Recientemente la Comisión asesora presidencial para la actualización de la Medición de la Pobreza en Chile entregó su informe final, en el que se incluyen una serie de recomendaciones para incluir en la construcción de políticas públicas bajo nuevas y urgentes visiones. En contacto con RESUMEN, el economista de Fundación SOL, académico de la Universidad de Chile y comisionado del espacio, Gonzalo Durán, profundiza en estos elementos.
Por J. Arroyo Olea
Pregunta: A su criterio, ¿Cuáles son los principales aportes de la Comisión?
Respuesta: En relación a los aportes diría que, por una parte sincera sobre las cifras de pobreza en nuestro país, era muy extraño que tengamos una cifra de un 6,5%, incluso menor a la que tiene Canadá. Y al actualizar la metodología tendríamos al menos un 22,3 % para el año 2022.
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Eso es un aporte, porque nos transparenta de forma muy directa cuál es el problema de la pobreza en el Chile, de los 30.000 per cápita. Por lo tanto, pone en manifiesto una de las contradicciones más crudas del sistema capitalista, donde vamos a tener que hay una minoría que acumula ingresos, pero también hay un vasto porcentaje de la población que se encuentra en situación de pobreza.
Por otro lado, ilumina una serie de aspectos que enriquecen la discusión social sobre el bienestar social, en lo que tiene que ver el indicador de la pobreza multidimensional, por ejemplo, lo que tiene que ver con la dimensión de trabajo y al interior de esta dimensión la comisión ha incorporado un indicador para los cuidados.
Ahora, una persona que realice tareas de cuidados y que por culpa de eso no trabaje o esté en desempleo, esas personas van a ser consideradas carentes y por lo tanto vamos a poder generar políticas públicas al respecto. Hay que recordar que lo que no se ve, lo que no se mide, finalmente no es materia de escrutinio ni de debate público. Entonces eso también es un aporte, visibilizar nuevos fenómenos, nuevos problemas que están sucediendo en la sociedad contemporánea.
Otro aporte que hace la comisión tiene que ver con la recomendación de generar dos líneas de pobreza diferenciadas, una para los propietarios y otra para los arrendatarios de las viviendas. Con esto se pone término a la práctica del alquiler imputado, que básicamente consistía en añadir como fuente de ingreso a los hogares lo que cuesta un arriendo en el barrio.
Cuando tú eres dueño de una vivienda o estás pagando esa vivienda, en rigor ese ingreso es un ingreso ficticio que no permite ser utilizado para comprar bienes y servicios. Y por lo tanto pueden existir casos de personas que tengan ingreso monetario igual a cero, pero que por el hecho de que existe un alquiler imputado en esos casos, terminan estando fuera de medición de la pobreza. De hecho, en la Casen del 2022, la comisión detectó que habían 24.000 hogares en esa situación, hogares que tenían ingresos monetarios igual a cero, pero que superaban la línea de la pobreza exclusivamente por el ingreso ficticio, que es el alquiler imputado. Entonces es un aporte tremendo que la comisión hoy día diga que esa práctica se acaba y, por lo tanto, esa pobreza que está subestimada ahora va a poder estar estimada de una manera mucho más precisa.
P: Con su análisis realizado ¿Cuál es la radiografía que se puede hacer sobre la pobreza en Chile?
R: En primer lugar, que la pobreza ya no es un 6,5%, sino un 22,3% al menos. Que para las personas que son mayores de 60 años, la pobreza ya no es un 3%, sino que es al menos un 18%. Por lo tanto, tenemos un cambio que es casi de seis veces en orden de magnitud.
También podemos ver que para las personas que viven en Antofagasta, en la región más rica de Chile, que tiene un PIB per cápita en moneda comparable de 90.000 al año, se observan altos niveles de pobreza cercanos al 20%.
