Aucán Salas / resumen.cl
Entre el olor a leña quemándose, pan amasado y la brisa fresca que baja desde los faldeos de la Cordillera de Nahuelbuta nos recibe Mundo Nuevo, la recuperación territorial de campesinos chilenos de terrenos apropiados por Forestal Arauco. La señora Delfina y sus compañeras nos esperan con una amabilidad que cada vez es más difícil encontrar en la ciudad, pero que en el campo aún parece mantenerse. La recuperación territorial avanza, ya son cerca de 20 las casas construidas, incluyendo la sede del sindicato campesino y la cocina comunitaria, en donde ahora nos encontramos abrigados por el fuego.
Son 5.000 las hectáreas que pretenden recuperar a Forestal Arauco (grupo Angelini), la empresa que hace 45 años los expulsó con las metralletas militares como telón de fondo, golpeando a los y las campesinas y quemando sus casas y quintas frutales. La señora Delfina aún recuerda cuando la forestal y los militares los expulsaron de su casa, "nos trasladamos a Curanilahue y no teníamos qué comer, ya que mi padre no tenía trabajo, sólo sabía trabajar el campo". Con sus compañeras y los hombres de la ocupación se ven optimistas, están decididas y decididos a recuperar lo suyo. Por primera vez un proceso de recuperación de sus tierras ha durado tanto, ya llevan cerca de 8 meses en la cordillera de Nahuelbuta resistiendo, y a diferencia de las veces anteriores la forestal no ha podido expulsarlos con sus matones, hachas y motosierras. A los hombres y mujeres de esta montaña se las ve dispuestas a seguir y con la convicción de que lo que están haciendo es un acto de justicia histórico.
En la década de los 60, comenzó a gestarse en Chile uno de los hitos políticos más relevantes del siglo XX: La Reforma Agraria. Proceso de colectivización de la tierra para los campesinos y campesinas del país, así como para el pueblo mapuche. Esta política, sin embargo, fue totalmente truncada e interrumpida por la dictadura militar. El campesinado que al fin había podido recuperar de los ricos lo que era suyo, luego fue castigado por latifundistas y empresarios, que con el apoyo militar desalojaron al pueblo campesino y mapuche que se había tomado las tierras que legítimamente les pertenecían.
En enero de 2018, tras 50 años del comienzo de la reforma agraria en 1967, un conjunto de campesinos y campesinas del sector de Curanilahue que vivió directamente este proceso histórico de recuperación y posterior represión, decidió tomarse nuevamente las tierras que las forestales les arrebataron de forma fraudulenta durante la dictadura. Fue así como un grupo de familias de la Provincia de Arauco, Región del Biobío, subieron nuevamente a la cordillera de Nahuelbuta (o «jaguar grande" en mapudungun) para asentarse y recuperar la tierra que los vio nacer.
Curanilahue: la tierra donde se gesta un "Mundo Nuevo"
Curanilahue o "Chue" como la conocen sus habitantes, es una pequeño pueblo de cerca de 30.000 habitantes rodeada totalmente por plantaciones de pinos y eucaliptos. Curanilahue (en mapudungún: kurangilawe, 'vado pedregoso') está situada en la Provincia de Arauco, poco más al sur del Río Biobío, frontera histórica entre la civilización occidental y el pueblo-nación mapuche. Un territorio que hace menos de 150 años era mapuche y que posteriormente, tras el genocidio del Estado chileno, fue anexado a la fuerza. Curanilahue, además, es parte de la llamada cuenca del carbón, territorio lafkenche junto al golfo de Arauco que se caracterizó por la explotación de este recurso mineral y la gestación de una histórica identidad minera.
Junto con Lota y Coronel, la zona fue pionera en el primer proceso de industrialización del país a finales del Siglo XIX, aunque en Curanilahue ésta fue muy precaria y se apoyó principalmente en la mano de la explotación obrera para extraer las enormes riquezas de nada menos que el oro negro de aquellos años: el carbón. Algo así como el equivalente del petróleo en nuestra época, el combustible que el capitalismo industrial necesitaba para expandirse.
