Jonathan Pastorini / resumen.cl
Lamentablemente en nuestra cultura occidental, la medicina tiene un rol más bien curativo y reactivo a las dolencias y enfermedades que nos puedan afectar, por tanto, la utilización de todo tipo de remedios y drogas se ha masificado peligrosamente en todo el mundo, haciendo a millones de personas esclavas de una pastilla para poder vivir dentro de una supuesta normalidad.
Sin duda, esta situación ha favorecido a la industria farmacéutica y de las clínicas privadas, que aunque suene duro, ven la enfermedad como una oportunidad de negocio. Esto lo podemos ratificar recordando el caso de la colusión de farmacias en nuestros país hace algunos años, donde el monopolio de las grandes cadenas determinaba los precios de los fármacos, que muchas veces superaba en 500% el precio real. Esto, sumado al hábito de los centros médicos privados de pedir cheques en garantía o altas sumas de dinero para atender nos demuestra lo deshumanizado que se encuentra el sector de la salud, en donde el neoliberalismo ha calado hondo. Es inentendible que una persona, sea del sector político que sea, no vea a la salud como un derecho humano básico y que por el contrario, dependa del poder adquisitivo la oportunidad de tener una vida saludable e incluso, seguir viviendo gracias a un tratamiento médico digno.
Cuando hablamos de salud debemos cambiar de foco y darle una mirada preventiva, evitar llegar a enfermedades o situaciones más complejas que afecten nuestro cuerpo o mente. Y recalcamos esto último, pues muchas sensaciones de mal estar pueden ser asociadas a efectos psicosomáticos. Así también, el estrés, el mal dormir, las preocupaciones diarias e incluso no disponer de un tiempo de ocio diario o semanal nos puede llevar a enfermedades tales como la depresión. Por tanto caminar, pasear por el parque, disfrutar de una obra de teatro o banda musical, compartir con hijas/os o entretenerse con amigas/os puede ser igual de medicinal que beber una infusión de alguna hierba.
En el ámbito más físico, sin duda nuestra primera medicina es lo que comemos, por lo que debemos ser responsables en lo que consumimos. Y en verdad, nadie niega que de vez en cuando podamos quizás darnos algún gusto de comida que no sea tan sana pero apetitosa, no se trata de vivir una dieta auto flagelante, sino más bien consciente. Saber lo que se come es primordial como así también comprender los efectos negativos y positivos. Cuando comemos no solo saciamos el hambre sino también integramos los nutrientes necesarios para vivir de buena forma, pero con ello además dependiendo de una mala alimentación, podemos introducir en nuestro organismo elementos nocivos que generen serios daños y activen enfermedades tales como el cáncer, obesidad, colesterol alto, hipertensión, etc.
Algo bastante útil es conocer la vegetación que nos rodea y sus cualidades gastromedicinales, plantas que probablemente tengamos en nuestro jardín o lugares cercanos y que podemos utilizar cuando cocinamos o preparamos algo para beber. Esto nos va a permitir hacer el hábito de consumirlas de alguna forma para aportar directamente a nuestra salud, autonomía y no dependencia de los grandes supermercados que en su mayoría venden transgénicos.
Plantas comunes de utilización gastromedicinal de jardín o plazas (Primera parte)
*Dato útil: Para infusiones, utilizar agua caliente pero no hirviendo pues las altas temperaturas muchas veces inhibe las propiedades de las plantas, por tanto debemos combinar agua caliente y tiempo prolongado.
Rosas: Los pétalos pueden ser utilizados para combatir parásitos intestinales y como laxante suave. La infusión o comúnmente llamada agua de rosas, puede reducir los riesgos de infección de vejiga, previene enfermedades cardiacas, libera la tensión mental y reduce la irritación ocular.
Además podemos utilizarla en un atomizador y rociarla en nuestra piel pues mejora la resequedad, es suavizante, reduce inflamaciones, ayuda a deshacer espinillas y previene la caída del cabello.
¿Cómo consumirla? Esta agua de rosas podemos utilizarla en la receta de algún postre como mousse, bavaroise, parfait, leche nevada, queques, etc. Los pétalos pueden comerse directamente y ocuparlos en decoración de platos.
Menta: Facilita la digestión, estimula positivamente el hígado, relaja la mucosa intestinal, descongestiona las vías respiratorias y es muy útil en el tratamiento de asma, combate el mal aliento, ayuda en la lactancia reduciendo las grietas del pezón y el dolor.