Entonces, tenemos una radiografía mucho más completa de lo que es la situación de la pobreza y que tiene bastante consistencia. Con las crisis que se están viviendo hoy día en la economía real, como por ejemplo la crisis en el trabajo, que tiene a la mitad de las y los trabajadores ganando menos de $583.000 líquidos y que tienen que vivir altamente endeudados, muchos de ellos tienen que pagar las compras alimenticias con tarjeta de crédito.
Y también está en sintonía con la crisis que existe en el sistema de pensiones, donde tenemos pensiones que en su mayoría están por debajo del salario mínimo. Y hoy en día estas cifras están en consonancia con estas crisis que acabo de mencionar. Por lo tanto, el sistema se hace mucho más coherente.
P: Algunas voces han cuestionado esta propuesta de nuevo cálculo ¿Por qué piensa que es importante incluir este tipo de mediciones?
R: Diría que es muy importante que este tipo de mediciones como la pobreza tengan este tipo de actualización cada cierto tiempo.
En en este caso en particular, la actualización es cada 10 años. Uno podría recomendar que ojalá fuera más reciente y eso tiene que ver con que la sociedad va cambiando. Los patrones de consumo, por ejemplo, no son los mismos de hace cinco, seis o siete años, y por lo tanto tenemos que ponernos a la altura. De los nuevos desafíos y de la nueva realidad.
Si no hacemos eso, vamos a tener cifras que no representan qué es lo que está pasando en el Chile actual. Y eso básicamente es como subestimar la pobreza y esconder un problema que es de los más importantes que hoy en día tiene Chile
P: Considerando el escenario actual ¿Esta pobreza aumentaría los próximos años de no abordarse integralmente? ¿Por qué?
R: Eso va a depender mucho de lo que suceda en el mundo del trabajo. Hoy en día hemos visto que los salarios, en particular el salario mínimo, ha tenido ciertas alzas y por ese lado uno podría decir que eso va a ser positivo para el combate de la pobreza. Sin embargo, cuando nosotros vemos las nuevas recomendaciones para la medición de la pobreza, el impacto que tiene esa alza en el salario mínimo se va a ver bastante reducida.
Piensen que un salario mínimo, por ejemplo, de $529.000 brutos, que significa algo así como $422.000 líquidos, con la nueva línea de la pobreza va a alcanzar para una canasta básica de alimentos para una persona que está valorada en cerca de $110.000, y luego el resto alcanzaría para financiar un arriendo básico con una pieza, algo así como $310.000 al mes. Por lo tanto, eso es bastante insuficiente.
Entonces, los nuevos parámetros que hacen más exigente la medición va a ser que haya una presión mucho mayor sobre lo que es la discusión de los salarios y del bajo valor de la fuerza de trabajo. Hoy en día en Chile, el origen de la gran desigualdad que existe en los ingresos se explica mayoritariamente por la situación del trabajo y, por lo tanto, mientras no se resuelva ese problema a través de mejores políticas en términos de negociación colectiva, sindicalización, derecho efectivo a huelga y además un salario mínimo que sea suficiente para satisfacer las necesidades del trabajador o trabajadora y su grupo familiar, vamos a estar sujetos a una incertidumbre y a unos niveles de pobreza que probablemente va a ser muy difícil que puedan bajar.
Entonces, esto también es un llamado a quienes discuten sobre temas públicos; que podamos atender los problemas fundamentales de la sociedad. Está bien el crecimiento económico, pero además se necesita una mejor distribución de los ingresos.
La pregunta que hay que responder siempre es ¿Quién crece cuando Chile crece? Y hoy día esa respuesta lo vemos con la conclusión del informe de la comisión asesora, que nos dice que estamos ante una situación de prácticamente una de cada cinco personas que viven en Chile estarían en situación de pobreza. Eso en un contexto de un país que ha alcanzado los 30.000 per cápita en moneda comparable y que bajo estándares internacionales somos un país de ingresos altos que pertenecemos al club de países ricos de la OCDE.
Esto es un gran llamado de atención para que podamos atender estos problemas estructurales, que tienen que ver con la desigualdad de ingresos.