[resumen.cl] El teatro para niñas y niños ha sido relegado a una suerte de subgénero con escaso reconocimiento en comparación con el destinado a la población adulta. No obstante, su persistencia ha sido constante y la discusiones respecto a sus potencialidades y las razones de explicarían su minusvaloración, se acrecientan. La investigación Teatro y Memoria en Concepción. Prácticas Teatrales en Dictadura abordó estos problemas situándose en las experiencias teatrales del periodo a través de un capítulo escrito por la investigadora Marcia Martínez Carvajal, quien responderá más adelante las consultas de Resumen.
Esta publicación constituye la cuarta y última entrega referida a esta obra a partir de los planteamientos de sus autoras. Inicialmente, Marcia, Nora Fuentealba Rivas y Pamela Vergara Neira nos entregaron su perspectiva consensuada respecto a elementos fundamentales de ella. Luego, Nora relató situaciones y planteó reflexiones respecto al proceso de rearticulación de teatristas, sus obstáculos y tácticas para superarlos. Pamela explicó aspectos del involucramiento de la comunidad en el ejercicio teatral. A continuación, Marcia se referirá al tema indicado recientemente.
– Planteas que el teatro para niñas y niños queda rezagado en su reconocimiento como práctica, incluso constatas que en dos antologías teatrales publicadas a propósito del centenario y el bicentenario de la independencia nacional no se antologa ninguna obra de este tipo. ¿Cómo explicas que ocurra esto?
Con el teatro para niños y niñas suceden dos fenómenos: es muy publicado como literatura infantil a la vez que es subestimado por quienes estudian la literatura y el teatro desde una perspectiva "seria" o "adulta". Su vínculo con la infancia y su rol en la escuela han hecho que sea visto como instrumento educativo o posibilidad didáctica para "desarrollar personalidad", o como una entretención liviana. Esto porque niños y niñas han sido pensados como sujetos en falta, quienes deben ser educados social y moralmente y el teatro ha sido una forma de contribuir a aquello. Esto desatiende las posibilidades expresivas, simbólicas o de experiencia sensible que puede permitir el teatro desde la edad más temprana hasta la adolescencia. Hay excepciones en nuestra historia, pero en general es así.
Con respecto a lo que me preguntas, al momento de realizar una antología, los criterios de inclusión y exclusión determinados por los especialistas usualmente tienen que ver con la calidad estética o temática de las obras, como también con el aporte al desarrollo del arte teatral en Chile, y pienso que hasta hace poco el teatro para infancias no ha sido pensando desde esos parámetros.
Todo lo anterior me lleva a considerar que el teatro dirigido a adultos es el teatro hegemónico en nuestra sociedad, y el teatro para niños y niñas se articula una forma no hegemónica, y me gusta que lo relacionado con las infancias tenga ese lugar y ese ímpetu.
– También sería interesante que nos pudieras comentar algunos de los paradigmas desde donde se ha entendido y practicado el teatro para niñas y niños.
Como mencioné, el teatro para niños y niñas se ha pensado desde lo educativo (escuela), como fiesta (solo entretención) y en menor medida como posibilidad de desarrollo estético y simbólico. Esto lo aprendí desde algunas ideas de Nora Lía Sormani o Cristian Palacios, de Argentina, quienes investigan el teatro para infancias desde la teoría. En nuestro país, la mayor cantidad de estudios, tesis o libros sobre teatro para niños y niñas se centran en su rol en la escuela: manuales de ejercicios teatrales o de construcción de títeres, antologías de obras, etc.
También es interesante mencionar el lugar del teatro para niños y niñas en el mercado de la entretención, ya que incluso ha sido pensado como una actividad lucrativa que permite el desarrollo de otras actividades, nuevamente "más serias", en agrupaciones teatrales autogestionadas. Sería muy interesante que se estudiara el campo teatral desde sus condiciones de producción y observar el teatro para niños y niñas desde esta perspectiva.
– Durante la dictadura, algunas compañías practicaron el teatro para infantes de manera exclusiva y otras incursionaron en él de forma ocasional (o con propósitos muy concretos). Háblanos de este fenómeno.
Las obras dirigidas a niños y niñas usualmente han sido vistas como inocentes e ingenuas. Puedo pensar que quizás por esa razón su práctica fue la manera en que las compañías pudieron volver a hacer su trabajo escénico, sin el temor a ser reprimidos o amedrentados durante la dictadura.
En cuanto a las compañías, existen aquellas que se dedicaron exclusivamente a las infancias, como Pirimpilo o Los Fantoches, tanto así que hasta el día de hoy podemos ir a ver sus obras. Estas compañías se destacan por el alto nivel de especialización que alcanzan y sobre todo por su generosidad en la enseñanza del oficio y la formación de nuevos teatristas. Por otra parte, hay compañías que mantenían un repertorio mixto, lo que las hacía muy versátiles, incluso hasta el día de hoy, como es El Rostro. Pienso que esta diversidad es una característica de las compañías de oficio, quienes llevan a cabo su trabajo con gran responsabilidad y profesionalismo, pensando en desarrollar este arte para una comunidad específica y para la pluralidad de sus miembros.
Como mencioné en la pregunta anterior, el teatro para niños y niñas también fue la forma de asegurar ingresos económicos, tanto en la animación de cumpleaños, como en la venta de funciones a escuelas o instituciones. Estas ganancias, aunque exiguas, permitieron la autogestión en una época en que no existían ni beneficios del Estado ni fondos concursables para el arte en general.
– La experiencia acumulada en este teatro, ¿la ves representada en la escena actual? Si es así, en qué manifestaciones.
Una de las ventajas que tiene la práctica del teatro para niños y niñas es la formación de audiencias, y que estas no son solo infantiles, sino familiares. Así, se puede apreciar en la escena penquista actual la experiencia que da el oficio del teatro para niños y niñas, y también la existencia de un público estable para estas y otras manifestaciones escénicas, quienes de pequeños fueron espectadores teatrales y hoy son quienes motivan a sus coetáneos o a las nuevas generaciones.
Los niños y niñas son un público exigente que no duda en manifestar su alegría o su aburrimiento, por lo que actores y actrices deben tener una gran preparación escénica y de improvisación para realizar este trabajo, en vínculo estrecho con su audiencia. Puedo pensar que el teatro para niños y niñas es un gran entrenamiento para quienes quieran dedicarse a este oficio.
– De acuerdo a tu interpretación, ¿cómo pudo incidir lo presenciado por niños y niñas de la época en las obras de teatro de entonces?
Varios de los testimonios que recogimos para el libro nos hablaban de cómo el asistir al teatro siendo niños y niñas en dictadura posibilitó un espacio fuera del horror del régimen, donde pudieron volver a vivir la infancia libremente por un tiempo. Ya sea en el teatro o en la escuela, todas las personas que vivieron esta experiencia la recuerdan con mucho cariño y alegría, como un momento de solaz. De alguna forma, este pequeño privilegio también impulsó el interés en el teatro como forma de expresión artística en algunas personas que luego se dedicaron a él una vez que crecieron.
En síntesis, el teatro fue un espacio de libertad, una forma de olvidar la dictadura reinante y de recobrar un momento de infancia. Niños y niñas fueron sujetos de experiencia y pudieron constituir una comunidad diversa en los minutos que duraba una función. En este caso, la distracción no tenía como único objetivo ocultar la dictadura, sino que posibilitaba una manera de resistir en el espacio alternativo que creaba, aunque fuera fugaz.
Fotografía principal: Lientur Rojas, más conocido como Pirimpilo. Ensayo obra Wuanurgua Wuanurgua (2017)