La agonía de un epitafio evitable

Mi nombre es Jorge, soy profesor al igual que mi compañera, mi novia, mi esposa, Elizabeth quién me dejó después de luchar contra un cáncer muy agresivo. Me dejó este martes pasado, mientras se aferraba a la vida con fuerza tratando en cada bocanada de respirar más profundo, mientras una de mis manos tomaba su mano y la otra humedecía sus labios con algodón y agua. Se fue, a 3 meses de su diagnóstico, dejando proyectos, casarnos, tener hijos y un gran vacío. Se fue llena de amor, abrazada a sus hijos de su antiguo matrimonio y conmigo siempre a su lado. Lo lamentable de este relato es que se fue, cuando esto pudo haberse evitado. 2 años antes ella empezó con un malestar al estómago, luego de ir al Cesfam la receta fue suero y Viadil, mientras los médicos decían y repetían "solo es gastritis, así que un poco de Omeprazol y para la casa. Pasó el tiempo y los dolores se hicieron más frecuentes e intensos.

Oscilábamos entre el Cesfam, urgencias del hospital y médicos particulares. Siendo siempre atendidos por esos médicos de ahora, pomposos, algunos más preocupados de los músculos que en hacer bien su trabajo. Lamentable fue darnos cuenta que "el monito baila con plata" y por más ayuda que buscáramos, la espera era demasiado larga, 4 a 5 meses para ser atendidos por un "gastroenterólogo" que lo único que hace es cuestionar y dar omeprazol porque eres Fonasa. Por esto me arrepiento y siempre será mi estigma, el que mi esposa y yo no hayamos elegido otra carrera, quizás alguna ingeniería, algo que nos hubiera dado más plata. Lo cierto es, que el sistema de salud chileno no es preventivo en nada y los mal llamado doctores, que de doctor no tienen nada, son sujetos carentes de virtudes tan básicas para un profesional como la curiosidad, las ganas de investigar y el buen trato con las personas. Por eso insisto, a nuestros médicos les falta suspicacia, pues cómo no van a tener la providencia de, si una persona se acerca a un centro de salud más de 5 veces por los mismos malestares y con los mismos síntomas, quizás sea tiempo de indagar un poco más, derivar al paciente, orientarla y no solamente decir pongámosle suero y para la casa.

De esto solo destaco a un Doctor, de esos que jubilan, pero que siguen atendiendo, el tener la paciencia y osadía de ser asertivo con los exámenes y de haber sido quien lograra determinar a 5 meses de dejarnos, que mi esposa padecía cáncer gástrico. Con esto, también quiero criticar profundamente el trato y el actuar de urgencias, que al igual que un McDonald’s, solo les interesa recibir el pedido (atender pacientes) y despachar rápido, siendo esto último una epifanía, ya que estábamos horas e incluso días en el interior de urgencias en esas sillas incómodas, mientras el suero bajaba y mi esposa agotada con todos los dolores y angustia que conlleva tener cáncer, esperaba una respuesta alentadora, pero finalmente llegaban los resultados de los exámenes que decían todo lo que ya sabíamos y no concluían en nada. Aquí me detengo y solo agradezco a una médica que se merece ser llamada Doctora, tenía un apellido común y se notaba que tenía calle. Ella amablemente se presentó y tuvo la visión de mandar a hacer un escáner. Aquí ya el desenlace, cáncer muy ramificado, el cual sería corroborado por el equipo de oncología y catalogado como terminal, de ahí la derivación a paliativos y ahí el trato más amable y considerado que tuvimos. Ojalá todos los servicios de salud fueran como ellos.

Ahora para terminar, solo dejo en la palestra el querer saber qué hacen finalmente con nuestro 7% descontado por Fonasa, mi pensamiento se vuelve obsceno al tratar de aclarar en lo que realmente se ocupa. Al final, lo que pude notar es que todo se trata de una malísima administración y una aún peor gestión. Reducir el tiempo de espera de los exámenes, dependencias más cómodas y médicos de verdad, es lo que se necesita.

Jorge Cortés

Imagen de contexto extraída de minsal.cl

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