Luego del golpe militar las y los artistas se vieron obligados a replegarse para salvaguardar sus vidas, respondiendo al contexto del momento. Tal como escribo en Teatro y Memoria Concepción. Prácticas Teatrales en Dictadura, se trataba de evitar ser detenidas o detenidos o desaparecer; ya que cualquier acción podía llevarlos a ser parte de una lista negra que eventualmente podría dirigirlos a la muerte. Por lo tanto, las prácticas artísticas vivieron una verdadera catástrofe en ese primer momento, viéndose desmanteladas por completo. Sin embargo, poco a poco las y los artistas fueron poniéndose de pie y concientizando que, si no hacían algo, todo el trabajo anterior desaparecería.
Nora Fuentealba Rivas
Una de las primeras manifestaciones artísticas realizadas durante esa época, fue organizada por la actriz y directora Ximena Ramírez, quien viendo todo lo sucedido, decide en 1974 pedir autorización para realizar una obra de teatro, por motivo de la Pascua, a los presos que se encontraban en la ex Cárcel Chacabuco 70, Concepción. Según cuenta Julio Muñoz para este artículo, actor y director de teatro: "La obra montada fue El pastel y la tarta, presentada para los familiares de quienes se encontraban allí: presos políticos y presos comunes, esto en horario de visita. Era un acto donde los presos políticos también nos presentamos, hicimos un recital de canciones, yo canté allí, por eso lo recuerdo muy bien. Gendarmería aceptó porque esto se vestía con motivo navideño, y estaba dedicado especialmente para los niños de los presos".
¿Por qué empezar desde aquí para hablar del CEFA?, porque creo que es importante enfatizar la labor de Ximena Ramírez en la reactivación del arte en Concepción, en tanto, ella junto a Gustavo Sáez, su compañero de vida, fueron quienes impulsaron el Centro de Expresión y Formación Artística, esto con la intención de rearticular el arte en la ciudad. Ambos integrantes fundadores de la compañía teatral El Rostro, al darse cuenta de que el teatro por sí solo no podría levantar el circuito artístico penquista, decidieron comenzar a tejer redes con otras artes, inaugurando el CEFA en 1985 en el espacio ubicado en Freire 1119 B, Concepción.
La iniciativa se pudo llevar a cabo principalmente gracias al apoyo económico de dos entidades: la ONG sueca DIAKONIA y el INPRODE (Instituto de Promoción y Desarrollo). Con el dinero que se les entregaba se solventaba el espacio del Centro de Formación, y los precarios sueldos para las y los talleristas.
En una entrevista realizada por Graciela Briones a Ximena Ramírez por motivo de su tesis, Ximena le relata: "Nosotros creamos el CEFA para que la gente que no podía ir a Santiago a estudiar pudiera tener acceso a la música, a la plástica, etc. Tuviera un lugar donde formarse". La directora de El Rostro desde el comienzo de la dictadura civil-militar fue muy consciente de la importancia de la formación de las espectadoras y espectadores, así como de las y los artistas, porque para ella esta era la única forma de asegurar una democracia posterior.
Todo esto fue posible gracias a un entramado de creadoras y creadores no sólo locales, sino también nacionales, que colaboraron activamente en el desarrollo del Centro de Formación. Así, para su inauguración hubo una exposición de grabados de artistas de la altura de Nemesio Antúnez, José Balmes, Eugenio Dittborn, Roser Bru, Luz Donoso, Beatriz Leyton y Eduardo Vilches, quienes, citando a Fernández, Lara y Medina autoras y autor de Concepción te devuelvo tu imagen. Resistencia Cultural 1972-1991, donaron posteriormente sus obras al Centro.
El consejo directivo del CEFA estaba conformado por Ximena Ramírez, Daniel Estrada (músico), Julio Muñoz, Albino Echeverría, Héctor Ramírez y Omar Mella (los últimos tres desde la plástica). Además, existía un consejo consultivo honorífico integrado por artistas de otras partes de la región y de gran renombre nacional, como: Isidora Aguirre, Margot Loyola, Delfina Guzmán, José Joaquín Brunner, Raúl Osorio, Enrique Giordano, Nemesio Antúnez, entre otras y otros.
Durante seis años se realizaron en el lugar diversas instancias, talleres y encuentros de teatro, música, pintura, cine, folklore, poesía, danza, títeres, etc. Se trataba de un espacio multidisciplinario que buscaba activar y restituir el circuito artístico de la ciudad, formar nuevos artistas y ofrecer un espacio de encuentro para cualquiera que quisiera deleitarse con estas expresiones. Era una verdadera trinchera artística, una resistencia política frente a un régimen dictatorial que nada quería saber de estas experiencias. Sin embargo, sus participantes sabían muy bien que si se organizaban podrían colaborar para que la sensibilidad de toda una ciudad siguiera en pie, pese a lo duro que podría significar aquello. Y si bien, ninguna y ninguno de las cabezas del Centro de Formación reconocían algún tipo de militancia, todas y todos poseían una fuerte postura de izquierda, y por supuesto, contra la dictadura civil-militar, lo que significaba que el Centro también fue una fortaleza contestaria contra el régimen.