Familias de la élite de la burguesía nacional se enriquecieron con el negocio del carbón, como los Cousiño, los Schwager y otros oligarcas que expandieron su poder a través de la explotación de la población pobre. Posteriormente la explotación del carbón en Curanilahue se realizó por la Empresa Nacional del Carbón (ENACAR) durante el siglo XX. Así también floreció una creciente población y cultura obrera que llevó adelante varios procesos de movilización y reivindicación, en este contexto surgieron algunos míticos personajes como el curanilahuino Juan Segundo Montoya, trabajador anarquista y pionero del naturismo en Chile, entre tantos otros personajes y sindicatos que fueron actores relevantes de los procesos de movilización social durante gran parte del siglo pasado, destacando las huelgas obreras de las décadas del 20 y del 60.
Tras la dictadura de Pinochet, la represión y las reconversiones industriales del país, los sindicatos fueron perdiendo su poder. En los años 80 y más acentuadamente en los 90 -durante los gobiernos post-pinochetistas- las minas de carbón comenzaron a disminuir su producción, aumentando las cifras de pobreza hasta llevarlas hasta los más índices más elevados del país. La cuenca del carbón se transformó en una zona de pobreza y miseria, con altos índices de desempleo y alcoholismo.
En 2007, según el Censo forestal y agropecuario de la propia CONAF, un 82% de la superficie total de la comuna de Curanilahue (82.056 hectáreas) corresponden solamente a plantaciones de monocultivos de la industria forestal. La comuna también es la tierra donde vivió y murió el obrero forestal Rodrigo Cisterna, que fue asesinado por Carabineros frente a la planta Horcones de Celulosa Arauco en una manifestación de trabajadores forestales que estaba siendo reprimida.
El Asentamiento
La historia de Mundo Nuevo comenzó hace 100 años con la llegada de sus primeros habitantes, tal como relata Don Pedro Gajardo Camaño, quien cuenta que su abuelo Don Rafael Camaño llegó en ese tiempo desde Purén en busca de trabajo y "recién llegado al sector, construyó con sus propias manos una ruca de varios árboles nativos y hojas de chupón, las que recolectó en el mismo lugar, este refugio, aunque muy precario fue su hogar durante algunos años. Como forma de subsistencia los primeros días se alimentó de los frutos nativos propios de la estación (maqui, chupón) además de peces y crustáceos que atrapó en el arroyo la "Ganza" que hasta el día de hoy escurre en este lugar, rutina que realizó hasta que consiguió trabajo como talador de bosque, labor por la cual recibía una retribución económica, alimentación diaria y una porción de trigo mensual". Don Pedro Gajardo también relata que su madre tuvo 20 hijos, pero solo 12 sobrevivieron, los que ayudaban en las labores de siembra y ganadería, destacando que en el fundo Mundo Nuevo gracias a la fertilidad de la tierra y los innumerables manantiales que brotaban de la cordillera "todo lo que se producía se daba en abundancia, especialmente los cerdos que, gracias a los frondosos bosques de avellanos, engordaban a más no poder". Y agrega que "por muchos años tuvimos una vida tranquila, feliz, sin tanta comodidad como en las grandes ciudades, trabajando duro, pero consumiendo y viviendo de lo que nuestra tierra nos entregaba, alimentos naturales, sin pesticidas ni nada que contaminara el medio ambiente. Tan productiva era nuestra granja que llegamos a tener 10 yuntas de bueyes, 20 vacas lecheras, aves, y toda clase de animales de granja. Además de lo anterior se cultivaban plantas y cereales, especialmente trigo, avena, porotos, arvejas, papas, cebollas, cilantro, perejil y todo tipo de árboles frutales como duraznos, manzanos, guindos, ciruelos, perales, etc.".