¿Cómo consumirla? Una preparación elemental puede ser consumirla como infusión, también podemos comerla en postres y ensaladas con sus hojas frescas, una buena idea es picarla y agregarla en una ensalada de quínoa. También podemos utilizarla para marinar pescados o carne de cerdo. Además puede aportar buen sabor utilizándola en escabeches o estofados de carne roja, como asado a la olla o similar.
Lavanda: Reduce las bacterias del intestino, por lo que es un gran desintoxicante. Relaja y favorece el descanso, combatiendo el insomnio. Mejora el estado de ánimo.
¿Cómo consumirlo? Podemos beberla como infusión, además secarlo y espolvorearlo, las flores son totalmente comestibles para utilizarlas incluso decorando algún plato. También es posible utilizarla en postres que en su proceso hayan infusiones, como una pannacota, sémola, leche nevada o mousse para darle un toque de aroma a lavanda.
Chilco o fucsia magallánica: Su infusión se utiliza para apaciguar dolores menstruales, además disminuye la fiebre y aumenta el flujo de orina.
¿Cómo consumirlo? Directamente en infusión, el fruto o comúnmente llamado "chanchito" se puede comer directamente usándolo como ingrediente en ensaladas.
Receta de Leche nevada floral
Ingredientes:
1 Litro de leche
7 Unidades de huevos
200 Gramos de azúcar
1 Unidad de vaina de vainilla (o un chorrito de esencia)
1 Unidad de rama con flor de lavanda
Procedimiento
Separar las claras de las yemas del huevo, poner el litro de leche, con las 7 yemas, 100 gramos de azúcar, las ramas de lavanda y la vainilla (Vaina o esencia) a calentar a fuego bajo revolviendo suavemente con un mezquino o espátula de silicona. La preparación debe llegar aproximadamente a los 80°C para que tome consistencia. Si notamos que la preparación está muy caliente, retiramos del fuego y enfriamos revolviendo, más allá de los 85°C el huevo tiende a cocinarse y estropearía la receta. Tenemos 2 formas de saber que vamos por buen camino, la primera es que al inclinar la olla notamos una base suave de preparación que comienza a espesarse o bien, al sacar el mezquino hacemos una línea con el dedo y esta queda marcada sin escurrirse.
Cuando tome cuerpo, la sacamos del fuego, la pasamos por colador para retirar las ramas de lavanda y eliminar grumos si es que se formaron. Pueden también hacer un baño maría inverso, es decir, poner el bowl u olla con nuestra preparación ya colada sobre agua con hielo para que se enfríe rápido.
Luego la ponemos a calentar nuevamente y la mantenemos a fuego muy bajo, que no sobrepase los 60°C o 70°C. Por otro lado batimos 3 claras de huevo con 100 gramos de azúcar a nieve. Cuando esté montada, vamos poniendo pequeñas cucharadas de merengue sobre nuestra base de leche levada para que se cocinen suavemente. Estos pequeños copos estarán listos en el momento de que tomen consistencia y brillo, vamos retirando con un colador y reservando.
Al tener todo el merengue listo, apagamos la preparación y dejamos enfriar. Para servir, ponemos una base de crema que hicimos con la lavanda y cubrimos con algunos copos de merengue. Podemos decorar con algunas flores de lavanda por encima.
Receta de Ensalada de quinoa a la menta
Ingredientes
½ Kilo de quínoa (Blanco, roja, negra, etc.)
2 Unidades de manzanas verdes
1 Unidad de pimentón rojo
1 rama de menta
Jugo de 5 limones
Aceite de oliva
Pimienta
Sal
Procedimiento
Para cocinar la quínoa, primero debemos lavarla al menos unas tres veces para sacar los compuestos naturales amargos que contiene. Posteriormente la ponemos en una olla con el doble de agua y una cucharada de sal a cocinar por aproximadamente 16 minutos de forma similar a la que cocemos el arroz. Cuando esté lista dejamos enfriar cambiándola a un bowl o budinera.
Las manzanas las cortamos en cubos de 1 centímetro, si no les molesta la cascara la pueden dejar. La rociamos con el jugo de un limón para que no se oxiden rápido. El pimentón lo picamos fino, podemos cortarlo en tiras (Juliana) y luego picarlo en cuadrados pequeños de medio centímetro. Exprimimos los limones y los colamos para eliminar pepas.
La menta la lavamos y secamos bien. Para picarla podemos separar unas cinco hojas y ponerlas una sobre otra para luego envolverlas e ir cortándolas finamente.
Mezclamos todo más un chorro generoso de aceite de oliva más una pizca de pimienta y sal. Rectificamos sabor y servimos.
Foto de Martín Fuentes