Del CEFA también se desprendieron otras instancias como lo fue las Escuelas Teatrales Héctor Duvauchelle, siendo bautizada así por el nombre del actor penquista asesinado en Venezuela en 1983. Estas eran de carácter gratuito y de programación anual, donde llegaban artistas aficionadas y aficionados de toda la región, asumiendo jornadas de trabajo intensivas que iban de una semana a diez días, donde recibían talleres y seminarios por teatristas de renombre como Claudio di Girólamo, Raúl Osorio, Ramón López, Isidora Aguirre, Marés González, Andrés Krugg, Rodolfo Bravo, Boris Quercia, entre otras y otros. María Eliana de la Vega cuenta a Pamela Vergara para Teatro y memoria Concepción...: "La idea era sumarse a esos encuentros y juntarnos con gente de muchas partes, hacíamos diversas actividades, a veces nos traían profesores del extranjero. Estábamos como una semana internados (…) y nos hicieron un curso, por ejemplo, de dirección, de montaje, diferentes actividades". La importancia de este espacio no sólo radicó en su capacidad formativo individual, sino por su potencial formativo en redes, ya que quienes asistían luego compartían lo aprendido con sus propias compañías teatrales, colaborando así con el fortalecimiento no sólo del teatro penquista, sino regional, considerando que iban personas de comunas como Los Ángeles, Nacimiento, Lota, Chillán, entre otros.
Sin embargo, pese a toda la labor realizada, el 28 de junio de 1991 fue publicada una carta al director en el diario El Sur, donde se indicaba que desaparecería el CEFA el mismo mes de su fundación, finalizando con una apelación a la ciudadanía y a las entidades políticas para que se redoblaran los esfuerzo para crear una política cultura nacional y descentralizada. De esta forma el CEFA cerró sus puertas.
Una vez llegada la democracia las ONGs deciden retirar sus colaboraciones, con la esperanza de que el nuevo gobierno distribuyera los fondos necesarios para que instancias como estas siguieran funcionando, pero no fue así. Fernández, Lara y Medina señalan que los criterios de distribución de fondos nunca fueron transparentados, por lo tanto, no es posible afirmar que las regiones no tuvieron injerencia en estas asignaciones. Lo cierto, es que, en lo concreto, tras el retiro de las ONGs muchos de esto espacios y agrupaciones se vieron obligados a abdicar, y peor aún, muchas y muchos artistas -tanto los que miraban con desconfianza el proceso, como los que no- se sintieron traicionados por una alegría que parecía lejana.
El CEFA al igual que el ADA, si bien bajo distintas dinámicas y objetivos, son un claro ejemplo de que cuando las y los artistas se unen no sólo se engrandece el arte producto de los cruces entre una y otra disciplina, sino que también lo son porque dan cuenta que la organización de estas prácticas es trascendental, así como apoyo mutuo y el tejer redes, ya que son estos factores los que asegurarán la prosperidad del arte y de la humanidad que se puede desprender de éstas. Y por, sobre todo, porque fueron modelos democráticos en tiempos de dificultad y peligrosidad máxima. Algunas y algunos, podrán decir que sin las ONGs nada se hubiese podido realizar, dada la subvención económica, poniendo como ejemplo la disolución de estos grupos llegada la democracia. Pero me atrevo a decir que esto es más complejo, el problema no fue sólo el retiro de las ONGs sino la continuidad y profundización del modelo económico que obligaba a las y los artistas afrontar el arte como producto, cambiándoles las reglas del juego, dejándolos sin herramientas para continuar. Por lo tanto, la innovación artística y el ser contestatario políticamente hablando, fue algo que a comienzo de los noventa para muchas y mucho fue difícil de articular y obviamente, más aún "complicado" de digerir para las autoridades. Todo había cambiado, pero al mismo tiempo nada lo había hecho.
Por ello, no se puede decir que sólo fueron las ONGs las responsables de las existencias de centros como el CEFA, ya que sobre todo lo fueron los artistas comprometidos, enojados pero esperanzados por la pactada alegría que iba a llegar, pero la esperanza la absorbió el sistema que esperaban abolir, y que hasta hoy permanece en la política del país, frente a ello, ¿cómo continuar?
Al menos, las huellas del CEFA siguen de alguna forma vigentes a través de las y los artistas formados y, una vez pasado el duelo, lograron que el arte en Concepción volviera a reformularse.
Fotografías gentileza Teatro y Memoria Concepción
Imagen principal: Logo del CEFA, facilitada por Teatro El Rostro.