El regalo de cumpleaños del Gobierno a Carabineros: no transformar una policía impune y corrupta

En esta columna de opinión se analiza el actual estado de Carabineros de Chile en el marco de su aniversario 98, cuestionando el rol del Gobierno que, lejos de impulsar una transformación profunda, estaría perpetuando la impunidad y corrupción estructural que caracteriza a Carabineros, a pesar de las promesas de refundación y garantías de no repetición.

Por Caronte Meursault 

Hoy Carabineros de Chile cumple 98 años. La administración política que asuma el próximo año tendrá la «venia» de celebrar próximamente el centenario de una institución que ha pasado por profundos cuestionamientos por parte de la población durante la Historia del país, y sobre la cual hoy prima un manto de impunidad y profunda corrupción que se acumula frente a una mirada pasiva y cómplice de la clase política-empresarial.

No fue hace mucho cuando parte de esa clase política nos planteó que no solo reformaría Carabineros, sino que transitaríamos hacia una nueva policía. El programa de Gobierno de la actual administración, donde convive el Frente Amplio, la Concertación y el Partido Comunista, planteó como punto: «avanzaremos en un conjunto de medidas de Garantías de No Repetición, entre las que destacan la refundación de Carabineros. En la nueva policía se reforzará, entre otras cosas, la subordinación al poder civil, una regulación legal del uso de la fuerza y una formación transversal en DDHH».

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Hoy, la letra muerte pesa sobre quienes quieren volver a administrar la institucionalidad del Ejecutivo. Los mismos que no movieron ni un papel para transformar profundamente a las policías, durante estos años no han hecho otra cosa que reforzar el peso de la impunidad, entregar mayor poder de fuego y garantías a una policía corrupta y, por si fuera poco, validar mecanismos de inteligencia y persecución que no necesariamente apuntan a combatir al crimen organizado y al narcotráfico.

Y es que las irregularidades han continuado. Justicia y Verdad son aún exigencias vigentes, pero en el contexto postdictatorial. El asesinato de Alexis Astorga en febrero del año pasado a manos de agentes de civil en Colbún –cuyo sumario fue suspendido-, o la muerte de Erick Apablaza Muñoz en enero de 2024 en la Comisaría de Cauquenes dan cuenta de la permanencia de aquella lógica impune que está en el ADN del Estado chileno.

Porque cuando los afectados son los policías, el grito llega al cielo; pero cuando Carabineros protagoniza vulneraciones, asesinatos, casos de corrupción o de narcotráfico, pareciera ser que una nube los tapa, o la clase política decide no pronunciarse sobre su participación.

Pues bien, quizás ese es el regalo de cumpleaños que le entrega el Gobierno a Carabineros: Una impunidad bajo el brazo y el perdonazo de su corrupción.

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