Por Alejandro Baeza
Las sucesivas rondas de votación para elegir la nueva mesa directiva para la Convención Constitucional no fue un show ni un circo como se intenta hacer ver por la presa hegemónica. Fue una negociación abierta ante las cámaras, algo habitual en cualquier sistema parlamentario europeo o de Oceanía, algo a lo que nuestro decimonónico y rígido hiperpresidencialismo no está acostumbrado. Por eso probablemente para muchos y muchas cuesta comprender, más cuando venimos saliendo de los 30 años en que todo venía cocinado desde antes.
Lo que sí es cierto es que la elección de María Elisa Quintero y Gaspar Domínguez representa a todas luces una derrota dura para el bloque conformado por el Frente Amplio (FA) y el Partido Socialista (PS) en la Convención y un reordenamiento de los grupos al interior de ésta en favor de los grupos provenientes de movimientos sociales y que pretenden transformaciones más profundas al sistema. Y es que el eje conductor que había asumido esa alianza FA+PS+INN (Independientes No Neutrales) durante estos seis primeros meses de funcionamiento de la Convención, fue fracturado esta semana con la derrota en la carrera para la mesa directiva. Una derrota que fue sorpresiva para casi todo el mundo, incluso para ellos mismos.
El acuerdo del 15 de noviembre no establecía una renovación de estos cargos, sin embargo, fueron las y los mismos convencionales quienes acordaron que el tándem Loncon-Bassa sólo dudara la mitad del periodo, con argumentos muy legítimos por cierto, pero también por el interés que desarrolló el bloque antes señalado en ocupar la dirección completa del derrotero de a Convención Constitucional con el último espacio a conquistar: La mesa directiva.
De hecho, Beatriz Sánchez anunció en la prensa sus intenciones de ocupar la silla de Loncon hace unas semanas, lo que luego reculó, aludiendo a una supuesta inconveniencia en que el FA presidiera tanto el Gobierno y como la Convención.
Así, al 4 de enero llegaron con el acuerdo de presentar a Ramona Reyes (PS) a la presidencia y a Sánchez a la vicepresidencia, lo que por la cantidad de votos parecía tarea fácil. Parecía.
Sin embargo, nuestra publicación titulada El historial de irregularidades de la candidata a presidencia de la Convención Ramona Reyes Painequeo tuvo una gran repercusión en Twitter, por lo que fue el pueblo (o la parte de éste que utiliza esta red) quien hizo tendencia la información y empezó a exigir a las y los convencionales que no eligieran a Reyes. Por primera vez en la historia de Chile, una campaña realizada exclusivamente en Twitter logra un triunfo político y Reyes pierde el apoyo del FA, marcando el quiebre de este grupo con el PS.
La caída de Reyes a las 16:00, fue también la caída de las opciones de este bloque de presidir la convención, y sin llegar a acuerdo cada quien fue por su lado. El FA se cuadró con la opción de Cristina Dorador de Movimientos Sociales Constituyentes (MSC), el PS levantó a Castillo e INN a Politzer, luego por Patricio Fernández Chadwick y Benito Baranda. Todo esto, mientras la derecha levantaba candidaturas sin tener ningún tipo de influencia.
Estaba todo tan armado con Reyes-Sánchez, que no había ningún «plan b» y se notó, pues estuvieron votando hasta las 4 de la mañana. El torpedo hundió un buque que ya estaba en altamar y que no tenía botes salvavidas.
Al día siguiente, la candidata levantada por los movimientos sociales fue María Elisa Quintero, al no conseguir que Dorador los votos necesarios la jornada anterior. El acuerdo, incluyó en sus orígenes a MSC, Pueblo Constituyente, Coordinadora Plurinacional y Popular, Elisa Loncon y sus cercanos, así como posteriormente al PC, INN, el grupo que había estado la jornada anterior por Chinga.
Luego también se habría sumado el FA, o eso se supone, porque al realizarse la novena votación este miércoles a eso de las 16:00, el Frente Amplio rompió su acuerdo y votó por Beatriz Sánchez, esperando que luego negociaran con ellos la vicepresidencia e instalarla de todas formas a cambio de sus votos, lo propio hizo el PS con Celedón. Lo que tampoco esperaban, fue que Quinteros logró los 78 apoyos en la primera votación, esto gracias a dos votos claves, del RN Silva, y del propio Celedón, dejando tanto al FA como al PS sin capacidad de negociar nada y en ridículo frente a una ciudadanía que llevaba dos días increpándolos por su comportamiento.
Así, fue fácil resolver la vicepresidencia y el INN Gaspar Domínguez llegó al cargo en la primera rueda con 112 votos. El representante más a la izquierda de aquel sector, integrante de la desaparecida Vocería de los Pueblos, defensor de la salud pública y luchador por los derechos de las disidencias sexuales, de las que forma parte.
El bloque INN+PS+FA se quebró, o al menos para alcanzar la mesa directiva. Los dos últimos, que tenían la mesa lista hasta el martes en la mañana, quedaron fuera de ella. El Frente Amplio, que había realizado un buen trabajo en la vicepresidencia de Bassa, quedó sin pan ni pedazo. Una «desinteligencia» como reconoció minutos más tarde Fernando Atria. Aun así, está por verse si logrará rearticularse y cuál será su estrategia para lograr recuperar su influencia.
Como comentó la convencional Alondra Carrillo, lo que pasó en la Convención fue que la rebelión de los independientes triunfó. La nueva mesa directiva, proveniente de los movimientos sociales no militantes de partidos políticos santiaguinos, representa a quienes abogan por las transformaciones más profundas en este espacio, por lo que sin dudas es una muy buena noticia para el camino que viene.
Así lo resume bien en su posteo Alondra Carillo:
«La derecha que es tan ciega no puede sino sostener que el vencedor aquí es el Partido Comunista. Pero nosotras sabemos que quienes vencimos somos las nunca, las nadie, las sin. Con esta maravillosa coincidencia de acontecimientos, se configuró un escenario promisorio. Llegan a la conducción de la Convención los movimientos sociales, las plazas, las ollas comunes, las Asambleas Populares por la Dignidad de las que viene nuestra compañera María Elisa Quinteros, una de esas desconocidas que llegan al poder sin que nadie lo haya visto venir. La Convención tendrá la autonomía requerida para conducir no sólo el debate normativo, sino el debate sobre la implementación de la Nueva Constitución, que es el que más nos llamará a enfrentar los intereses de aquellos partidos que han administrado estos 30 años y empresariales en mantener el actual reparto del poder.
Sigo flotando de alegría. La alegría de la tarea cumplida».