Rómulo Aitken, quien se interpreta a sí mismo en la aclamada película nacional que postula a los premios Oscar El Agente Topo, posee un oscuro historial que desde el equipo de producción del filme dicen desconocer. Javier Rebolledo, coautor de RATI, comenta diversos episodios donde el ex PDI se relaciona con casos de violaciones a los derechos humanos, robo y violencia de género, entre otros delitos.
Por Christopher Cortez Alarcón
En 1991 comenzó a operar La Oficina, un organismo de inteligencia creado por el gobierno de Patricio Aylwin -sucesora de la CNI- para desarticular los movimientos de izquierda que no validaron el proceso de transición a la democracia. Por ese motivo, integrantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Frente Patriótico Manuel Rodríguez y Movimiento Juvenil Lautaro, fueron víctimas de amedrentamientos, torturas, montajes y asesinatos, con el objetivo de mantener una "paz social" que permitiera gobernar a la Concertación.
En pleno 2021, y con un alto éxito de audiencia y reconocimiento internacional, la película chilena "El Agente Topo" representará al país en los aclamados Oscar, buscando reeditar los triunfos de producciones como "Una mujer fantástica" e "Historia de un oso". En ella, el coprotagonista, Rómulo Aitken, se interpreta a sí mismo como el detective que, a través de su propia agencia, contrata a un adulto mayor para inmiscuirlo en un hogar de ancianos y cumplir con la petición de una clienta: vigilar si su madre es o no víctima de robos y maltratos.
¿En qué se unen estas dos historias? Sucede que, por obvias razones, en La Oficina, que funcionó entre 1991 y 1993, se vieron involucradas tanto la Policía de Investigaciones (PDI) como Carabineros, quienes prestaron servicios a este organismo que violó los derechos humanos durante el primer gobierno de la postdictadura pese al constante juramento de los "partidos de centro y centro-izquierda" de velar por su protección.
Javier Rebolledo, coautor de RATI, Agente de La Oficina, comentó a RESUMEN ciertos detalles del exsubprefecto, quien es acusado por el protagonista de su libro, también un ex PDI que accedió a contar su testimonio, de ejercer torturas a principios de los 90'. "No tenemos ninguna relación formal de Rómulo Aitken con La Oficina, pero llegó a cometer torturas por sus funciones como policía, donde recibía a detenidos. Aparece en el libro como parte del testimonio de Jesús Silva (el protagonista) por ser una de las personas a las cuales él vio aplicar torturas a un integrante del Movimiento Lautaro: Carlos Silva Duncan, el ‘Chino’", aseguró Rebolledo.
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Específicamente Aitken, por esos días, pertenecía a la Brigada de Investigaciones Policiales Especiales (BIPE), que fungía como brazo operativo de La Oficina, y fue parte de aquella sesión en conjunto con Jorge Zambrano y César Rebolledo, ambos miembros de la misma entidad. Pero esto no termina aquí, ya que no hubo ni hay, hasta el momento, ningún juicio contra aquellos crímenes de lesa humanidad.
Años después de cerrada La Oficina y reemplazada por la Dirección de Seguridad Pública e Investigaciones (DISPI), Rómulo Aitken llega a ser jefe de la Brigada Investigadora del Crimen Organizado (BRICO). Allí es cuando, luego de vaivenes laborales de Jesús Silva tras ser expulsado de la PDI en 1994, este último es detenido por la propia BRICO tras robar una agenda que contendría información importante sobre una banda narcotraficante y caería en las manos de Aitken, quien lo tortura e interroga junto a su mano derecha, el anteriormente mencionado Rebolledo.
Más tarde, su entonces pareja, la periodista Paula Afani, lo denuncia por agresiones, agregando a la demanda que el hombre tendría vínculos de protección con narcotraficantes, y que se apoderaría de droga y dinero incautados a delincuentes.
