Múltiples evidencias muestran el error de relajar uso de mascarillas en ambientes cerrados y mal ventilados

En Salud

Tras poco más de un mes del anuncio de relajo de uso de mascarillas en cualquier lugar excepto recintos de salud, vivimos una situación de nuevos aumentos de los contagios de subvariantes de Omicron. Expertos denuncian que la situación de testeo es sumamente baja y que navegamos a ciegas en un escenario incierto ante una posible nueva ola de contagios. Y además, que tanto la comunicación de riesgo como las capacidades de enfrentar la pandemia han caído a un nivel incluso peor que con Piñera. Se trata de una nueva traición del gobierno de Boric, consolidación del triunfo de la «necropolítica» dictada por el empresariado, donde la estrategia seguiría siendo que todo el mundo se contagie, y donde se busca que las muertes evitables continúen siendo aterradoramente aceptables.

 

Por: Alberto San Martín

Desde el inicio de la pandemia nuestro medio hizo énfasis en enfocar la prevención de los contagios generados por aerosoles flotando en el aire de lugares abarrotados, con poca o nula ventilación, tales como los medios de transporte, los puestos de trabajo precarizados, los establecimientos educacionales o ciertas actividades recreativas.

Sin embargo, poco o nada de infraestructura se habilitó y pocos o nulos protocolos se tomaron en cuenta para proteger a la población en aglomeraciones.

 

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En conversación con Resumen hace un par de semanas, el investigador en Salud Pública Gonzalo Bacigalupe planteaba que «La estrategia pandémica es exactamente la misma que utilizó el gobierno pasado y yo diría que peor porque tenemos mucha más evidencia ahora sobre qué se debe hacer».

Gonzalo explica que «Básicamente seguimos con una estrategia que no está basada en el cuidado de las personas, la estrategia implícita o explícitamente es dejar que la gente se contagie, todavía se piensa que basta mantener entre comillas las UCIs no sobrepasadas, lo que es terrible, porque en el fondo el sistema primario todavía está sobrepasado con los problemas virales cuando en realidad hay muchísimas otras enfermedades que necesitan ser tratadas, ahí las contradicciones son tremendas»

No hay ningún esfuerzo por educar y por hacer prevención. No se considera para nada el efecto del Covid persistente, los efectos neurológicos, los efectos en el sistema cardiovascular, el deterioro de la salud de la población» recalca Bacigalupe.

El investigador apunta a que «Seguimos con una suerte de necropolítica que se instauró durante el gobierno de Piñera, la falta de una evaluación de la estrategia por una comisión independiente está pendiente, no existe, a nadie le preocupa, nadie quiere hacerse cargo de ello, y asumo porque la mayoría de personas que mueren son personas mayores y se les considera prescindibles a las personas mayores»

Por su parte, el investigador Rafael González había enfatizado que «Me gustaría que hubiese una educación de la población, por cuando usar la mascarilla, qué rol cumple, por qué puede ser buena, sobretodo con la ventilación de los espacios y también recomendar el uso de filtros de aire, algo que no se le ha dado mucho incapié»

 

 

«Todavía no entiendo por qué no se ha impulsado con fuerza el estudio de aguas residuales para evaluar la evolución de virus que pueden haber, y ha sido una recomendación de la OMS y es una alternativa de vigilancia que ni siquiera requiere testear a las personas, y fortalecer la vigilancia genómica, la idea sería fortalecer la vigilancia cuando se levantan otras medidas» advierte.

 

 

 

Mientras tanto, la situación a nivel de testeo ha caído muy bajo, a niveles similares al de la primera ola de la pandemia en 2020. Por lo tanto, estaríamos navegando a ciegas en medio de la posible llegada de una nueva ola de contagios.

 

En todo el mundo se constata el peligro de las secuelas del Covid

Aunque se sabe que las vacunas y mejores tratamientos para el Covid, en conjunto a variantes que pueden causar una enfermedad aparentemente menos grave que las anteriores, se tiene certeza que pacientes inmunocomprometidos continúan con un alto riesgo de enfermedad grave o muerte.

Esto debido a que la respuesta de las vacunas es menos efectiva si el propio sistema inmunitario del paciente está comprometido.

Hasta ahora se sabe que las reinfecciones incrementan el daño por la enfermedad Covid-19, la cual puede ser profunda: desregulación del sistema inmunitario, coágulos sanguíneos, muerte de células nerviosas, inflamación, daño al pulmón, falla renal y daño cerebral.

Un estudio publicado en The Lancet concluyó que «Los trabajadores de los sectores esenciales han seguido siendo los más afectados por la alta tasa de COVID-19 y el exceso de mortalidad durante la pandemia, en particular en los sectores de agricultura, emergencias, manufactura, instalaciones y transporte o logística».

La investigación concluye que «Este alto número de muertes ha continuado durante los períodos de disponibilidad de vacunas y el aumento de la variante delta» agregando que «En una pandemia en curso sin una cobertura vacunal generalizada y con amenazas anticipadas de nuevas variantes, EE. UU. debe adoptar activamente políticas para proteger de manera más adecuada a los trabajadores en sectores esenciales«.

