En el Alto Biobío, la recuperación territorial pewenche Rgaliko avanza firme preparándose para el invierno y viviendo como sus ancestros en la Cordillera de Los Andes. Conversamos con varios de sus integrantes y familiares quienes recalcaron su determinación para recuperar las tierras que fueron usurpadas por el Estado chileno y colonos.
Por: Alberto San Martín
Siguiendo río Biobío arriba más allá del embalse Ralco hasta Guallalí, un equipo de nuestro medio atravesó el río Chaquilvín cruzando en el carrito hacia la recuperación territorial Rgaliko.
Allí nuestro equipo constató las duras condiciones que deben soportar las familias pewenches, que en medio del aislamiento y la precariedad, luchan por mantener su cultura y recuperar las tierras que históricamente fueron usurpadas a sus ancestros por colonos amparados por el Estado chileno.
A finales del siglo XIX, mientras los ejércitos de Chile y Argentina perseguían al pueblo pewenche obligándolo a refugiarse en la alta cordillera. El Estado chileno comenzó a conquistar el Alto Biobío mediante colonos, en su mayoría campesinos pobres de la zona del Biobío, quienes motivados por la necesidad económica, utilizaron el engaño, una legalidad favorable y el apoyo de las autoridades, para quedarse con los predios más aptos para la agricultura.
Desde el año 2018 distintas familias del territorio comenzaron la recuperación de sus tierras del ex fundo Los Guindos. Según indican fueron usurpadas hace 130 años por las familias Bunster y Campagna, quienes adquirieron estas tierras bajo engaños y fraudes, con la permisividad del Estado y fuerzas policiales.
Actualmente la comunidad se concentra en la crianza de animales y en afianzar su recuperación territorial ante una evidente amenaza de desalojo registrada en diciembre pasado, donde carros policiales habrían intentado cruzar el vado desde Guallalí, sin éxito.
Junto al fuego y compartiendo un mate tras tomar once junto a su ruka (casa mapuche), nuestro equipo conversó con la comunera pewenche Miriam Purrán, quien nos contó sobre la historia del lugar, sobre la recuperación territorial en Rgaliko, y las razones de esta lucha.
«Rgaliko comienza hace muchos años atrás. Acá era, estas tierras eran de nuestros antepasados, de nuestros Kuifikecheyem (ancestros), y que con el tiempo ellos fueron sacados de acá. O sea, hubo un genocidio acá. Mataron a todos nuestros antepasados, los torturaron, y así comenzó el tema del Fundo Los Guindos. Venían gente, vivían acá, después los sacaban cuando ellos querían, porque era del latifundista, era del rico. Y la gente nunca se atrevió a pelear, porque la historia es tan sangrienta, es tan horrible, porque acá murieron niños, murieron ancianos, murieron jóvenes. Fue una masacre que hubo acá en Rgaliko» señala la comunera.
Miriam rememora la revuelta pewenche y campesina de Ránquil en 1934, en lo que actualmente es la comuna de Lonquimay. «La historia que hay es como la matanza de Ránquil. Y así comenzó a ser usurpado en este caso Rgaliko, que anteriormente ellos le pusieron fundo Los Guindos».
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La recuperación productiva contra el hacinamiento y la pobreza
Miriam nos comenta que las razones principales de su lucha tienen que ver con la necesidad de un espacio para vivir como sus ancestros pewenches y tierra para trabajar y criar animales y poder subsistir con su familia. «Nosotros después llegamos acá por un tema de necesidad, como personas. Como gente comunera llegamos acá por temas de tierra. Llegamos acá, claro, era una ilusión solamente pensar en la recuperación. Era una ilusión porque hoy en día, no sé cómo decirlo, pero el colonialismo, por decirlo así, lo de afuera es tan fuerte la discriminación hacia las personas que estábamos en recuperación."
La comunera relata que otros pewenches de la zona están en contra de la recuperación territorial y que incluso los llegan a tratar de «terroristas» siguiendo la línea de la ideología del exterminio indígena y la apropiación colonial.
«Tenemos memoria, tenemos historia, tenemos nuestros padres que nos contaban sobre la historia de Rgaliko. Y por eso llegamos acá, porque no teníamos dónde vivir, porque así como a la gente antigua la mataron, nos acorralaron, nos dejaron en pequeñas parcelitas, por decirlo así, una hectárea poco, sin agua, sin leña. Y ahí tuvimos que agarrar fuerza de no sé dónde la agarramos, y nos vinimos a vivir acá.» relata Miriam Purrán.
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Miriam nos cuenta que con su familia quisieron avanzar con su recuperación aun sabiendo todos los riesgos que conlleva. «Porque la recuperación no es solamente recuperar un territorio, sino recuperar el Kimun (conocimiento) Mapuche, recuperar lo que antiguamente cómo vivían, nuestra vida, hasta nuestro espíritu, hasta cómo hacer un ruego en Mapuche. Cuando llegan y nos quitan todo, a nosotros nos quitaron hasta el espíritu de nosotros mismos como Mapuche. Nos quitaron todo, y así sin dignidad, sin nada. Nosotros allá éramos empobrecidos, no teníamos nada, y nosotros decidimos venir acá por eso, para tener dignidad, darles dignidad a nuestros hijos, darles un buen pasar, que ellos no tengan que andarse arrodillando hacia el Estado para que les den. Nosotros criar, nosotros poder sembrar, nosotros poder decirle al Estado, sí podemos sin ustedes. No queremos que ellos nos digan que estos son los Mapuche que nosotros ayudamos» recalca.
Con respecto a las amenazas de un posible desalojo, Miriam señala enfática que «Nosotros no le hemos ido a lloriquear a ellos que no nos desalojen, si ellos quieren hacerlo que lo hagan. Nosotros vamos a seguir aquí luchando, vamos a seguir peleando por nuestros derechos. Nosotros no queremos migajas, nosotros queremos que nos devuelvan lo que nos usurparon«.
Para concluir, y al pedirle a la comunera un mensaje para quienes también se encuentran en la lucha por recuperar las tierras mapuches usurpadas en este y otros territorios del Wallmapu, Miriam declara que «Que no tenemos que dejarnos, que no tenemos que tener miedo. Porque hemos pasado todo este proceso con un pensamiento tan metido en nuestra mente que nosotros estamos firmes en todo lo que estamos haciendo. Nosotros como mujeres, nosotros de Rgaliko, nosotros vamos a seguir luchando. Por darle dignidad a nuestros hijos y para que ellos nos digan, sí hubo una historia, sí pasó esto en Rgaliko»
«Así como nosotros tenemos todo el newen (fuerza) de nuestros antepasados aquí, de nuestra antigua gente que vivió acá, nosotros tenemos ese newen. Y no nos vamos a rendir» concluye Miriam.