas otras de un catálogo que supera las cuarenta. En este sentido, vale preguntar ¿qué representa el montaje de Mil Máquinas para el colectivo y cómo se inscribe en la línea teatral que han sostenido durante este periodo? Jenifer Salas, productora de la obra, respondió: «Para nosotros significa un reencuentro. Es un proceso que se gesta luego de casi 5 años sin estrenos, en los que trabajamos colectivamente de manera virtual y luego post pandemia, presentando nuestras obras que ya estaban en cartelera. Por lo que esta nueva obra escrita por George Swaneck fue una decisión de nuevamente juntarnos en un proceso creativo en el que compartimos conocimientos, investigamos y a la vez experimentamos en una búsqueda de lenguajes, que siguen la línea de lo que hacemos como compañía, que es hablar desde el territorio. Esta obra tiene mucho de eso. Hay un trabajo territorial que va desde desde la dramaturgia hasta la construcción de los personajes, todo esto contribuye siempre a reavivar la llama de la creación y al goce que nos produce hacer esto juntos».