Fue así como empezaron a llegar familias campesinas a poblar la zona durante todo el transcurso del siglo XX. La señora Georgina Reyes agrega que en el fundo se hacían "mantas y frazadas con lana que procesaban manualmente de las ovejas, todo lo que se cosechaba, trigo, se movía en el fundo, ya que se autosustentaban con lo que sembraban y los animales que criaban". Don Delfín Fonseca Martinez relata que unas décadas después, ya en los años 50 "llegaron al fundo 36 familias, bajo la «Sociedad Cooperativa Mundo Nuevo" de la cual nosotros éramos una de ellas, se llegó en calidad de subarrendatarios, de la familia Varela Gutiérrez quienes a su vez eran arrendatarios del Servicio Nacional de Salud". Por su parte la señora Ercilia Faundez Saez recuerda que a través de la cooperativa campesina que formaron se juntó dinero y se compraron colectivamente varios bienes como "una ambulancia, criadero de aves, un molino, aserradero, dinero en los bancos, etc.". Muchos de los niños y niñas que nacieron aquí fueron a una escuela básica que existía en Mundo Nuevo, educándose entre el campo y el aire fresco de la cordillera de Nahuelbuta.
Un par de años tras la promulgación de la ley de Reforma Agraria, política pública nacida como respuesta al auge de los movimientos revolucionarios en América Latina, así como a las décadas de movilización y organización de grupos campesinos chilenos y mapuches, llega la oportunidad de los habitantes de Mundo Nuevo para ser por primera vez dueños del amado terruño que estaba bajo sus pies. El lema "la tierra para quien la trabaja" por fin, después de siglos de inquilinaje, explotación patronal, peonaje y tantas otras experiencias caracterizadas por la miseria, podía cumplirse realmente. Fue así que en 1969, gracias a sus ahorros, la Cooperativa Campesina Mundo Nuevo se hace dueña de miles de hectáreas compradas al Servicio Nacional de Salud. El dinero se reunió a través de la venta de animales y verduras en Curanilahue y se realizó un pago de constantes cuotas por parte de los afiliados y afiliadas. Según relata la señora Maria del Carmen Fonseca "de ahí en adelante la vida seguía tranquila, el campo entregaba todo lo necesario para vivir, además la tierra era nuestra y nadie nos la podía quitar, pero estábamos equivocados".
Según José Bengoa en su libro "Reforma Agraria y revuelta campesina" se calcula que sólo en los tres primeros meses después del golpe militar fueron asesinados o desaparecidos más de 500 campesinos, en su mayoría hombres, y sobre todo hombres jóvenes. Sus familias y las mujeres que compartían con ellos fueron castigadas por la dictadura quitándoles sus tierras, quemando sus casas y huertas, dejándolas sin alimento y abrigo. Los muertos y asesinados estuvieron directamente involucrados en los procesos de reforma agraria, reparto de tierras y sindicalización campesina. Todos buscaban una vida más libre y justa mediante las movilizaciones, corridas de cerco y organización cooperativa de los campesinos y campesinas.
La Dictadura militar-empresarial acabó con todo este proceso que, desde la década de 1960 hasta 1973, intentó devolver sus tierras, libertad y autonomía a los campesinos y campesinas de este territorio. Lo que vino después fue un proceso que por medio del terror hizo retroceder todos los avances para la dignidad del campesinado chileno y del pueblo mapuche, y que en los casos de Arauco y del Biobío vino de la mano con la expansión de las plantaciones de monocultivos de pinos y eucaliptus para el extractivismo forestal.
