Con esta histórica victoria del izquierdista partido Tāvini Huiraʻatira (Servidor del Pueblo), queda con mayoría absoluta en el parlamento local de esta colonia de Francia en medio del Pacífico (donde realizó las pruebas nucleares en Mururoa), teniendo como una de sus principales propuestas la realización de un referendum independentista para romper con los últimos vestigios del decadente imperialismo francés.
Por Alejandro Baeza
La «Polinesia Francesa» es una unidad administrativa política en Oceanía que agrupa a 118 islas, siendo Tahití, la más conocida de todas. Esta entidad fue creada en 1889, en medio de la expansión del imperio colonial francés por el Pacífico y África en el Siglo XIX. Se encuentra dentro de los territorios no autónomos por ser descolonizados del Comité Especial de Descolonización de la ONU.
Cuando fue creada Naciones Unidas tras la Segunda Guerra Mundial, se instó a Francia a dar la libertad a este territorio (entre muchos otros), por lo que París dejó de llamarles «colonias» y reemplazándolo por «territorios de ultramar», aunque de facto, es lo mismo (situación en que también se encuentra la «Guayana Francesa» en Sudamérica).
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Tras la independencia Argelia conseguido por el Frente de Liberación Nacional, Francia ya no pudo seguir realizando sus ensayos de armamentos nucleares en este espacio y tuvo que moverlos hacia el el atolón de Mururoa en la «Polinesia Francesa» en la década de los 70, para luego ser reanudadas en la década de los 90, siendo profundamente rechazadas con protestas sociales a nivel internacional.
El país ha conseguido ampliar progresiva y lentamente condiciones de autonomía desde 1977, pero con el conteo de votos finalizado este lunes 1 de mayo marcan un hito histórico a favor de la independencia: La formación de izquierda independentista Tāvini Huiraʻatira (Servidor del Pueblo) consiguió el 44,3% de los votos, prácticamente doblando el número alcanzado hace cinco años. El sistema electoral de la Polinesia Francesa reparte proporcionalmente dos terceras partes de los escaños, mientras que el otro tercio va al partido ganador. De esta forma, el partido se queda con 38 de los 57 representantes a la asamblea parlamentaria, la mayoría absoluta.
El auge del independentismo en la Polinesia Francesa ya se demostró el año pasado, cuando el partido consiguió los tres diputados que corresponden para el archipiélago a la Asamblea Nacional Francesa en París.
En una entrevista de hace un mes, el próximo presidente, Moetai Brotherson, señaló que el camino hacia el soberanismo seguiría «todos los medios democráticos y legales, sin ninguna violencia». «La independencia nunca se impondrá, será una elección que harán, o no harán, los polinesios al final de un proceso de autodeterminación», añadió. Sin embargo Brotherson debe negociar con París, pues en última instancia es la capital colonial quien debe reconocer la independencia dentro de su legislación. «Inevitablemente, habrá un acto de autodeterminación al final de este proceso y serán los polinesios quienes escogerán» indicó el futuro presidente.
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No obstante, los polinesios tienen un ejemplo a seguir: Nueva Caledonia. Después de arduas negociaciones con el gobierno francés, logró pactar tres referéndums de independencia, el último de ellos celebrado en 2020, donde eligieron seguir siendo una colonia.
*Imagen obtenida del Facebook de Tāvini Huiraʻatira.