PODCAST | Crónica de Ruperto Concha: Confiar en algo

Por Ruperto Concha / resumen.cl

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La semana pasada, en Estados Unidos, se informó oficialmente la extinción de una de las aves más características y queridas por los niños. El Pájaro Carpintero, del tamaño de un loro, con su capucha colorada y su cómico canto por el que lo llamaban también el "Pájaro Loco", que taladraba la corteza de los árboles con su recio pico marfileño para sacar los bichos que se enquistan allí. Con eso, aliviaba al árbol de sus plagas, a la vez que se ganaba un almuerzo muy nutritivo.

Ahora ya no queda ninguno. Ni silvestre ni cautivo. Todos murieron. Ya ningún niño escuchará su golpeteo en el bosque ni su risueño canto juguetón. Y cuando la mamá o la abuela les cuente sobre el Pájaro Carpintero de Capucha Roja, quizás ellos creerán que sólo son dulces invenciones... como las hadas, el Viejito Pascual y los angelitos de la guarda.

 

En las últimas décadas la polución humana, la codicia y el cambio climático han provocado ya la extinción de centenares de especies completas de seres silvestres que poblaban nuestra naturaleza.

Son centenares de miles de seres vivos que murieron hasta del último de su especie, y en la mayoría de los casos han desaparecido antes de que pudiéramos saber qué función realizaban en la sinfonía ecológica de la vida.

Ni Ud. ni yo queríamos matarlos. Sólo que no nos dábamos cuenta, mientras la marea demográfica se extendía como una enfermedad contaminando hasta los últimos rincones que iban quedando intactos. Cada año la población del planeta aumenta en 80 millones de individuos.

Pero ahora la realidad se nos está mostrando cada vez más crudamente. También la semana pasada la prensa especializada dio a conocer un informe emitido por la American Geophysical Union, que reúne a los investigadores geofísicos de Estados Unidos, sobre la radiación de luz solar reflejada por nuestro planeta en los últimos 20 años.

Las mediciones satelitales, verificadas astronómicamente, revelan que nuestro planeta devuelve hacia el espacio aproximadamente un 30% de toda la energía que el sol lanza sobre nosotros, y gracias a ello se mantienen estables las radiaciones y la temperatura de nuestro planeta. Esa capacidad de reflejar la energía hacia el espacio se llama el "albedo planetario".

Sin embargo, en los últimos 3 años, se detectó, inesperadamente, que el "albedo" la capacidad de reflejar hacia el espacio el exceso de radiación solar, ha comenzado a disminuir. De hecho, sólo en estos 3 últimos años, la Tierra ha disminuido su albedo en un 0,5%.

Con ello, cada metro cuadrado de nuestro planeta está quedándose con un exceso de medio watt de energía por año. Eso equivale a 500 mil watts por kilómetro cuadrado, acumulados anualmente en los últimos tres años.

¿Cuánto calor generan esos 500 mil watts? ¿Por qué nuestro planeta está perdiendo su capacidad de reflejar al espacio el exceso de energía, de radiación que recibe del sol?

 

 

Todos sabemos muy bien que en las playas de arena blanca uno puede caminar descalzo sin problema, aunque el sol "caiga a patadas" sobre el suelo. Pero, en cambio, las playas de arena oscura se recalientan hasta lo insoportable. ¡No se puede pasar descalzo por ahí!

Eso es el efecto del albedo. La arena blanca refleja la radiación solar y por ello no acumula el calor. En cambio, la arena oscura, absorbe la radiación y se recalienta. Bueno, eso es lo que está ocurriendo en nuestro planeta entero. No sólo el planeta está perdiendo sus blancas extensiones de hielo y de nieve en las regiones polares y las montañas, que espejean la luz solar de vuelta hacia el espacio. También la atmósfera misma se está volviendo opaca, con lo que retiene parte de la luz solar que la atraviesa, y con ello también el aire aumenta su temperatura.