La señora Maria Silvia del Carmen Fonseca recuerda así los sucesos luego del golpe de Estado "nuestra vida cambió para siempre, en el año 1974 citaron a todos los jefes de hogar a una reunión que se realizó en la escuela del fundo, allí llegaron autoridades de Forestal Arauco, militares y carabineros armados. En esa reunión se les comunicó a los habitantes que el fundo no les pertenecía, a pesar de que se había hecho la compra de los terrenos 5 años antes. Además, se les dijo que debían abandonar sus tierras y si se negaban, tenían la autorización de quitarles la vida a ellos y a sus familias para luego tirar sus cuerpos al río. Terminada la reunión, nuestro padre llega llorando desconsoladamente a nuestro hogar, fue la única vez que lo vimos así en toda su vida" La señora María relata que ante el miedo vendieron rápidamente sus animales, con ese poco de plata se llevaron lo que pudieron para Curanilahue. Los militares y la forestal quemaron rápidamente su casa y su huerta. Sigue contando que "llegamos a Curanilahue sólo con la ropa que traíamos y la poca plata que obtuvimos de la venta de los animales. Nuestro padre por su condición de analfabeto no podía encontrar trabajo en ningún lugar, vivimos penurias que nunca pensamos, hambre y frío".
Por su parte, la señora Nidia Medina Medina recuerda así los sucesos "Por los roces la forestal le quemo la casa a mi madre, a don Vicente Romero, le pusieron un fusil en el pecho para que firmara la entrega de la tierra. A mi madre le hicieron sacar las cosas, y como en ese tiempo no habían vehículos ni nada parecido, tuvo que sacarlas en una carreta con bueyes, fueron muy pocas las cosas que pudo sacar ya que no cabían más en la carreta, y al momento de regresar encontró su casa en llamas, pues Forestal Arauco le había prendido fuego, desde entonces mi madre comenzó a sufrir mucho y entró en una profunda depresión, sólo pensaba en recuperar su tierra para cultivarla como acostumbraba y tener sus animales, pero tanto fue el sufrimiento que después de tantos años de esperar el anhelado regreso a su casa y tierra querida, mi madre no pudo soportar y de pura pena y angustia falleció".
Don Pedro Lagos recuerda que después de ser expulsados sus "abuelos duraron poquito en Curanilahue, los dos murieron luego, porque echaban de menos las tierras y la vida en el campo". La Señora Berta Romero por su parte recuerda que ella no se quería ir, entonces "plantaron pinos hasta la puerta de la cocina de mi casa. El guardabosques le echaba los perros a mis chanchos e iba a insultarme y amenazarme con meter el caballo dentro de mi casa, me calumniaban y también me mataron mis perros que me acompañaban, y por mi seguridad y la de mi bebé tuve que venirme al pueblo a trabajar como asesora de hogar, hasta que me independicé y trabajo hasta el día de hoy, extraño mi tierra ya que ahí sembraba, cosechaba, criaba animales y tenía para vivir una vida más sana".
Don José Medina recuerda que en una intervención militar "por salir arrancando a la una de la madrugada, nuestra hermana mayor sufrió una pulmonía, sus pulmones no la dejaban respirar, llevándola a la muerte el 27 de octubre de 1973". Doña Juana Guzmán recuerda que el día en que los militares les comunicaron su expulsión dijeron que "el río era ancho para tirar a todos los socios y hacerlos desaparecer". A muchas de estas personas, para acelerar su expulsión se les prometió trabajo indefinido en las forestales que llegaban a traer supuesto "progreso" a la Provincia de Arauco, sin embargo, fueron pocos a los que se les otorgo realmente trabajo, como cuenta Don Pedro Romero "Forestal Arauco nos ofrece trabajo con contrato indefinido y todas las regalías, pero nos tuvo dos años contratados y después nos despidió donde quedamos vagando".
Los pobladores y pobladoras de Mundo Nuevo estiman que aproximadamente fueron 36 familias las expulsadas del fundo, por lo que se cuenta a más de un par de centenas de personas entre las «exiliadas». Algunos personajes claves en la usurpación de sus tierras fueron Hernán Mosso, juez de Santa Juana que operó a favor de los latifundistas Pedro Gutiérrez, Carlos Varela y Emilio Ruiz que luego les vendieron a las forestales.
Tuvieron que pasar más de cuatro décadas para que las y los pobladores de Mundo Nuevo lograran acumular la fuerza y organización para asentarse nuevamente en la Cordillera de la Costa y recuperar la tierra que los vio nacer.
