Tanto la crisis climática con olas de calor inéditas, que han hecho superar las marcas en las principales ciudades de Europa, unido a la inminente crisis energética motivada por la guerra económica paralela a la guerra de Ucrania, ha llevado a los Estados de la Unión Europea a establecer una serie de recortes, tanto en el uso de energía y de agua sin precedentes desde el término de la segunda guerra mundial.

Joaquín Pérez

La mayoría de los países han adoptado medidas para limitar la temperatura de la calefacción y el aire acondicionado, por ejemplo, el estado Español ha puesto límites para el uso de aire acondicionado: no se puede bajar de los 27 grados en verano, cuando muchas ciudades pasan de los 40 grados en las horas de más calor. Por su parte en invierno no se puede subir más allá de los 19. Además de apagar las luces de los escaparates y exteriores a partir de las 22 horas.

Las medidas que ya se están aplicando, pretenden generar un ahorro para un invierno que se prevé durísimo si se corta el suministro de gas Ruso a Europa Occidental como consecuencia del involucramiento de la Unión Europea en el conflicto de Ucrania, tanto por el envió de material bélico a esta última, como por las sanciones económicas que en teoría pretenden someter a Rusia, pero se han vuelto como un boomerang contra sí.

En Alemania, ciudades como Berlín, Munich o Hannover, ya han comenzado a apagar la iluminación en monumentos públicos o han cerrado el agua caliente en instalaciones públicas. Algunas ciudades alemanas anunciaron que apagaran los semáforos en momentos de poco tráfico.

El Gobierno francés ha abogado por prohibir la publicidad luminosa en todas las ciudades entre la 1 y las 6 de la mañana, además de prohibir que los comercios tengan las puertas abiertas mientras funcione el aire acondicionado.

Cataluña anunció la restricción parcial de agua en la ciudad de Barcelona, la cual aún no supone afectar a las viviendas, sino principalmente usos comerciales o públicos.

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