Resultan patéticos los titulares de los grandes medios de comunicación en Latinoamérica, anunciando el fracaso de la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) desde antes que realizara. Lo mismo con quienes criticaron la opción de una moneda común, como lo planteó Lula en su llegada a Buenos Aires. Más patéticas aún resultaron las demandas judiciales contra Cuba o Venezuela, por violación a los DDHH, interpuestas por partidos de derecha argentinos, acciones cacareadas por la prensa del continente, que terminó por presionar a Nicolás Maduro a no asistir, para evitar contaminar con estos ruidos, el renacer de un órgano fundado en Caracas, justamente por Hugo Chávez, en 2011.
Por Joaquín Pérez
Termina siendo patético cuestionar la situación de derechos humanos en naciones que viven sus penurias, principalmente por el asedio y bloqueo económico-comercial que sufren por parte Estado Unidos, y en paralelo, no solo guardar silencio, sino que respaldar a un gobierno como el de Perú, que ha cometido sucesivas masacres de población indígena, reprimido violentamente manifestaciones y coartado las libertades civiles y políticas.
Por otra parte, es lamentable que quien encabece los cuestionamientos sea el presidente de Uruguay, un país con escasa gravitación geopolítica regional.
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Hasta Boric y su vergonzosa cancillería, que repite siempre el libreto de la embajada Norteamérica en contra de Cuba, Nicaragua y Venezuela, se vio obligado a hablar de la incursión policial en la Universidad San Marcos en Lima, que concluyó con la detención ilegal de centenares de personas que buscaban allí refugio.
Pero a pesar de todo ello, la CELAC renació, probablemente no con el ímpetu de los años de Hugo Chávez, donde efectivamente se mostraba como el contrapeso a la OEA, o más bien, como la superación de la OEA.
Recordar que en aquellos años se expulsó a Honduras, tras el golpe militar y derrocamiento del presidente Zelaya, donde tuvo activa participación el gobierno norteamericano, a través de sus bases militares. Esta vez, no se expulsó a Perú, a pesar del golpe que muchos denuncian, habría sido gestada desde la embajada de los Estados Unidos en Lima.
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Sin embargo, se logró sacar adelante una declaración, firmada por los 33 países, con más de 100 puntos de consenso en pos de "promover la unidad y la diversidad política, económica, social y cultural de los pueblos".
El documento insiste en la defensa de los recursos naturales y estratégicos, exige de manera reiterada el levantamiento del bloqueo a Cuba, resalta la importancia de fomento del diálogo con Venezuela y la soberanía argentina sobre las Malvinas.
La declaración incluyó apartados específicos para el cambio climático, integración, salud, cooperación en materia ambiental, en ciencia, tecnología, innovación e infraestructura para la integración. Además, abordó temas como género, juventudes, migraciones, discapacidad, educación, cultura, cooperación en materia espacial y nuclear.
La CELAC se comprometió a trabajar contra la precarización laboral que viven los jóvenes, poniendo énfasis en el compromiso con una migración segura y regulada, rechazando toda forma de racismo, xenofobia y cualquier otro discurso de odio.
Un punto importante fue la elección como nuevo presidente protémpore -en reemplazo del argentino Alberto Fernández- de Ralph Gonsalves, primer ministro de las islas de San Vicente y Granadinas y primer caribeño a cargo de llevar las riendas de la CELAC por un año.
Uno de los ejes centrales de la discusión de la CELAC 2023 fue la situación en Perú. Presidentes como López Obrador (México), Gustavo Petro (Colombia), Luis Arce (Bolivia), Xiomara Castro (Honduras) Diaz-Canel (Cuba) pidieron el repudio de lo ocurrido y la liberación inmediata de Pedro Castillo.
El más categórico fue Gustavo Petro, quien aseguró que "Castillo perdió los derechos políticos", y se preguntó "¿cómo puede haber un presidente preso, sin que haya sentencia, que haya perdido sus funciones constitucionales?"