Hablando claro, la polución que estamos vaciando sobre nuestro mundo nos está oscureciendo con su mugre. Nuestro planeta, abrigado en un poncho de basura, se está recalentando febrilmente.

¿Y mientras tanto, qué demontres, están haciendo nuestros líderes?

El científico belga Wim Thierry, de la Universidad de Vrije, padre de 3 chiquilines de 7, 5 y 2 años, afirmó derechamente que ningún hombre que sea bien hombre puede dejar pasar pasivamente que los líderes políticos sigan arruinando el mundo en que los que hoy son niños van a tener que vivir.

Los pequeñitos no pueden hacer nada. Pero los mayores no tenemos derecho a ser cobardes. Y eso lo están teniendo claro hasta las y los que recién están cumpliendo 12 años. Ellos están enojados y dispuestos a dar una pelea.

 

 

Preguntábamos qué hacen los que supuestamente son los líderes de la humanidad en esta dramática coyuntura... y la respuesta es que casi todos estaban y siguen estando sumidos como idiotas en cálculos de estrategia económica y táctica militar.

En Estados Unidos, el Congreso, donde la mayoría es demócrata y oficialista, los propios parlamentarios demócratas le pusieron una tapa patética al programa de gobierno de su propio partido, encabezado por el presidente Joseph Biden.

Enfrentado a la amenaza de que el presupuesto de gobierno fuera rechazado, y que además se le negara aumentar el endeudamiento fiscal de Estados Unidos, el presidente Biden tuvo que resignarse a que le aprobaran un presupuesto llamado "de reconciliación", por un monto que no es ni la mitad de lo requerido por el gobierno.

De hecho, el programa de inversión en infraestructura, desarrollo de proyectos ecológicos y estímulos sociales, que llegaba a 3 billones 500 mil millones de dólares, quedó finalmente reducido a un billón 500 mil millones. Y eso, por decisión del propio sector derechista del partido demócrata, encabezado por el senador Joseph Manchin, que se negó a aprobar un financiamiento que incluía un aumento de los impuestos a las grandes empresas, mire qué barbaridad.

Mal de su grado, el presidente Biden aceptó los hechos y dio curso a la mutilada ley.

En cambio, el mismo Manchin encabezó las gestiones para aprobar un presupuesto militar de setecientos 38 mil millones de dólares, en los que incluía una ayudita de mil millones de dólares para las fuerzas armadas de Israel.

A pesar de que los demócratas tienen mayoría en las dos cámaras del Congreso, tienen una mayoría tan exigua que exige que absolutamente todos los parlamentarios acepten votar absolutamente de acuerdo. Basta con que haya un senador que se rebele o se abstenga, para que la mayoría pase a manos de la oposición del Partido Republicano.

Con ello, el sector derechista de los demócratas ha logrado someter a  la obediencia incluso a los parlamentarios más progresistas, incluyendo a las diputadas Alexandria Ocassio-Cortez e Ilhan Omar, que llegaron a llorar al verse obligadas a votar en favor de la multimillonaria ayuda financiera para el ejército de Israel.

Tras estas dolorosas maniobras, el propio senador Joseph Manchin señaló desdeñosamente que, en el caso de la diputada Alexandria Ocassio, ella se ha ganado el repudio de la organización judía de Nueva York, y que, por eso, tiene muy pocas y muy pobres posibilidades de ser reelegida en las próximas elecciones

En cuanto a la posibilidad de que el Congreso no le apruebe subir el techo de endeudamiento máximo que solicita el presidente Joseph Biden, se producirá la insolvencia del gobierno, que no podrá pagar sus deudas vencidas, ni podrá tampoco girar las sumas que esperan recibir millones de estadounidenses en situación angustiosa.

