Dejando de manifiesto la total falta de fiscalización a los gastos públicos que utilizan día a día diputadas y diputados, un reportaje de Ciper develó el sobreúso de las tarjetas de bencina, asignada para dichos funcionarios y funcionarias de la Cámara, por parte de familiares o cercanos. Uno de estos casos lo protagoniza el diputado de extrema derecha y parte del Partido Republicano, Cristóbal Urruticoechea. Su esposa e hijo habrían realizado 38 y 2 cargas a de combustible, respectivamente, con platas del Estado.
Por Juan Contreras Jara
En medio de la implacable alza en las bencinas, resulta escandalosa la información que da cuenta de la utilización de dineros públicos para pagarle la bencina a familiares de diputados y diputadas, a través del beneficio de tarjeta para la compra de combustible que la Cámara les provee.
El convenio lo tienen con Petrobras, Copec y Shell y consiste en una tarjeta por empresa bencinera que, se supone, solo pueden manejar los y las diputadas o sus asesores, quienes deben tener una clave específica y además, informar del kilometraje. El plástico tiene un rut específico y la patente del vehículo. Pese a todo esto, con la investigación de Ciper quedó de manifiesto que la fiscalización a estos gastos es nula o no sirve, considerando el mal uso que se le da a los recursos fiscales, a través de estas prácticas.
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La compra de bencina por parte de familiares o cercanos de las y los diputados con recursos públicos, se suma a las enormes sumas que, por concepto de «traslación» o traslado, ha debido desembolsar el Estado en ellos.
En estas irregularidades, el diputado de extrema derecha, Cristóbal Urruticoechea lleva la delantera. Con respecto al gasto en traslación, el militante del Partido Republicano sumaba más de 2 millones de pesos al mes y si de compra de bencina con platas públicas se trata, según el reportaje de Ciper, Urruticoechea habría facilitado la compra de combustible para su esposa, Tamara Küpfer Moller, en 38 oportunidades. Su hijo, por otra parte, lo hizo en dos ocasiones e informando kilometrajes que no coincidían con el historial de las tarjetas, lo que demostraría que se cargó un vehículo que no es institucional, es decir, personal.
Otro caso lo protagoniza el diputado del Partido Comunista, Boris Barrera, quien al ser consultado por el gasto de sus tarjetas institucionales, habría apelado a un supuesto robo de una de estas, lo que se tradujo en la compra de bencina durante enero de 2020 por sumas que superaron el millón y medio de pesos. Pero, ¿cómo esa persona pudo comprar combustible si para ello debía manejar la clave del diputado y trasladarse en el auto inscrito como institucional?
Cabe destacar que, al momento de identificarse estas irregularidades, los y las diputadas implicadas deberían reembolsar estos montos a las arcas de la Cámara, informó su secretario, Miguel Landeros, quien agregó que no hay registros de que dicha reposición se haya hecho efectiva.
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Por ejemplo, en el caso del diputado de extrema derecha, Cristóbal Urruticoechea, las cargas de combustible pagadas con dineros públicos no siempre fueron realizadas estando él en el vehículo, sino que cuando este se encontraba justamente en la Cámara.
Un ejemplo más lo da la diputada del Partido Ecologista Verde, Viviana Delgado y su marido, que, entre abril y noviembre de este año, cargó en 14 oportunidades combustible con el rut de su esposa, quien respondió que él hace de chofer de su equipo y que no estaría recibiendo remuneraciones por ello.
Militantes de la UDI tampoco podían faltar en la lista de estas irregularidades ligadas a la bencina. Se trata del actual senador del 'uble y exdiputado por Chillán, Gustavo Sanhueza, quien registra una carga combustible en una bomba de La Dehesa, mientras se encontraba con licencia médica.
La lista es amplia e incluye a representantes de distintos partidos políticos, por lo que se advierte que el aprovechamiento de los recursos públicos, por ejemplo, en la compra de bencina por parte de sus familiares, sería una práctica generalizada al interior de la Cámara.
La situación se da en medio de una constante alza en las bencinas, que según datos de Global Petrol Price, medio dedicado a constatar los precios del diésel, autogas, keroseno y metano, la bencina en Chile sería la más cara del continente americano.