[resumen.cl] Este 22 de diciembre se produjo el escape de más de 23 mil salmones de la especie carnívora coho (Oncorhynchus kisutch), de tamaño comercial desde un centro de cultivo que pertenece a la empresa Cermaq Chile, ubicado en el Canal Caucahué de la comuna de Quemchi. Una semana mas tarde el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) dio a conocer públicamente esta información, luego de constatar la rotura superficial de una red de la balsa jaula. Sernapesca instruyó contabilizar los ejemplares restantes y ejecutar medidas de recaptura. Hasta el martes 31 la empresa comunicó en un reporte, la recaptura de aproximadamente 5.050 peces y que ya inició el proceso de cosecha en el centro de cultivo
Hace menos de 3 meses, el pasado 30 de septiembre, se había producido otro escape de aproximadamente 17 mil salmones, también de la especie carnívora coho, pertenecientes a la empresa Salmones Aysén en el centro "Huito" ubicado en la comuna de Calbuco. Sernapesca confirmó la información, acotando que el escape se debió a un forado de unos 2 metros de diámetro en la red de la balsa jaula, a unos 10 metros de profundidad. Hasta el día 1 de octubre, la empresa no había recapturado ningún ejemplar, según indicó el medio Aqua.
Reiterados eventos de escape de peces cultivados hacia el ambiente silvestre: consecuencias poco estudiadas para el ecosistema marino.
De acuerdo al Sernapesca, entre 2010 y 2017, se registraron 87 eventos de escape de salmónidos entre las regiones de Los Ríos y la de Magallanes, con mas de 3 millones de salmones escapados. A pesar de estas preocupantes cifras, la normativa ambiental únicamente ordena la contabilidad productiva de la industria salmonera. Es decir, cuánto se va a las plantas procesadoras y cuánto se va a mortalidad solo considerando como escapados aquellos individuos que no son devueltos al centro de cultivo, no el total de escapados, indicó Loreto Gaviño, investigadora de Fundación Terram a Radio Uchile.
De acuerdo a la normativa legal en Chile, la empresa salmonera debe recuperar el 10% de los salmones escapados en un plazo de 30 días, de lo contrario, se debe asumir daño ambiental, según lo estipulado en la Ley de Pesca y Acuicultura. Para la fundación Terram, asumir que no existe daño ambiental, con un porcentaje tan bajo de peces recapturados, significa subestimar el impacto de la industria salmonera en el ecosistema marino. Especialmente por las eventuales consecuencias que implicarían los escapes de estas especies introducidas, carnívoras y con altas concentraciones de antibióticos en sus tejidos, que podrían generar residuos biológicos, interviniendo los ciclos de carbono y de nitrógeno, perturbando los ecosistemas y en consecuencia, las condiciones de vida de otras especies.
Aunque existe preocupación de que al escapar hacia el ecosistema marino, los salmones puedan actuar como depredadores de especies nativas y dispersarse hacia otros ambientes, informes técnicos apuntan a que estos peces no podrían alimentarse en el ambiente marino. Esto debido a que los salmones son criados para ser alimentados y no para cazar su presa, por lo que se podría generar una alta mortalidad en el mar producto de la inanición, depositándose una gran cantidad de peces muertos en el fondo marino.
A esto se suma el hecho de que el uso de antibióticos en nuestro país es indiscriminado. De acuerdo al Sernapesca durante 2016, Noruega, principal exportador de salmones, utilizó 700 veces menos antimicrobianos por tonelada que en Chile. Otro de los daños asociados a los centros de cultivos de salmónidos se produce en los fondos marinos, donde el exceso de alimento y fecas precipitan y provocan un aumento de materia orgánica, generando disminuciones de oxigeno que terminan con la vida marina de esos lugares. De acuerdo a un documento de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA) "las ictiopatologías virales, bacterianas y parasitarias, que la propia industria llevó a las regiones de Los Lagos y Aysén, han generado una situación de colapso sanitario y ambiental con altos costos para la industria».
Esta situación ha obligado a la industria salmonera en Chile«a buscar nuevos ambientes sanos donde operar", indica el medio Mongabay.
Según el Observatorio Latinoamericano de Conflictos ambientales (OLCA), se estima que anualmente el 5% de lo salmones cultivados, se escapa. En este contexto Juan Carlos Cárdenas, director de la ONG Ecocéanos, calificó como un problema "crónico" de la Industria Salmonera, donde los salmones escapados son depredadores introducidos que arrasan la biodiversidad marina, principalmente especies endémicas de la zona, como el puye, que ha disminuido un 90% de su población. Además, "están siendo devastados ejemplares juveniles de merluza, sardina y pejerreyes, todos de gran importancia para la cadena trófica, la alimentación local, la economía de la población local costera, comunidades originarias y pescadores artesanales" consignó Radio Uchile.
Uno de los casos mas graves ocurrió durante julio del 2018, casi 700 mil salmones escaparon desde las jaulas de cultivo ubicadas en la Isla Huar, también en Calbuco, pertenecientes a MOWI (ex Marine Haervest), donde la empresa ni siquiera recuperó el 10% de los salmones escapados, mintiendo incluso al Estado, a través del pago a dirigentes de la pesca artesanal de la región para que dieran cifras falsas de captura. La empresa no sufrió consecuencias, e incluso ahora cuestiona legalmente a Sernapesca por exceder sus atribuciones fiscalizadoras. "El daño que sufre cada escape que tiene Chile, pero en especial este que fue tan masivo, es porque no hay un método de contingencia para poder atraparlos. Ellos tampoco tienen un depredador natural porque no eran parte del ecosistema", además de que "Estas especies podrían vivir dos años más y causar un daño irreversible en el ecosistema de los fiordos en la Décima región. No se sabe hasta dónde pueden llegar", indicó Liesbeth van der Meer, directora de Oceana al New York Times.
Finalmente, uno de los principales aspectos pendientes en el actual sistema de cultivo de salmones en Chile pareciera ser la normativa legal vigente, la cual no cuenta con un sistema de fiscalización confiable y eficiente. Junto a esto, la falta de sanciones que regulen los cultivos, indica que el Estado no prioriza la conservación ambiental, sino solo privilegia el negocio salmonero y la introducción de especies carnívoras. "Para que vean la diferencia, el año pasado en Estados Unidos, la empresa canadiense Cooke, tuvo un escape de 300 mil salmones en el Pacífico norteamericano y caducaron la concesión. En Chile eso es impensable" sentenció Cardenas.
Imagen principal: Salmones en una balsa jaula, vistos desde el interior de esta. Foto extraída de: https://www.abc.net.au