La región de La Araucanía enfrenta importantes desafíos en equidad de género laboral según el boletín elaborado por el Sence regional. Persisten brechas en ocupación, remuneración y roles de cuidado para las mujeres, destacando la necesidad de medidas concretas. La seremi regional del Trabajo y Previsión Social, Claudia Tapia, explicó las consecuencias detrás de la problemática, además del enfoque actual del gobierno para solventar su impacto en las mujeres de la zona.
Por Michelle Martínez
En La Araucanía, históricamente se han observado brechas en la participación de la mujer en el campo laboral. De acuerdo a lo explicado por el Sence, en su boletín "Brechas de género y mercado laboral" -emitido en el contexto del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer- la ocupación femenina de la región se ha visto marcada por la manera en que las barreras y estereotipos de género han influido en su inserción al mercado laboral.
A pesar de los avances observados desde 2021, de acuerdo al documento, la informalidad, la masculinización del empleo y la inactividad de la mujer en el mercado laboral señalan la urgencia de políticas para promover la autonomía económica. De igual manera, la problemática descrita guarda relación con el rol que ha mantenido la mujer en ocupaciones de cuidados. Así lo describe Claudia Tapia, seremi del Trabajo en La Araucanía.
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«En la región de La Araucanía, se ha levantado información respecto de los cuidadores, informalidad, además de los servicios asociados a la cartera de trabajo y prevención social. Tenemos alrededor de un 35% de informalidad y eso no es adecuado por dos razones. Uno, porque las mujeres no se encuentran cubiertas respecto a la seguridad y la salud laboral. Y dos, porque las mujeres tienen pensiones mucho menores que los varones. Todas esas diferencias tenemos que abordarlas con una mirada mucho más eficiente y con un doble esfuerzo para que podamos emparejar la cancha» agrega la Seremi.
Respecto a las diferencias detectadas, Tapia detalla que, «hay diversas iniciativas propuestas por el Gobierno para combatir estas dificultades, como la Ley de Conciliación de Vida Laboral Familiar y Personal, además del Sistema Nacional de Cuidado. Por otro lado, la intersectiorialidad con alianzas público-privadas es uno de nuestros puntos principales, porque permite desarrollar más plazas de empleo. Los desafíos son múltiples, por lo que debemos abrir todas las oportunidades para que las mujeres puedan obtener su autonomía económica. La autonomía resuelve muchos temas asociados, como los círculos de violencia, que impiden que las mujeres se desarrollen en una sociedad sana».
En la misma línea de la información compartida por la Seremi, el boletín elaborado este año por el Observatorio Laboral del SENCE a partir de la información dispuesta en la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de 2023, describe una serie de inequidades presentes en la manera en que el mercado laboral se ve compuesto principalmente por hombres, además de las razones detrás de las históricas tasas de desempleo e inactividad que afectan a las mujeres de la región.
Masculinización del sector
Existe una brecha entre el acceso al empleo entre los hombres y mujeres de la región. El 58,7% de los hombres en edad para trabajar poseen empleos, mientras que las mujeres solo el 41,5%. En otras palabras, «de 100 mujeres en edad para trabajar, solo 42 tiene un puesto de trabajo, mientras que en el caso de los hombres son 59» señala el boletín del Sence.
Esto se ve profundamente reforzado a partir de la descripción de la composición del empleo regional mediante su distinción por género. En la misma línea, el boletín detalla que, «históricamente, más allá de las fluctuaciones del empleo que afectan a trabajadoras y trabajadores, la composición del empleo regional está predominantemente masculinizada. Así, para julio septiembre del 2023 con un total de 178.334 trabajadoras, éstas representan solo el 43,1% del empleo regional».
Si bien, desde 2021 se ha mantenido un alza en la ocupación de las mujeres, pasando de una ocupación del 37,3% en 2021 a 45,3% en 2023, también existe una tendencia al aumento del desempleo femenino de acuerdo a lo informado por el Boletín, pasando de 7,2% en 2021 a 8,3% en 2023.
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Del mismo modo en que existen brechas sobre la presencia de la mujer en el empleo a nivel regional, también se pueden distinguir diferencias en las remuneraciones que ambos géneros perciben. En promedio, los hombres reciben un ingreso de $644 mil pesos, en contraste de los sueldos de las mujeres, cuyo promedio es de $519 mil en La Araucanía.