Varias decenas de familias se establecieron a finales de enero en el fundo Mundo Nuevo en la comuna de Curanilahue para recuperar los terrenos que les fueron arrebatados. Hoy, luego de la brutal destrucción del bosque nativo de la Cordillera de Nahuelbuta y el cruel despojo de la comunidad campesina de la zona, han vuelto para volver a cultivar la tierra y subsistir.
El 20 de enero de 2018, en las cercanías del Río Carampangue, establecieron un campamento con el objetivo de construir sus casas y recuperar territorio para cultivar y desarrollar actividades productivas de subsistencia. Sin embargo, esta no es la primera vez que lo intentan, como cuenta Lorenzo Fonseca, otro participante de la acción reivindicativa, "fuimos a Carampangue y vinimos a hacer posesión de los terrenos ahí abajo en el puente y en el día llegó Forestal Arauco y nos pidió los documentos y ahí estuvimos todo el día con ellos, y nosotros también le pedimos los documentos a ellos, y entonces Forestal Arauco nunca presentó los documentos y después en la noche Forestal Arauco se fue para abajo y después volvieron con cinco camionetas, serían unas 20 personas con hachas, combos, motosierras y al final destruyeron todo lo que habíamos construido nosotros". Pero tras este intento fallido, la actual recuperación hasta el momento ha sido un éxito, pues además de contar con ocho meses desde su inicio, ya cuentan con cerca de 20 casas construidas en el lugar y siguen aumentando, lo que llena de alegría a la comunidad.
Claro que no todo ha sido tranquilidad, por ejemplo el 12 de julio se realizó una audiencia en que Forestal Arauco demandó a los integrantes del sindicato campesino por usurpación de terreno. Esta audiencia de formalización se realizó con fuerte presencia policial de cuatro radiopatrullas en los alrededores del Juzgado.
Pese a la acción judicial de la empresa forestal las cosas hasta el momento han salido bien para los y las campesinas, pues el pasado 3 de agosto de 2018, la Corte de Apelaciones de Concepción falló en contra de la apelación presentada por Bosques Arauco, en el contexto de una querella por usurpación de terrenos interpuesta contra dos integrantes del Sindicato de Trabajadores Independientes Nueva Esperanza del Fundo Mundo Nuevo. En dicha oportunidad Miguel Castillo presidente del sindicato afirmó que "han pasado gobiernos de derecha y de izquierda y Forestal Arauco sigue en pie de expulsarnos de la tierra que es nuestra; mis abuelos y sus vecinos la compraron mucho antes que ellos llegaran". Junto con esto, las personas que ocupan el Fundo Mundo Nuevo han manifestado la presencia constante de vigilancia de la forestal con drones, así como intentos de ingreso al fundo para talar los monocultivos.
Pese al hostigamiento la recuperación territorial es sin lugar a dudas un hecho histórico, pues es la primera reivindicación de terrenos de esta envergadura llevada a cabo por comunidades campesinas chilenas y no mapuches como ha sido habitual en la zona. De esta forma podría generarse en la cordillera de Nahuelbuta un cinturón de recuperaciones territoriales de carácter multicultural que podría contribuir a reducir considerablemente la presión ambiental que el sector empresarial mantiene en la provincia y el centro-sur de Chile a través de la plantación masiva de monocultivo forestal. También para reducir la pobreza de sus habitantes obligados a dejar sus tierras y vivir precariamente en ciudades. La extrema invasión de monocultivos en la cordillera de Nahuelbuta ha sido documentada en reiteradas oportunidades.
La instalación masiva de monocultivos forestales ha configurado un territorio amenazado por la escasez hídrica, los incendios forestales, la degradación del suelo y la pérdida de biodiversidad. La recuperación territorial multicultural de este territorio por medio de campesinos, campesinas y mapuches está propiciando la generación de nuevos modelos de producción basados en la diversificación de las alternativas alimentarias y la producción de recursos no madereros. La ampliación de estos procesos de recuperación territorial con una visión de equilibrio con el ambiente, además de la repartición igualitaria de la producción generada por las comunidades, podría brindar una alternativa al actual modelo extractivista basado en criterios peligrosamente agresivos con el medio natural y social de estos territorios. La diversificación productiva, la extensión de las zonas con bosque nativo y la gestión comunitaria de estos territorios podría además significar un retroceso a los devastadores incendios forestales y crisis hídrica que esta zona del país.
