Traducidos hoy en el Partido Social Cristiano (PSC) y la Unión Demócrata Independiente (UDI), movimientos como Las Águilas de Jesús y el Gremialismo encontraron en las universidades un nicho desde el cual iniciaron sus trabajos y hoy viven sus triunfos siendo parte de la clase política. Ambos, con un fuerte vínculo religioso -uno católico, el otro evangélico- dejaron de lado su pantalla «apolítica», representando una fuerza clave de la derecha chilena.
Por J. Arroyo Olea
Universidad Católica (UC) y Universidad de Concepción (UdeC). Ambos centros de estudios reconocidos a nivel nacional e internacional que, en su dinámica propia del quehacer estudiantil, han sido el lugar de origen y cobijo de dos corrientes que han marcado la historia no solo de la política estudiantil, sino que también el salto al plano político institucional que se encuentra a pocas semanas de una segunda vuelta para algunas gobernaciones regionales.
Puedes leer| Sale la Democracia Cristiana y aterrizan "Las Águilas de Jesús" en la Municipalidad de Concepción
Así, el gremialismo -cuya cuna se encontró en la carrera de Derecho de la UC con Jaime Guzmán a la cabeza- decantó en la Unión Demócrata Independiente (UDI), mientras que Las Águilas de Jesús -con cuna en la Universidad de Concepción y con representantes tales como el recientemente electo alcalde de Concepción, Héctor Muñoz– ha capitalizado su despliegue en el Partido Social Cristiano (PSC).
Ambas «corrientes», con un fuerte vínculo con los ideales políticos de la derecha conservadora, encontraron en la universidad no solo un nicho, sino que un campo de acción que empujó su desarrollo, a tal punto de incidir, hoy, en puestos claves en la administración del Estado.
El Ministerio Evangelístico Águilas de Jesús, más conocido como «Las Águilas», se impulsó en la Universidad de Concepción a inicios de la década de los años 2000 en un escenario abierto durante la segunda década de la transición a la democracia, en la cual la derecha chilena se fortalecía en el país.
Te puede interesar| PSC: La agrupación fundamentalista religiosa y ultraconservadora que se transformó en fuerza política clave en el Biobío
Registros como los elaborados por The Clinic dan cuenta de cómo las aulas universitarias fueron el lugar donde estudiantes, entre los que se encuentra el alcalde electo por Concepción, Héctor Muñoz, y la primera diputada evangélica, Francesca Muñoz, se reunieron para predicar la biblia, volviéndose rápidamente visibles en la UdeC al orar desde muy temprano en la entrada de la casa de estudios. Repartir copias de textos religiosos y papeles con el clásico «Vuélvete a Cristo» habrían sido elementos que los volvieron visibles, haciéndose con el capital evangélico de las y los estudiantes.
Así las cosas, fue el propio Muñoz quien llevó a conquistar la icónica Federación de Estudiantes (FEC), encabezando un movimiento que reuniría cuatro victorias en la casa de estudios, ya sea apostando a la presidencia o apoyando a otras candidaturas -como fue el caso de la Democracia Cristiana-. De ahí en más, el discurso «evangelizador» de Las Águilas se replicó en otras casas de estudios, alcanzando la escala nacional.
Aquel capital político y visibilización social ha decantado en el Partido Social Cristiano (PSC), constituido en septiembre de 2022 con un crecimiento sostenido y que irrumpió en la escena política local durante esta elección. Una rápida mirada a su cuenta social X da cuenta de aquello: en concejalías, Rosemarie Aránguiz (Hualpén), Nelson González (Hualqui), Fernando Torres (Penco), Ximena Reyes (San Pedro de la Paz), Slein Nur (Coronel -recientemente condenado por apremios ilegítimos mientras ejercía como gendarme); en el Consejo Regional, con Pedro Seguel, Yanina Contreras, Andrés Arroyo; y en la alcaldía de Concepción con Héctor Muñoz, dan cuenta del despliegue que han ido tomando más allá de las universidades.