«Lo anterior, da cuenta de diferencias de ingreso en el mercado laboral asociadas al sexo de las personas trabajadoras. Dicha diferencia puede ser comprendida por múltiples factores, como las diferencias en los puestos o sectores en los que se insertan hombres y mujeres, así como por la menor cantidad de horas de trabajo remunerado de la población trabajadora femenina» explica el documento en uno de sus apartados.
Respecto a la presencia de la mujer en el trabajo, en el boletín se muestran gráficos referentes a las horas que tanto mujeres como hombres invierten en sus jornadas semanales. Por una parte, se muestra que entre 2019 y 2023 los hombres suelen realizar una jornada de 40 horas semanales, a diferencia de las mujeres, que trabajan aproximadamente 36 horas a la semana.
Sobre estas cifras, el informe detalla que, el hecho de que las mujeres de la región trabajen menos horas, pueda deberse «a la necesidad de muchas de ellas de compatibilizar sus labores remuneradas con trabajo no remunerado, dadas las brechas de género asociadas a estos últimos trabajos, que comprenden tanto el trabajo doméstico como trabajos de cuidado».
Predominancia en labores de cuidado e inactividad
En relación a los empleos ocupados por mujeres, el boletín detalla que las mismas asumen «trabajos de cuidado familiar no remunerado, asociado al cuidado de menores, personas adultas mayores, en situación de discapacidad o doméstico, 9 de cada 10 son mujeres, lo que da cuenta de estereotipos de género que asocian a la mujer a estas labores y que propician su exclusión del mercado del trabajo, siendo además esta la razón que más personas tiene fuera del mercado laboral».
Complementario lo anterior, el documento señala que las labores asociadas a la economía del cuidado mantienen una mayor empleabilidad femenina. En relación a los cuidados del hogar, 89% de las trabajadoras son mujeres, mientras que en educación y salud el 75% y el 74% respectivamente. Por otro lado, labores asociadas a puestos gerenciales o profesionales, como la administración pública (40,6%) o las actividades profesionales, científicas y técnicas (35,6%), mantienen cifras más bajas de participación femenina.
Sobre estas, el documento determina que, «si bien dichas labores son esenciales y muy relevantes para el funcionamiento de la sociedad y economía, por lo que el aporte que hacen miles de trabajadoras en dichos rubros es muy valioso, es preciso enfatizar que los estereotipos de géneros que atribuyen el rol del cuidado como algo asociado a las mujeres, pueden traer como consecuencias el limitar el desarrollo profesional de una trabajadora en su trayectoria laboral, restringiendo así el desarrollo de su autonomía económica».
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De forma paralela, las razones que impiden el desarrollo autónomo de su economía se relacionan con la manera en que se encuentran inactivas en el mercado laboral. Si bien, existen una diversidad de factores que afectan la participación de la mujer en el campo laboral, el boletín aprecia que, estructuralmente, el motivo principal de la inactividad mantiene relación con los roles de género asociados a los trabajos de cuidado.
En el boletín, se menciona que existe una tasa de inactividad femenina histórica en contraste a la masculina, en donde entre 5 a 6 de cada 10 mujeres en edad de trabajar se encuentran inactivas. Es decir, cerca del 54,7% de las mujeres desocupadas de la región, a diferencia del 36,3% de los hombres.
En la misma línea con lo anterior, el boletín detalla que existen tasas históricas de descenso en la inserción laboral de mujeres, las cuales son posibles de advertir a través de la comparación del total de personas inactivas con la cantidad de mujeres desempleadas. De las casi 235 mil personas inactivas en la región, el 61,7% corresponden a mujeres. Del porcentaje de mujeres inactivas, el 90,6% no pueden trabajar por responsabilidades familiares permanentes, mientras que el 85,2% por responsabilidad familiares temporales.
Considerando la serie de barreras y brechas presentes en relación a la inserción de la mujer en el trabajo, el documento determina en sus reflexiones que, «superar estas barreras que genera la sociedad en las trayectorias laborales de miles de mujeres es fundamental como parte de la tarea de erradicar todas las formas de violencia hacia la mujer, considerando también la violencia simbólica basada en estereotipos de género».
«Para ello, las políticas públicas que favorezcan el progreso hacia una cultura de mayor corresponsabilidad entre hombres y mujeres para los cuidados, así como avanzar en el reconocimiento del trabajo de cuidado no remunerado y la reducción de esta carga en personas cuidadoras, son fundamentales» concluye.