La reforma agraria de las décadas del 60 y 70 fue mirada por conservadores y latifundistas como una amenaza para sus privilegios. Para progresistas y hombres ligados al Estado, y no para pocos izquierdistas, como un proceso para superar las viejas formas de producción semifeudales en el campo, a favor de otras más avanzadas y a tono con el progreso tecnológico, urbano y productivo de la nación. Mientras que para otro grupo fue una verdadera revuelta mapuche y campesina que prometía devolverles sus tierras y su dignidad.
No hay que olvidar que durante todas las revoluciones del Siglo XX el campesinado ha tenido un rol fundamental, desde los campesinos que junto con Zapata lucharon en México, las colectivizaciones campesinas que lucharon contra el fascismo en España; los campesinos alzados en la Unión Soviética o Ucrania junto a Néstor Maknho, hasta los que prestaron apoyo a Fidel Castro en la Sierra Maestra de Cuba. En Chile el campesinado también ha tenido su rol en alzamientos, resistencias y procesos revolucionarios, como la insumisión de los bandidos durante la independencia o la revuelta de Ranquil en 1934 en donde campesinos, obreros y mapuches se alzaron contra el régimen y políticas estatales.
La reforma agraria en Chile, fenómeno que tuvo su auge entre 1967 y 1973, fue un proceso que restructuró gran parte del territorio del país, recuperando las tierras históricamente negadas a los campesinos y campesinas. La historia de la recuperación territorial de "Mundo Nuevo" está inserta en este relato que fue reprimido por la dictadura militar e invisibilizado por el post-pinochetismo.
Antes de terminar comparto las siguientes palabras de Don Erick Castro respecto del Estado, "que se haga responsable por avalar todos los robos, atropellos, y por todo el daño que se le hizo a mi familia y creo que, así como mi abuelo, mi padre y mi descendencia tienen todo el derecho de que se nos devuelva en su totalidad lo que se nos arrebató y se nos indemnice por todo el daño psicológico de tantos años de humillaciones".
Mientras que Delfina Sierra comenta que "Se hecha de menos el campo, la vida de allá, me acuerdo cuando comíamos cebollitas a mordiscos debajo de la carreta, con harina tostada, era tan agradable la vida, sacrificada pero valía la pena, toda la comida era natural de la tierra, las aguas eran tan ricas, me acuerdo que mi mama acá en Curanilahue no quería tomar agua y teníamos que ir a buscarle agua cerca del campo para que ella tomara".
José Medina, por su parte dice que quiere recuperar "la tierra de mi madre para poder trabajarla, porque eso es lo que yo adoro, la tierra, y quiero trabajarla y dejarle una herencia a mis hijos y una capacitación a mis hijos, de trabajar, cuidar y proteger la tierra".
Por su parte la señora Juana de Dios Guzmán, una de las vecinas más históricas de la recuperación Mundo Nuevo, quien con más de 80 años se encuentra ahora en la cordillera recuperando sus tierras dice "pido justicia, pido mi tierra, mi dignidad, todo lo que Forestal Arauco y el gobierno de la época me robó. No sólo lo material sino también esperanza, el mejor vivir y la tranquilidad".
La experiencia de la recuperación campesina de Mundo Nuevo es un hecho histórico que llena de esperanza para reconstruir el tejido social y ambiental de un territorio altamente devastado por sucesivos periodos de monocultivo forestal. También trae la posibilidad que además del pueblo mapuche, sea el pueblo chileno y campesino el que recupere sus tierras, generando una alianza multicultural de recuperación territorial, a favor de una producción económica cooperativa de las comunidades en sintonía con los equilibrios y ciclos naturales.