"Contra la inconsiderada avaricia": cuando Hey Arnold! abordó las naturalizadas talas de árboles en las ciudades

El icónico capítulo «Salven al Árbol» de Hey Arnold! ofrece una poderosa crítica a la tala indiscriminada de árboles en las ciudades, abordando con sensibilidad y humor la resistencia comunitaria frente al avance del negocio inmobiliario. Una historia que, décadas después, sigue resonando en conflictos urbanos como los vividos en el Gran Concepción.

Por J. Arroyo Olea

La tala de árboles en los centros urbanos ha sido una práctica constante tomada, principalmente, por organismos públicos, lo que ha significado un verdadera mutilación de especies que cumplen un rol mucho más profundo que «embellecer» las calles y plazas.

El Gran Concepción conoce de aquello; sus diferentes comunas han denunciado estas prácticas, e incluso ha escalado a la prensa nacional situaciones como la defensa de una adulta mayor en Talcahuano por un histórico árbol de su población, el cual fue finalmente sacado y se secó en el vivero municipal.

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Con esta práctica ya casi naturalizada, un capítulo de la icónica serie estadounidense Hey Arnold! aborda la defensa de la población sobre una especie de relevancia natural e histórica.

Se trata del capítulo del primer capítulo de su segunda temporada, con el título de «Salven al Árbol». En concreto, el episodio muestra las tensiones que existen entre el empresario «Big Bob» y principalmente niños y niñas; esto, a partir de los intereses del primero de instalar un emporio de beepers en el lugar donde habita «El Viejo Pit», el árbol más antiguo del barrio.

Ese punto de conflicto es el que trae los recuerdos de infancias y el proceso de construcción de las casas del árbol que han pasado de generación en generación. Pero también trae una respuesta burocrática por parte del ayuntamiento para abordar el conflicto, decantando en un protestas contra el avance del proyecto: similar a centenares de conflictos que comparten una línea similar

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De ahí que lo planteado por Gertrude Shortman, la abuela de Arnold, calza perfectamente: «este orgulloso y asediado terreno está involucrado en una injusta lucha en contra de la inconsiderada avaricia y el inconsciente progreso«. Mientras el empresario plantea que su emporio traerá beneficios, la población prioriza la defensa de un punto de encuentro y memoria.

En esta tarde de domingo, le recomiendo revisar este (u otro) capítulo de Hey Arnold!. Una serie en la que hemos colocado especial atención para utilizarla como fuente de análisis para aquello que, lamentablemente, continúa pasando o ya hemos naturalizado como sociedad.

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