PODCAST | Crónica de Ruperto Concha: Guerra y ganancias

Por Ruperto Concha / resumen.cl

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Inglaterra lanza un rugidito diciendo que "¡No!"

Estados Unidos, carraspea y dice "parece que no"

La Unión Europea no sabe qué le mandarán que diga...

En cambio, Rusia y Ucrania dicen que "parece que sí".

Y parece que, si aún no se acabó, sin duda la Guerra de Ucrania ya se está acabando.

¿Quién ganó?… ¿Quién perdió?… Vamos viendo.

 

 

Hay todo un elenco de supuestos analistas de guerra que están tratando de lucirse, aunque muchos de ellos ni siquiera saben distinguir la diferencia entre "estrategia" y "táctica". Y ellos hablan de una supuesta derrota de los rusos, vencidos por la valentía de la gente común que se armó de rifles y enfrentó en Ucrania al ejército invasor.

Pero eso no es más que una patética mentira. La realidad es que las fuerzas rusas habrían podido demoler con misiles la ciudad de Kiev y las otras cabeceras urbanas importantes. Pero el ejército y las autoridades ucranianas se habían protegido en cada frente de batalla detrás de un blindaje de seres humanos. Se habían escudado, con su poderoso armamento, detrás de centenares de civiles, mujeres y hombres, incluyendo niños.

Eso impidió que las fuerzas rusas se decidieran a utilizar su armamento pesado y los ataques de bombardeo aéreo, más allá de la destrucción de bases militares y depósitos de armas, limitándose, en cambio, a enfrentamientos locales, a nivel de patrullas, en los que, por supuesto, eran vulnerables de caer en emboscadas sangrientas.

Recordemos que el total de las fuerzas invasoras rusas sobre Ucrania es de 200 mil hombres, que enfrentan a un ejército ucraniano de 400 mil hombres, más otros cien mil hombres del llamado "Batallón Azov", nacionalistas neonazis incorporados como soldados a sueldo del ejército regular.

Un total de medio millón de soldados ucranianos, entrenados durante más de 6 años por instructores militares de la OTAN, principalmente estadounidenses y británicos, y equipados con armamento de primera calidad.

Pese a la inferioridad numérica de dos contra cinco, las fuerzas rusas avanzaron con gran velocidad mientras las tropas ucranianas se replegaban a las ciudades. Únicamente las fuerzas neonazis del Batallón Azov opusieron realmente resistencia al ejército ruso, exhibiendo indiscutible coraje y ferocidad.

 

 

La resistencia de las fuerzas ucranianas amparadas en las principales ciudades forzó a un cambio radical en la noción estratégica inicial de Rusia de un avance rápido en procura de la rendición del gobierno y la aceptación de las condiciones exigidas por Moscú.

La nueva estrategia, necesaria para evitar una masacre de civiles, apuntó a consolidar las posiciones ya logradas en toda la región sudoriental del país, asegurando las posiciones de la población separatista del Donbás, y un enfrentamiento total e implacable con los neonazis.

Quedaba bajo control de Rusia todo el acceso de Ucrania hacia la costa, tanto del Mar Negro como del Mar de Azov, bloqueando los puertos y las exportaciones marítimas ucranianas. Asimismo, las fuerzas rusas tomaron bajo su control la enorme central nuclear de Zaporitzhia, la más grande de Europa, que genera un tercio de toda la electricidad del país.

La resistencia en la gran ciudad portuaria de Mariúpol, principal puerto comercial del sureste de Ucrania dio una prueba de feroz heroísmo del Batallón Azov que, tras un mes de combate, fue quebrantado finalmente antes de ayer, cuando los milicianos independentistas de Donbás finalmente lograron asumir el control de la ciudad, nombraron nuevas autoridades y reactivaron las instalaciones portuarias.

En estos momentos, fuera de la cruenta lucha contra los milicianos neonazis en torno de la zona de Donbás, las acciones bélicas de Rusia en territorio de Ucrania se limitan a destruir las instalaciones militares y los depósitos de armas que la OTAN sigue enviando al ejército ucraniano.

De hecho, al 1 de abril recién pasado, los ataques rusos habían destruido todas las instalaciones de control y comando militar, los principales depósitos de combustible, toda la fuerza aérea ucraniana y sus instalaciones de radar, y toda la fuerza naval de Ucrania.

Y, sin embargo, es muy importante señalar que, en un comunicado oficial emitido el viernes por las Naciones Unidas, se informó que el total de las víctimas civiles ucranianas que han muerto en casi dos meses de guerra es de un mil 151 personas.

En cambio, durante la invasión de la OTAN contra Yugoslavia, en 1999, en sólo dos días de bombardeos sobre la ciudad de Belgrado, capital de Serbia, las bombas de la OTAN mataron a más de tres mil civiles.