El actual coprotagonista de "El Agente Topo", ante estas causas judiciales, se retira de la institución policial en 2003 y funda A&A Investigaciones, agencia con la que él y su socio, Jorge Cari -también expolicía-, "asesoraron a Joaquín Lavín en su campaña presidencial de 2005. En ese momento, se le acusó a Michelle Bachelet de haber participado como doctora en el secuestro de Cristián Edwards", según cuenta Javier Rebolledo, montaje que habría sido ideado por el propio Aitken.
El 7 de junio de 2005, se detiene al exagente tras acusaciones de sobornos y faltas a la probidad, delitos que se le investigaban desde 1995. Después de permanecer prófugo de la justicia, cae a la Cárcel de Alta Seguridad, desde donde salió el 28 de julio del mismo año cancelando una fianza de $200.000, tal como lo detalla la prensa de la época.
No es difícil encontrar información acerca de Rómulo Aitken en internet. Pese a eso, Maite Alberdi, la directora de la producción, ha declarado en diversas ocasiones que no sabían del pasado del líder de la agencia A&A.
"El plan original era hacer un film noir, una suerte de película de detectives. En ese intento conocí al investigador privado Rómulo Aitken, con quien incluso trabajé como asistente. Con el equipo de trabajo del documental, nos dimos cuenta que las investigaciones que ellos hacen en los asilos de ancianos nos daban además la posibilidad de mostrar la realidad de la tercera edad", comentó a La Tercera en septiembre pasado.
"Hay una entrevista donde Rómulo Aitken menciona que Maite Alberdi llega con el caso, y que él la ayuda", explica Rebolledo, mientras que la directora señala, contradictoriamente, la cita anterior, y que ella no conocía esta historia. "Yo creo que acá hay un tema ético que se debiera dilucidar. Son dos versiones y una de las dos es mentira. Es difícil sostener la tesis que no lo conocían con toda la información que hay a la vista, considerando que en la productora son profesionales, que trabajan haciendo investigación", añade el también autor de la "Trilogía de Los Cuervos".
Es más, el equipo de producción de El Agente Topo, emitió un comunicado hace unos días explicando que a raíz de la publicación del libro RATI de Javier Rebolledo y Dáuno Tótoro, entraron "en conocimiento de una variedad de acusaciones -sobre hechos acaecidos en democracia- basadas en testimonios en contra de un grupo de personas, entre ellas Rómulo Aitken, quien aparece en nuestra película".
Añadieron que, una vez leído el escrito, son "enfáticas en censurar la violación a los derechos humanos independiente de donde provenga. Cuando filmamos la película, no había sobre Rómulo Aitken ninguna causa ni acusación con temas relacionados con derechos humanos, ni condena penal en cualquier otro asunto. Esperamos que estas acusaciones que han sido recientemente develadas sean debidamente esclarecidas".
Es así como, probablemente, continúe sin realizarse juicios de ninguna índole para los participantes de La Oficina. No sería sorpresa que la impunidad se sostenga así como se hizo con la mayoría de las y los involucrados en la represión sucedida en la dictadura cívico-militar, varios de los cuales actualmente ocupan altos cargos políticos, públicos y privados.
Las acusaciones que recaen sobre Rómulo Aitken, quien paradojalmente hoy postula a uno de los premios más importantes del cine mundial, son graves desde el punto de vista de los derechos fundamentales. Pero aquello es sólo una fracción, ya que, así como estos hechos son bastante poco conocidos, sí están debidamente documentados sus vínculos con robos, obstrucciones a la justicia y otros delitos relacionados con la ley de drogas. Por si fuera poco, también tuvo un controversial paso por la vereda política, de la mano del nuevamente candidato a La Moneda, Joaquín Lavín.
Sin duda, y obviando su posible culpabilidad en crímenes de lesa humanidad, cabe preguntarse entonces: ¿Cómo es posible que una persona con tamaño historial llegue a participar del comando de una campaña presidencial? ¿Cómo es posible que se contraten sus servicios investigativos para una película cuya producción posee nexos internacionales, sin averiguar antes de quién se trata y, por estas cosas que tiene la vida, termine quizás asistiendo a una gala de los premios Oscar? Tal como ha buscado siempre Maite Alberdi, la realidad superó a la ficción, aunque tal vez lo notaron demasiado tarde.