Para la gente de Estados Unidos este enfrentamiento entre neoliberales y progresistas ya ha tenido el efecto de dividir al país en dos bandos irreconciliables que, al menos por ahora, según las últimas encuestas, se declaran dispuestos incluso a dividir de hecho a los Estados Unidos.

 

 

¿Y los líderes del resto del mundo?… Habría que comenzar por Europa, donde los más decisivos jefes de gobierno ya están señalando que el presidente Joseph Biden, finalmente, está mostrándose muy similar a su predecesor Donald Trump en cuanto a su política internacional.

El ministro de Asuntos Europeos, del gobierno de Suecia, Hans Dahlgren, declaró ante la prensa que Biden no está mostrando iniciativas que realmente puedan mejorar las relaciones de Estados Unidos con Europa. Más aún, el ministro Dahlgren señaló que Suecia ve con alegría el triunfo de los socialdemócratas en Alemania, que hace prever unión y buen entendimiento con los fuertes países nórdicos, Dinamarca, Noruega y Suecia.

En lo referente a Washington, el ministro sueco señaló que, pese a las buenas palabras del presidente Joseph Biden, la realidad es que Estados Unidos sigue poniendo ante todo sus propios intereses sin tomar en cuenta a sus aliados.

Por su parte, la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyden, se refirió muy duramente al acuerdo de Estados Unidos con Australia y Gran Bretaña sobre la flota de submarinos nucleares para Australia, desconociendo en forma humillante los acuerdos previos que existían entre Australia y Francia, con aval de Estados Unidos.

Para la presidente de la Unión Europea, la actitud y las acciones de Washington en contra de Francia son completamente inaceptables.  También el presidente del Consejo de Europa, Charles Michel, se refirió irónicamente al anuncio hecho por Biden de que América está ya de vuelta. Tras su participación en la cumbre del Grupo de los 7, Charles Michel comentó: "¡qué quiere decir Biden con eso de que América está de vuelta?…, ¿De vuelta a dónde?… ¿de vuelta a América o a algún otra parte?"  Y concluyó con una afirmación muy dura: "Los principios elementales de una alianza son la lealtad y la transparencia. Y lo que estamos viendo ahora es una clara falta de lealtad y transparencia".

Y, ciertamente, el nuevo gobierno de Alemania ya fue de acuerdo y solidaridad con Francia, con lo que eso implica de frialdad y crítica tanto a Estados Unidos y Australia, como a Gran Bretaña que aparece cada vez más como postulando a convertirse en el Estado 51 de los Estados Unidos.

 

 

Simultáneamente, y a nivel mundial, se está haciendo sentir un proceso inflacionario bastante acelerado, sobre todo en Europa, unido a un encarecimiento muy fuerte del petróleo y el gas natural. En Gran Bretaña se ha llegado el extremo de hacer intervenir a las fuerzas armadas para controlar y custodiar el abastecimiento de combustible en las estaciones de servicio.

En contragolpe, el anunciado descalabro de la gigantesca megaempresa inmobiliaria Evergrande, de China, se resolvió en su mayor parte con la venta de un paquete de acciones al Estado, más la reanudación de faenas en los conjuntos habitacionales y el pago negociado de las deudas.

Todo ello, sin soluciones similares a las que dio el gobierno de Barack Obama, en 2008 a 2010, cuando el Estado tuvo que socorrer a las empresas de bienes raíces como Lehman Brothers que habían caído en insolvencia completa por la contratación de los llamados "créditos tóxicos", en que las empresas constructoras, en forma prácticamente fraudulenta, realizaron gigantescas ventas a crédito de propiedades a muy alto precio, aun sabiendo que esos créditos no serían pagados.

La intervención del Estado chino, que fue calificada en occidente como un "retorno al comunismo", en realidad fue una demostración de que la nueva economía de China sigue siendo planificada y regulada por el Estado, con amplias libertades para las empresas privadas, pero invariablemente sujetas al control estatal que, incluso, ha dejado en claro que no permitirá un crecimiento más allá de lo planificado, y no permitirá que la acumulación de riqueza se transforme en poder político en manos de algunas enormes fortunas privadas.