 

 

Es en estas circunstancias que se han desarrollado, en Turquía, las últimas negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania, preparatorias para un eventual encuentro directo entre el presidente ruso Vladímir Putin, y el ucraniano Wolodímir Zelenski.

Hasta ahora, en principio, las posiciones de Rusia y Ucrania están prácticamente de acuerdo. Ucrania acepta la validez de los acuerdos de Minsk de respetar a la población rusa en la región de Donbás, limítrofe entre ambos países, en términos de autonomía administrativa aunque sin independencia total del gobierno ucraniano, y, por cierto, se compromete a no realizar acciones militares contra la población prorrusa..

En cuanto a la península de Crimea, reincorporada a Rusia por un plebiscito en 2014, tras el golpe de estado que derrocó al gobierno del presidente Viktor Yanukovic, Ucrania está dispuesta a aceptar su separación, por un período, que luego debería ser ratificada o anulada por un nuevo plebiscito, bajo control electoral de la Naciones Unidas.

Asimismo, Ucrania se declara país neutral y no antiruso, y renuncia a la posibilidad de incorporarse a la OTAN.

Rusia, por su parte, devolverá a Ucrania su soberanía sobre los territorios ocupados y, por cierto, pondrá fin a la invasión militar y restaurará las relaciones normales de comercio y colaboración entre ambas naciones.

Ucrania, además, exige que el acuerdo de paz que se suscriba con Rusia sea suscrito también por al menos 9 otros jefes de gobierno, en calidad de garantes del cumplimiento total de los términos acordados.

¿Se fija Ud.?, el acuerdo de paz que pone fin a la Guerra de Ucrania contempla, en esencia, exactamente los términos que Rusia estaba exigiendo antes de que estallara la guerra. O sea, esta fue una guerra aparentemente estúpida que podría haberse evitado.

¿Por qué, entonces, Estados Unidos, con su fiel y belicosa aliada la Gran Bretaña de Boris Johnson, más los países miembros de la OTAN y el aparato burocrático de gobierno de la Unión Europea, ¿no quieren que se acabe la guerra de Ucrania?

 

 

Un viejo dicho de estrategas militares afirma que "son las guerras las que logran parar las guerras". Y sobre ese dicho, el analista estratégico estadounidense Mark Feigin afirma, con toda sencillez, que las enormes sanciones contra Rusia lanzadas por el presidente Joseph Biden jamás tuvieron por objeto ponerle fin a la guerra de Ucrania.

Más bien, lo que pasó fue lo contrario. La guerra de Ucrania tuvo por objeto imponer las sanciones que supuestamente provocarían el derrumbe total de Rusia, lo que, de yapa, implicaría que la China perdería a su más poderoso aliado para enfrentar al predominio mundial de Estados Unidos.

En realidad, ni Estados Unidos ni sus aliados pudieron prever que Rusia, lejos de quedar aislada como "un país paria" según las palabras del presidente Biden, iba a aparecer rodeada de países amigos que incluso se mostraron desafiantes ante las amenazas del llamado "bloque occidental", como fueron la India, Paquistán, Indonesia, Turquía, Israel, y, por cierto, la poderosísima China.

Y otros importantes países supuestamente aliados de Estados Unidos, como Japón y Australia, sólo apegaron parcialmente a las sanciones contra Rusia. De hecho, Australia aumentó su interés de asociación con la India, pese a las amenazas de Washington, y Japón, abiertamente, declaró que no aplicará las sanciones anti rusas en los diversos acuerdos económicos que ya existen entre Tokio y Moscú.

De toda la gama de sanciones demoledoras impuestas contra Rusia, sólo tuvieron un efecto real los brutales congelamientos de las reservas monetarias rusas en la banca internacional controlada por Estados Unidos, que, de hecho, fueron apropiarse de más de trescientos mil millones de dólares en efectivo, y de cientos de toneladas de oro pertenecientes a Rusia.

Supuestamente ese despojo financiero dejaría a Rusia en situación de insolvencia, incapaz de pagar sus deudas e inmovilizado en su actividad económica internacional.

De hecho, en su primer momento, el impacto fue tan duro que el rublo, la moneda nacional rusa, se depreció, perdiendo más de un tercio de su valor. Sin embargo, empleando hábilmente sus recursos restantes, Rusia no sólo logró pagar sus deudas oportunamente: además logró establecer un sistema de intercambio comercial con países amigos, como China y la India, creando un sistema financiero en el que el dólar simplemente no interviene.

De hecho, estableció contratos de exportación, sobre todo de productos agrícolas, petróleo, gas natural y minerales, utilizando rublos y sus equivalentes en monedas de sus socios. En estos momentos el rublo ya recuperó por completo su valor en relación al dólar.