A esto, se suma el rol que han sostenido Las Águilas en el apoyo a José Antonio Kast como candidato presidencial, las reiterativas referencias a políticas anti-derechos reproductivos de las mujeres y el sostener como referente político a figuras como el expresidente de extrema derecha brasilero, Jair Bolsonaro.
Pues bien, pasadas las elecciones aquel movimiento evangélico aún sostiene una base en la Universidad de Concepción; no por nada, en los ficheros del campus, un espacio físico que es reflejo de constancia por parte de la agrupación, sostiene semana a semana convocatorias bajo el nombre de «Jesús Te Ama«, tal cual esos panfletos que los posicionaron a inicios de los años 2000 a escala local.
Las aulas universitarias de Derecho de la Universidad Católica vieron los primeros pasos del gremialismo, el cual posteriormente se expandió a la Facultad de Economía y, en el contexto dictatorial, recibió un abrupto impulso hacia la clase política en la que se constituyó como partido político.
Jaime Guzmán Errázuriz, uno de los arquitectos de la Constitución pinochetista, declaraba en un inicio la necesidad de alejar de la política a instituciones tales como las universidades apuntando a la existencia de una «instrumentalización» de estos espacios para el beneficio de las militancias. Sin embargo, el discurso quedó evidentemente corto.
Te puede interesar| Concierto por la Libertad de Mauricio Hernández Norambuena
Siendo una persona cercana al franquismo español, tal como aborda la periodista María Olivia Mönckeberg en el excelente libro «El poder de la UDI«, Guzmán rápidamente se alió con los idearios de la derecha más conservadora apegada a la Iglesia Católica, manipulando un discurso que planteaba ser «apolítico» pero que buscaba generar un contrapeso al proceso de reforma y transformaciones que se vivían en la década de los sesenta.
De ahí que la Premio Nacional de Periodismo de 2009 establece en su texto que «el gremialismo se puede ver como el más significativo grupo de poder en dictadura. Al menos, el más potente grupo civil. O quizá el virtual partido de Pinochet que no fue tal, pero que en los hechos lo acompañó a través de los diecisiete años de su régimen».
En este sentido, el gremialismo se tradujo en un movimiento que luchó contra las principales transformaciones impulsadas durante la Unidad Popular, y siendo un punto neurálgico para el respaldo del régimen dictatorial del cual emanaron figuras claves que le dieron el sustento civil a la dictadura, lo cual se contradijo con el rol que pregonaban tener los seguidores de Guzmán.
La propia Fundación Jaime Guzmán establece que «la casi totalidad de las agrupaciones sindicales y estudiantiles chilenas, fueron simples títeres de los partidos políticos», pero en la práctica parte importante de sus militantes pasaron a ocupar cargos clave en el régimen, conformándose en la década de los ochenta el partido político que jugaría un rol fundamental en las décadas siguientes: la UDI.
Lee| La ironía del pedestal moral: cuando el gobierno de Boric enfrenta su propia vara
Lejos de terminar ahí, el rol del gremialismo -que profesó la no politización de las universidades- se ha extendido durante la postdictadura, existiendo aún ampliamente en los centros de estudios con un enfoque basado en los idearios de Jaime Guzmán. Así, en el caso del Biobío, el propio ex seremi de Educación y ex candidato a gobernador por el Partido Republicano, Fernando Peña, declara ser fundador del Movimiento Gremial de la UdeC -conocido hoy como Construye UdeC-.
Pero la relación no queda solo en «algo pasado». En diciembre de 2019, en pleno Estallido Social, el mismo movimiento gremial celebraba con la presencia del entonces seremi -ex UDI, hoy Republicano- el aniversario de su fundación. En tanto, hoy continúa activo el gremialismo a escala nacional, tanto dentro de su cuna originaria, como también en las universidades de la Región del Biobío.
En ambos casos -de gremialismo y Las Águilas- el ingreso en las universidades buscó instalarse públicamente como lejano a idearios y partidos políticos. Sin embargo, en la práctica, han significado puntos neurálgicos de organización de jóvenes identificados con la derecha chilena, con un posicionamiento valórico vinculado a los aspectos más conservadores de la religión y, también, han servido como trampolines para tomar por asalto, como hemos visto, cargos políticos.