 

 

En este nuevo y cambiante escenario mundial, los gobiernos de las principales potencias parecen estar jugando con fuego. Con el odioso fuego de la amenaza de guerra, una amenaza que necesariamente va acompañada con un aumento de la propaganda de ideologías nacionalistas, a menudo cargadas de contenidos racistas y muy próximas al nazismo.

Sin embargo, desde los propios altos mandos militares, tanto de Estados Unidos como de China, Rusia y los principales países europeos, se está haciendo sentir la certeza de que una guerra entre las grandes potencias de hoy, muy rápido e inevitablemente derivará en la Tercera Guerra Mundial.

Una guerra en que las fantasías sobre batallas como las que se dieron en la Segunda Guerra Mundial no durarán más que un instante antes de dar paso al pavoroso intercambio de misiles nucleares.

Los altos mandos militares de Estados Unidos son los únicos que se han atrevido a alzar la voz ante la prensa mundial, y al hacerlo han probado tener más coherencia moral que las jefaturas políticas.

De hecho, el general Mark Milley, jefe máximo del alto mando de su país, el pasado 8 de enero se comunicó por teléfono directamente con el general chino Li Zuocheng, de rango similar al suyo, para reiterarle que, aunque las palabras de los políticos se vuelvan brutalmente amenazantes, no se producirán acciones militares inesperadas. Más aún, el general Milley habría acordado con su par el general Zuocheng, que si llegara a estallar la guerra, lo comunicarían antes de inicio de acciones destructivas.

Por cierto, al conocerse la conversación el general Mark Milley con su par chino, se alzó un coro de políticos que lanzaban alaridos acusándolo de traición.

Pero la figura del general se ha mantenido incólume. De hecho, sucesivos informes militares, de muy alta categoría técnica y estratégica, han confirmado que Estados Unidos es fatalmente vulnerable ante ataques con misiles nucleares.

Que prácticamente toda la estructura nacional del país se desintegraría en forma casi inmediata, y que los sueños de defensa con baterías antimisiles quedarían reducidos a no más que una patética falsedad.

De hecho, el territorio de Estados Unidos sería blanco de centenares de misiles simultáneos cuyo efecto sería irremediablemente devastador.

Que sin duda Estados Unidos podría replicar lanzando sus propias andanadas atómicas que tendrían un efecto similar sobre los enemigos.

Y el desenlace, por cierto, no sería la victoria de nadie.

En un planeta donde la escasa vida que pudiera sobrevivir a una guerra nuclear, no sería más que una andrajosa piltrafa de humanidad degradada tratando de subsistir en los remotos y escasos rincones poco contaminados de radiactividad.

Eso lo saben los militares. Eso debieran saberlo los políticos. Eso debiera entenderlo la mayoría absoluta de la humanidad.

 

En tanto, en medio del estruendo de amenazas recíprocas, de traiciones y alianzas espurias, los hombres de ciencia sin embargo siguen trabajando, pensando y logrando cosas buenas.

Aparentemente, la pandemia del COVID19 ha traído como subproducto el desarrollo de nuevos fármacos que parecen próximos a lograr la curación de otras gravísimas enfermedades virales, incluso el SIDA.

Y en el campo más sutil de la psicología, del derecho y de la física cuántica, comienzan a insinuarse nuevas propuestas que quizás podrían replantear toda nuestra civilización, con todas las variantes culturales que hoy parecen irreconciliables.

Por el momento, felizmente, hay muchos jóvenes, incluso algunos muy jóvenes, que ya están dispuestos a integrarse en una intensa lucha para salvar este planeta nuestro que los adultos estamos corrompiendo y profanando

Hasta la próxima, gente amiga. Hay peligro, y en el peligro... ¡hay que ser honorables!

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