En octubre de 2023 se cumplen 5 años desde que «PIPE'O. Una memoria que porfía» fue lanzado, visibilizando la producción que campesinos/as vitivinicultores del valle del Itata realizan del vino pipeño, enfrentando estigmatizaciones del autoproclamado mundo de especialistas que sobrevaloran el estilo francés de vinos, como también por operadores de la institucionalidad agrícola.
Por J. Arroyo Olea
En octubre de 2018 CETSUR lanzó el documental «PIPE'O. Una memoria que porfía». En 51 minutos, el trabajo expone historias y vivencias de las y los campesinos vitivinicultores del valle del Itata que trabajan para la producción del legendario vino pipeño.
Y es que su nombre resuena en un contexto de sobrevivencia a partir del menosprecio que fue impulsado en un contexto de campaña de desprestigio impulsado por europeos y chilenos que dieron cuerda a la imposición de un paradigma sobre el vino.
Sin embargo, la estigmatización del pipeño ha sido enfrentada y su producción persiste ante no solo las críticas desde el mundo académico ligado a las consultas de especialistas del mundo vitivinícola, sino también ante decisiones de operadores de la institucionalidad agrícola.
Te puede interesar| La utopía en el cine de la Unidad Popular: ‘La Tierra Prometida’ de Miguel Littin
Así las cosas, el documental hace referencia a aquella memoria que reside también en el quehacer de las y los campesinos, productores de un vino con gran valor histórico que conlleva, también, el saber y tradición como mecanismo de transmisión.
Ya en 2018 en conversación con RESUMEN Paula Mariángel, productora general y guionista de Pipeño -además de ser en ese entonces presidenta de ONG CETSUR-, explicaba que pretendían que este documental «genere preguntas y discusiones en relación a los conocimientos y prácticas productivas tradicionales en el contexto de la hegemonía global. Por sobre todo nos motivan las reacciones de los propios viñateros quienes al verlo se han sentido muy identificados. Y creo que ante todo han podido reconocer el respeto con el que fue realizado este trabajo».
En ese entonces, Mariángel ya alertaba que «una de las transformaciones más complejas ha sido la orientación a la producción de uva para su comercialización a las grandes industrias vitivinícolas, y el abandono de la vinificiación por las dificultades económicas existentes, por el derrumbe de las bodegas tras el terremoto de 2010 y en general por las presiones de la agroindustria. Claramente, se evidencia un aprovechamiento hacia el territorio presionando de tal manera que se proyecta una mano de obra temporera en la producción de uva, pagada a precios miserables».
Puedes ver el documental acá:
–
Fotografía principal: CETSUR