En cuanto a sus exportaciones hacia los países hostiles, Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y la Unión Europea, Rusia dispuso que sólo venderá sus productos a quienes los paguen en rublos. No aceptará pagos ni en dólares ni en euros.

Por lo pronto, dio un ultimátum hasta el pasado 1 de abril a los países europeos para que adopten algún mecanismo para pagar en rublos sus importaciones de gas natural. En caso contrario, simplemente cortará el abastecimiento de gas y de petróleo.

El desabastecimiento para los países de Europa y el propio Estados Unidos ya produjo un encarecimiento exorbitante del petróleo y el gas, pues los demás países productores de hidrocarburos, incluidos los países árabes, ya tienen vendida prácticamente la totalidad de su producción, no hay más producción que ofrecer.

En cuanto a la producción rusa, ya sus exportaciones hacia los países amigos, en moneda nacional, están alcanzando precios tan altos que compensan lejos la pérdida de sus mercados occidentales. Se estima que, en pocos meses más, el precio del petróleo puede llegar a más de 200 dólares el barril... que hace un año estaba a sólo 80 dólares.

Y para Europa, los países que no lleguen a encontrar manera de pagar en rublos sus importaciones de gas ruso se encontrarán en situación de desastre. De hecho, en Alemania, ya la gigantesca corporación química, farmacéutica e industrial BASF, admitió que la suspensión de las importaciones de gas ruso tendrá por efecto simplemente la quiebra, la paralización total de la empresa, lo que implica, entre otras cosas, la pérdida de más de 40 mil puestos de trabajo muy bien remunerados. O sea, cesantía y empobrecimiento.

Otros países europeos, como Austria y Hungría, ya admitieron que sin el gas ruso simplemente no podrán sobrevivir. Esto es, ambas naciones tendrán que encontrar de algún modo la manera de comprar rublos para pagar el gas.

 

 

En el propio Estados Unidos las sanciones impuestas contra Rusia están repercutiendo en el abastecimiento de petróleo diésel, esencial para el funcionamiento de máquinas industriales, aparatos de uso agrícola, combustible de barcos y vehículos de transporte pesado.

Ocurre que el proceso de producción de petróleo diésel, en prácticamente todo el mundo, exige el uso de un petróleo pesado y denso, como el de los yacimientos petroleros rusos de la región de los Urales, y también como el petróleo de los yacimientos de Venezuela.

En estos momentos, el propio gobierno de Estados Unidos está violando sus propias sanciones anti rusas, y, según informa la propia Oficina Nacional de Administración de Energía de los Estados Unidos, hasta la semana pasada todavía Estados Unidos seguía importando cien mil barriles diarios de petróleo ruso, supuestamente prohibido.

Incluso se ha mencionado la posibilidad de que Venezuela importe petróleo ruso y se lo revenda a Estados Unidos como producto venezolano.

Simultáneamente, Rusia, junto a China y otros países amigos, están desarrollando ya nuevos procedimientos comerciales y también nuevas alternativas monetarias para reemplazar al dólar como divisa. Esto incluye la emisión de rublos rusos con equivalencia en oro a razón de 5 mil rublos por gramo de oro.

Es decir, el efecto de las enormes sanciones destinadas a destruir económica y socialmente a Rusia está resultando como un absolutamente inesperado y adverso efecto que, en términos de la economía mundial, está generando ya la aparición de no una sino muchas alternativas al monopolio imperial que había mantenido a Washington como dominio inapelable de todas las riquezas del mundo.

Eso, incluyendo la facultad monstruosa de apoderarse, por un simple decreto presidencial de Washington, de las reservas monetarias y del oro de otros países, como ya lo hizo antes contra Cuba y contra Venezuela.

Por lo pronto, ya Estados Unidos, al menos, tuvo la prudencia de suspender sus pruebas con misiles nucleares que estaban programadas para estos días. Según informó el Pentágono, el presidente Biden decidió suspender las pruebas con misiles... eso para evitar, fíjese Ud., que Rusia pudiera reaccionar con sus propios misiles atómicos hipersónicos.

 

 

¿Cómo saldrán de este atolladero Estados Unidos y sus aliados?… ¿Quién perdió la Guerra de Ucrania?… ¿Quién parece estar ganando con el final de la guerra de Ucrania?

Claramente, los perdedores son muchos, y los ganadores también son muchos. Al parecer, el tiempo de los imperios militarizados ya pasó. Y pareciera que el futuro económico y político internacional se centrará no ya en una potencia dominante sino en agrupaciones geográficas o económicas de naciones afines, las cuales a su vez podrán vincularse equilibradamente entre sí, en todo el planeta.

 

Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense. Hay peligro. Pero dentro del peligro ¡vaya que hay también mucha esperanza!

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