Todas las democracias occidentales cerraron los ojos cuando los militares dirigidos por el general Franco se alzaron contra la República, iniciando la larga y cruenta «Guerra Civil Española». Las democracias europeas y occidentales abandonaron a la flamante República, mientras los nazis alemanes y los fascistas italianos brindaron todo su apoyo a los golpistas.
Por Joaquín Pérez
En el estado español, se ensayaron todas las barbaridades que los regímenes nazi-fascistas trasladarían solo unos años más tarde con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Una de estas barbaridades, que superaba todo lo visto anteriormente en las guerras modernas, fue el bombardeo indiscriminado de la población civil, como ocurrió en la localidad vasca de Gernika el día 26 de abril de 1937. La Legión Cóndor alemana y la Aviación legionaria del régimen fascista italiano arrasaron esta localidad con el objetivo de infundir el terror en el pueblo vasco, uno de los principales bastiones de la resistencia antifascista durante la Guerra Civil Española (1936-39). De este triste episodio queda la conocida obra de Pablo Picasso, que convirtió en universal e imperecedero este crimen de lesa humanidad.
Sin embargo, el estado español y la democracia pactada nacida tras la muerte de Franco tienen una deuda gigante con la memoria histórica respecto a las masivas ejecuciones y violaciones de los derechos humanos ocurridas durante la Guerra Civil y tras las cuatro décadas de dictadura franquista (1936-1976).
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Recién el 20 de octubre del 2022 entró en vigor una «Ley de Memoria Democrática», que ha sido considerada insuficiente por muchas organizaciones memorialistas, pero representa un paso adelante tras largos años de silencio, impunidad y olvido. En esta ley se regula los «Espacios de Memoria», y en este contexto, la Villa de Gernika ha reclamado convertirse en un sitio de memoria histórica. Inicialmente, solo la Casa de Juntas de la Villa había logrado esta declaración, pero hoy todo el espacio urbano de la Villa posee esa declaratoria «en recuerdo del bombardeo que sufrió la villa en 1937 y la masacre de su población civil». Esto fue posible tras la aceptación de las alegaciones presentadas por varias instituciones vascas, entre ellas las Juntas Generales de Bizkaia, el Ayuntamiento del municipio, Gogora (Instituto Vasco de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos) y la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) por parte de la Dirección General de Memoria Democrática dependiente del Gobierno español.
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En un principio, el Ejecutivo estatal inició el procedimiento para declarar únicamente la Casa de Juntas de Gernika como Lugar de Memoria. Sin embargo, tras presentar alegaciones, se logró ampliar la declaratoria a todo el espacio urbano de Gernika como símbolo internacional de la masacre a la población civil. El origen de este reconocimiento es parte de los acuerdos políticos firmados en su momento por el jefe de estado español Pedro Sánchez (PSOE) y la izquierda independentista vasca de Euskal Herria Bildu, necesario para mantener las mayorías en el congreso de Madrid. Tras las recientes elecciones, nuevamente los socialistas españoles dependen de los votos de las izquierdas independentistas tanto vascas como catalanas, que consideran la memoria histórica como uno de los temas relevantes a la hora de brindar apoyos o abstenerse en las votaciones del congreso español.