Héctor Ríos realizó su primera película en solitario cuando gestó Entre ponerle y no ponerle. El film, estrenado en el año 1971, relata las miserias del campesinado chileno arrojado a la indigencia física y espiritual, que lo entrega «en bandeja» al alcoholismo.
Por J. Murieta
Se trata de unos de los films más importantes producidos por el mítico Cine Experimental de la Universidad de Chile.
El alcohol como freno de la conciencia de lucha de la clase trabajadora. El alcoholismo como la alternativa para sumergirse en la autodestrucción individual en vez de la confrontación con un sistema de vida aniquilante y que no ofrece alternativas de vida para los pobres.
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Marx decía que la religión es el opio del pueblo. Podríamos decir que para los chilenos el alcohol parece ser una religión. Un religión arraigada en lo más profundo del ser nacional.
En 13 minutos, Ríos filma el testimonio con la voz en off de Nelson Villagra como el ex alcohólico y Shenda Román como su esposa, hablando del dolor que tiene al haberle provocado sufrimiento por tanto tiempo a su familia por culpa del trago.
El alcohol y la virilidad masculina, la violencia machista, el alcohol como refugio a la miseria. Puedes verlo acá.
Te dejo la sinopsis:
«El relato en off de un ex alcohólico, ahora rehabilitado, es acompañado de imágenes de borrachos. A través de las distintas aristas relacionadas con el consumo de alcohol, el cortometraje documental caracteriza sus consecuencias y lo identifica como la principal arma de la burguesía para apaciguar la sed del pueblo.»