Todo empezó en Valdivia, en la Universidad Austral, pero la toma feminista recorrería un camino kilométrico hasta asentarse en las universidades del Gran Concepción y unificarse en la necesidad conjunta de gritar basta. Así fue como el mayo feminista pasó de ser una simple toma en un par de Ues a transformarse en un hito histórico que le dio voz y fuerza a un movimiento que no tiene miras de parar.
Por Kathia Cancino Rojas
Desde la Mesa Triestamental de Mujeres Autoconvocadas (MAF) de la Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño de la Universidad del Bío-Bío (Farcodi UBB), explican el mayo feminista como un fuego que prendió y que jamás nadie podrá volver a apagar. Una base sólida para los cambios a futuro, donde las mujeres, manifiestan, "estábamos escondidas en la Universidad en un mundo de hombres, y esto es algo que llegó para quedarse".
Así como en la Universidad de Concepción, desde la toma feminista de la UBB también se levantó un petitorio que al día de hoy demostró grandes ganancias para los, les y las estudiantes de la institución.
En estricto rigor, para ninguna de las dos casas de estudios existía una Dirección de Género dedicada exclusivamente a sobrellevar las denuncias ocurridas en las aulas o cualesquiera espacio universitario. Por ello, crear un mecanismo que acompañe a las víctimas y mejore los procesos de denuncia se configuró como una instancia clave para ambas paralizaciones.
Sofía Cifuentes, periodista titulada de la Universidad de Concepción y participante del mayo feminista, explica que la Dirección de Equidad de Género y Diversidad (DEGyD) se encarga de "elaborar una política institucional que vaya en pro de la erradicación de la violencia, donde se recepcionan todas las denuncias que existan tanto de trabajadoras como de estudiantes y se les da un seguimiento". Además, indica que la DEGyD está compuesta en su totalidad por mujeres, punto que se exigió en el petitorio para no incurrir en un proceso de revictimización.
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Y no solo eso, sino que también se encarga de elaborar manuales de buenas prácticas y del uso del lenguaje inclusivo en la actualidad. Sobre ello, Cifuentes sostuvo que desde la Dirección realizan todas las gestiones necesarias para aquelles estudiantes que necesiten cambiar su nombre social en las plataformas universitarias: "En su momento estuvo en el petitorio, pero es algo que se hizo hace poco gracias a la presión que se dio por el movimiento de personas trans y no binarias dentro de la Universidad".
La nueva dirección contrasta con los mecanismos anteriores que llevaban las denuncias, donde se seguía un conducto regular, los casos se llevaban de forma externa y estaban bajo el mando de la Contraloría Universitaria. Tampoco había un acompañamiento directo para con las víctimas al momento de denunciar, ni menos pensar en apoyo psicológico o psiquiátrico en caso de ser necesario. Hoy todos estos puntos se cubren por la Dirección y abarcan un territorio triestamental, donde estudiantes, docentes o auxiliares son ayudadas en todo momento por la DEGyD.
La situación en la Universidad del Bío-Bío era similar a la de la Universidad de Concepción. En tal casa de estudio tampoco habían protocolos claros respecto al abuso entre pares universitarios, ni existía una Dirección encargada de acompañar a las víctimas. Desde la mesa de trabajo, explican que tales regulaciones solo existían en temáticas de acoso laboral entre subordinados, pares administrativos o académicos.
Además, enfatizan en que la poca claridad en torno a estas problemáticas decantaban en un sumario administrativo, y la violencia de género se reducía a un artefacto: "Si bien el mecanismo, en definitiva, sigue siendo un poco el mismo, la manera en que se está abordando es lo que está cambiando. Y por otro lado estamos tratando de visibilizar la violencia de género no tan solo como violencia física, sino también psicológica y por eso también están apareciendo más denuncias, que al final van ayudando a que el proceso se vaya nutriendo". Por lo mismo, entienden que a medida que avanzan se topan con otras exigencias que ayudan a nutrir aún más el proceso.
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Asimismo, no solo la creación de la Dirección de Género y Equidad (DIRGEGEN) resultó en un triunfo de las movilizaciones de 2018, sino que les dio la posibilidad de reconocer oficialmente la mesa de trabajo triestamental y pretende dar respuestas a un petitorio formal por tres años.
De igual manera los planes son lograr consolidarse como una mesa con individuas que puedan ir rotando a medida que pasa el tiempo, todo ello pensando en las necesidades futuras de la comunidad universitaria.
Por lo mismo y, entendiendo la lentitud de los procesos de trabajo en conjunto con las autoridades máximas de la Universidad, consideran que a grandes rasgos las ganancias del mayo feministas son más bien puntuales, pero se ve fuertemente reflejada en el trabajo a largo plazo de la mesa, que no solo incorpora temáticas feministas y contra la violencia de género en sus petitorios, sino también se enfoca en aristas de salud mental o protocolos administrativos y universitarios.
Al respecto, indican que "estamos trabajando con otras direcciones de la Universidad. Nuestro trabajo es minucioso porque el petitorio apunta a casi todas las direcciones generales y, por lo mismo, estamos tratando de llevar el trabajo con cada unidad de manera separada pero a la par, para que estos cambios se produzcan en las direcciones pero que sea en conjunto».
Por lo demás, ambas universidades se vieron en la obligación de impartir programas de equidad de género. Para la UBB esto se tradujo en un programa de tutores y tutoras donde se tocan temas de género a estudiantes de primer año y las nuevas generaciones, además de la necesidad de tener paridad en la bibliografía de los ramos impartidos por la institución.
Lo mismo para la Universidad de Concepción, donde se planteó que parte de la bibliografía debería tener un enfoque feminista, e instaurar ramos de equidad de genero obligatorios o electivos dentro de las carreras de la casa de estudios penquistas.
Por añadidura, se exigió en ambas casas equiparar la cancha en el plantel docente respecto a la cantidad de profesoras versus profesores contratados por las instituciones. Y, para el caso de la UdeC, se exigió regularizar las remuneraciones entre ambos sexos creándose una mesa de trabajo institucional para tales efectos.
Sin embargo, ningún cambio habría sido posible -por más mínimo- sin el arduo compromiso de las compañeras movilizadas por semanas consecutivas, que paralizaron un país para instalar de una vez por todas las necesidades y las urgencias de la lucha contra el patriarcado y la enseñanza machista inserta en las aulas y espacios universitarios.
Tal y como explica la mesa triestamental de Mujeres Autoconvocadas Farcodi, lo que hicieron las estudiantes de todo Chile durante el mayo feminista "fue la clave para motivar a miles de otras mujeres a sumarse a este movimiento", articulando grupos de trabajos en pos de la la eliminación de todas las violencias y, por supuesto, de todos los espacios y cotidianidades.
Fotografía principal: Colectivo La Zarzamora | GraficaKallwe