El pasado domingo, la fórmula del Frente Amplio liderada por Yamandú Orsi, ganó las elecciones en Uruguay, poniendo fin a cinco años de gobierno de derecha bajo Luis Lacalle Pou. Este cambio político es significativo, ya que muchos temían que la influencia política de Argentina se extendiera a Uruguay. Sin embargo, el desastre económico y social de Milei sin duda ayudó a que el Frente Amplio asegurara la elección uruguaya.
Por Joaquín Pérez
El Frente Amplio vuelve al gobierno en Uruguay, por cuarta vez en la historia: Tabaré Vásquez (2005-10), José Mujica (2010-15), Tabaré Vásquez nuevamente (2015-20) y ahora Yamandú Orsi (2020-225). Cuatro de los últimos cinco periodos.
Encabezados por una dupla conformada por el profesor de historia del departamento de Canelones, Yamandú Orsi, militante del Movimiento de Participación Popular (MPP), fundado por ex guerrilleros tupamaros, y la ingeniera montevideana Carolina Cosse como vicepresidenta, militante del Partido Comunista de Uruguay.
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Hay que recordar que el Frente Amplio de Uruguay a diferencia del de Chile, es una organización histórica, con raíces sólidas y que aglutina a toda la izquierda del país, desde sectores muy deslavados o «amarillos», como el Frente Amplio chileno, a grupos de origen anarquistas, maoístas y trotskistas que en nuestro país podrían ser definidos como de extrema izquierda.
Al interior del Frente Amplio en Uruguay existe una pugna interna entre sectores "progresistas", que representan a esa izquierda moderada, muy parecida a la que actualmente gobierna Chile, que dentro de la coalición Amplio serían sectores democratacristianos, socialdemócratas dentro del PS y curiosamente parte importante de los ex guerrilleros Tupamaros liderados por Pepe Mujica.
Por otra, el sector de izquierda más tradicional o anticapitalista lo representan el PC, un ala del PS, un u grupo de ex Tupamaros que como el que representó el fallecido Jorge Zabalza (El Tambero) fueron duros críticos del entreguismo del gobierno de José Mujica. A este sector de izquierda hay que sumar pequeños partidos de influencia trotskista, maoísta y libertaria.
Esta fractura interna se vio reflejada en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, cuando un plebiscito propuesto por la central sindical única de Uruguay (PIT-CNT) pidió la abolición de las reformas neoliberales desarrolladas por el gobierno de Lacalle Pou en materia de seguridad social. Sin embargo, los progresistas del Frente Amplio no respaldaron esta propuesta y se sumaron a los votos de la derecha, impidiendo que se garantizara el sistema público de pensiones.
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La mayoría de las bases del Frente Amplio respaldó la propuesta sindical que pretendía sustituir el artículo 67 de la Constitución de la República por una nueva versión y el texto sugerido comenzaba definiendo a la seguridad social como «un Derecho Humano Fundamental, no susceptible de lucro».
Con esto se buscaba eliminar las Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional (AFAP) y a su vez prohibir toda forma de ahorro individual con fin jubilatorio lucrativo, fijar la edad de retiro a partir de los 60 años, y determinar que ninguna jubilación ni pensión pudiera ser menor al valor del Salario Mínimo Nacional. Sin embargo, "los progres" del Frente Amplio no respaldaron y se sumaron a los votos de la derecha.
A pesar de esta pugna interna, el Frente Amplio ha demostrado ser una fuerza política importante en Uruguay y ha logrado mantener su base de apoyo. No obstante, el devenir de su gobierno dependerá de los contextos en que se deba mover Uruguay en los próximos cinco años y la presión que puedan desarrollar las organizaciones sindicales y sociales al interior del bloque o sus propias bases articulados en comités en cada barrio de Montevideo y pueblos del interior del país.