«Existen muchas evidencias que demuestran que la infección de SARS-CoV-2 provoca una inflamación crónica que daña multitud de tejidos y órganos, incluido el sistema cardiovascular» indicó la investigador española Sonia Villapol Salgado al medio El Faro de Vigo

Un estudio sobre Covid prolongado hecho a gran escala en Israel reveló que después de la recuperación un 34,6% de los participantes reportaron no haber retornado a su condición de salud previa a la enfermedad. Entre las condiciones se encuentran: Fatiga, disnea, debilidad, disminución de la libido, cambios de peso, problemas de memoria y los trastornos del sueño.

Otro estudio hecho en Israel que se encuentra prepublicado evaluó el impacto de las secuelas del Covid en la autopercepción de bienestar. «Si imagina perder un tercio de su sensación de bienestar como resultado de los síntomas prolongados de COVID, esto sugiere que están teniendo un impacto muy real, sostenido y profundo en el bienestar de muchas personas en todo el mundo indicó el autor Michael Edelstein al medio The Times of Israel

Un estudio recientemente publicado evaluó la calidad del vida de los pacientes con Covid prolongado. El equipo investigador concluyó que «Los pacientes con Covid prolongado tenían una calidad de vida más baja en comparación con el grupo de control sano» destacando que «La menor calidad de vida en pacientes con Covid prolongado es un importante objetivo terapéutico, que requiere atención»

 

 

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Otra investigación de octubre de 2022 determinó la severidad de disnea en pacientes con Covid prolongado reveló que en pacientes con COVID prolongado, «los síntomas respiratorios pueden ser causados ​​principalmente por una fuerza muscular inspiratoria reducida«.

Por otra parte, una buena noticia es que en Japón un estudio de caso reportó que extractos del árbol Ginkgo biloba contienen un plasmógeno que podría mejorar las condiciones de Covid Prolongado y la niebla mental que afecta a pacientes.

 

El autocuidado es lo único que puede salvarnos ante la presión empresarial por mantener la precariedad, la negligencia asesina de las autoridades y la amenaza de nuevas variantes.

 

En estos dos años y medio de pandemia y en los gobierno de Piñera y Boric, la lista de cosas que se hicieron mal es extraordinariamente larga y el saldo de más de 60 mil muertes a nivel nacional lo constata. La desinfección excesiva de superficies inútiles generó más contaminación y problemas de salud de trabajadores y trabajadoras de la limpieza; la toma de temperatura con termómetros de dudosa precisión generó una situación de falsa seguridad en múltiples establecimientos; las restricciones de movilidad e incluso la restricción del esparcimiento al aire libre generaron una sensación de opresión y encierro que tuvo un efecto rebote que potenció aún más la movilidad. En fin, todas medidas del denominado "teatro de la seguridad", es decir, hacer cosas que parecen útiles pero que en realidad no lo son, incluso suelen ser profundamente contraproducentes.

Pero por ejemplo, en estos dos años y medio jamás hemos visto a empresarios del transporte terrestre contratando más personal, añadiendo o adaptando micros y buses a estas nuevas imperiosas necesidades de aforo, separación de ambientes o ventilación durante los viajes en estos vehículos.

Mientras que en el transporte aéreo, la excesiva confianza en los filtros de purificación, junto a millones invertidos en publicidad blanqueadora olvidaron el detalle que fue la propia industria de aerolíneas la responsable de haber diseminado una y otra vez, todas y cada una de las variantes que aparecieron y seguirán apareciendo por todo el mundo. Y todo esto, con los filtros supuestamente funcionando a pleno. Los que por cierto, no funcionan cuando los motores del avión están apagados, es decir, en el largo periodo antes del despegue y tras el aterrizaje.

Por otra parte, en escuelas, liceos y colegios, ¿Qué medidas concretas se tomaron? ¿Se mejoró la infraestructura de manera significativa? ¿Se redujeron los números de estudiantes por sala? ¿Se contrató más personal docente? ¿Se aumentó el salario de docentes que tuvieron que llevar sobre sus hombros el agobio del teletrabajo, régimen mixto y luego forzada presencialidad con condiciones extremadamente precarias?

¿En cuántos liceos se instalaron detectores de CO2? ¿Se instalaron antes o después de siquiera tener baños funcionando en buenas condiciones?, o con techos sin hongos ni filtraciones, ¿Antes o después de pasar el invierno en gélidas salas de clases?.

Y como si se tratara de una pesadilla, al intentar forzar un falso final de la pandemia, una gran cantidad de trabajadores y trabajadoras de la salud a honorarios terminaron sus funciones quedando en ascuas, aumentando de esta forma la inseguridad laboral y la fragilidad del sistema público de salud.

Si retrocediéramos a marzo de 2020 encontraríamos una población dispuesta con energía a adaptarse a la amenaza de un nuevo virus letal. La presión social pudo haberse encauzado a obligar al Estado y al empresariado a invertir en la ejecución de obras de infraestructura para enfrentar la pandemia de verdad y no en meros slogans inútiles. No solo fueron viles engaños los anuncios de nuevos hospitales o centros de salud, no solo fue un teatro el supuesto aporte de instituciones militares con hospitales de campaña que demostraron su inutilidad cuando más se necesitaban. Sino que más allá de aquello, jamás se invirtió en mejorar quizás el único aspecto que pudo haber marcado la diferencia en los contagios. Nos referimos a mejorar la ventilación en espacios cerrados y a educar a la población para mantener el autocuidado en dichos lugares.

La evidencia es clara: el riesgo mayor son los espacios mal ventilados y el uso de una mascarilla de buena calidad es necesaria en éstos.

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