El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su equipo anunciaron que continúan considerando el envío de sistemas de cohetes de largo alcance pero no quieren que sean usados para lanzar ataques hacia el interior del territorio de Rusia.

Por Macarena Montes

Los preparativos finales de este envío cuyo coste aprobado por el congreso norteamericano alcanza unos 40 millones de dólares podrían anunciarse este miércoles indicó la agencia Reuters.

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, indicó a la misma agencia que "Como dijo el presidente, no enviaremos cohetes de largo alcance para usar más allá del campo de batalla en Ucrania", dijo.

Justamente Biden había señalado este martes a la prensa que «no vamos a enviar a Ucrania sistemas de cohetes que ataquen a Rusia».

Sin embargo, es una historia conocida y recurrente, particularmente durante las guerras en Medio Oriente en las décadas pasadas, en la que el suministro de armas a grupos irregulares, finalmente termina inflamando más conflictos en la región y expandiéndolos.

Es sabido que junto al ejército de Ucrania operan milicias neonazis como el autodenominado batallón Azov. Asimismo, mercenarios pagados y voluntarios con ideas nacionalistas de todo el mundo han viajado a Ucrania para unirse al ejército de ese país.

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Esto debido a que oficiales del ejército de Ucrania han estado solicitando a la OTAN sistemas de lanzamiento de mayor alcance.

Pidieron envíos del denominado Sistema de Lanzamiento Múltiple de Cohetes (MLRS por sus siglas en inglés) el cual puede disparar andanadas de cohetes a varios cientos de kilómetros de distancia.

La guerra que comenzó a finales de febrero ha devastado pueblos y ciudades en Ucrania, ha dejado miles de muertes y millones de personas desplazadas. Ambos bandos presuntamente han cometido brutales violaciones de Derechos Humanos. Tanto soldados rusos como ucranianos han sido acusados de arrasar zonas civiles con artillería, ejecutar civiles y aplicar inhumanas torturas.

Además, el conflicto afectó el funcionamiento de la agroindustria en la región del Mar Negro, con bloqueo de cosechas y de silos completos con granos almacenados. Por otra parte, las sanciones económicas contra Rusia agudizaron la interrupción del flujo de suministros como fertilizantes para distintas regiones del mundo.

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El resultado ha sido la profundización de una crisis alimentaria, aumento de la extrema pobreza y de la hambruna en extensas regiones de Asia, África y América Latina.