EDITORIAL| Venezuela vista desde Chile: democracia rogando y con el mazo dando

Hoy por hoy, hay pocos países que provoquen tanto posicionamiento ideológico como Venezuela, ya sea por la retórica o por el rumbo político del proyecto bolivariano; nadie queda indiferente frente a este proceso. Ahora bien, es lamentable que las elecciones de este 28 de julio nos den la oportunidad de entrar en un debate interesante, triste porque nuestro cotidiano solo transita por coyunturas cortoplacistas y el "tema Venezuela" no escapa a ese análisis pobre y desinformado.

Esto es evidente en los medios de comunicación, que desde Mega y hasta CNN, en el duopolio de la prensa y en las radios comerciales solo hacen de este evento electoral un show más parecido a un reality, lleno de emocionalidad y con muy pocos datos duros e información detallada. Poco se puede esperar de los medios masivos, como en otros asuntos, el efectismo los consume, medios presionados por el avisaje empresarial, también por el ecosistema político que, en Chile, es antichavista desde el primer día.

Pero lo más patético viene de parte, una vez más, del gobierno de turno. Boric ha levantado un discurso antimadurista desde hace años, un recurso que le habría servido para tranquilizar a las derechas chilenas, como si eso fuera posible. Esta monserga democratista, llamemos así al uso maniqueo de la defensa del concepto de democracia, se ha profundizado en su mandato llegando al ridículo, informado por el medio venezolano NTN24 convocado junto a tres medios a un punto de prensa con el canciller Van Klaveren, donde sorpresivamente irrumpe Boric y se extiende en su opinión acerca de las elecciones y la "democracia" en el país bolivariano.

Este tipo de acciones, destempladas, lo instalan en la lógica de la superioridad moral, tan propia de los progresismos sociolaborales que representa, insistiendo en dar lecciones de blancura política por ser él un demócrata puro.

Se le olvida a Boric que tiene a una parte importante del país militarizado, que aún vivimos bajo una Constitución pinochetista y que miles de personas sufren por no tener acceso a derechos básicos como el trabajo digno, la vivienda y la salud, entre otros; eso también es democracia, porque significa igualdad de condiciones para participar del debate público.

En Derechos Humanos tampoco Chile anda mejor. Las deudas son significativas, se acumulan y se gestiona de pésima forma la frágil institucionalidad creada. Veamos el estado del INDH o del financiamiento a los sitios de memoria. Además, se siguen vulnerando derechos contra los pobres, mapuche, mujeres, infancias, las disidencias sexuales y tantas otras discriminaciones que a diario se viven en esta "democracia".

Pero Venezuela sirve. A derechistas y progresistas les sirve hablar mal de un país que enfrentando al peor enemigo del mundo -Estados Unidos- ha sobrevivido y hoy emprende su resurgimiento, marcado por el mayor crecimiento económico del continente y una inflación controlada. Pero eso no se dice, para seguir dando mazazos hipócritas mientras la boca se llena de letanías que le rezan a la democracia.

 

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