Este sábado 2 de julio el Centro Agroecológico Longaví (CAEL) invitó a un intercambio de semillas en la plaza de la comuna. Aprovechamos de conversar acerca de la agudización de la crisis alimentaria a nivel global y la imperiosa necesidad de establecer una soberanía alimentaria que garantice la alimentación de la población de distintos territorios, con producción local, descentralizada y con costos de producción y distribución más baratos.
Por: Alberto San Martín
A partir de las 11 de la mañana se realizará este intercambio de semillas que además contará con música en vivo, cuentacuentos y galería fotográfica en la plaza de Longaví. Y en caso de lluvia se realizará en el gimnasio municipal.
En la Región del Maule, la organización campesina «Centro Agroecológico Longaví (CAEL)» desarrolla técnicas y herramientas que potencien la independencia de campesinos y campesinas de los insumos de gran industria agroquímica. Para ello proponen establecer un circuito de producción de alimentos que se mantenga en sintonía con el ecosistema en que se desarrolla el cultivo.
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Actualmente, miles de hectáreas aptas para la agricultura en Chile son destinadas fundamentalmente a la producción de uvas y otros frutales o plantaciones forestales para la producción de pulpa de celulosa y papel con miras a abastecer mercados internacionales.
Conversamos con Rubén Díaz, integrante del Centro Agroecológico, sobre contingencia alimentaria a nivel global y la situación en el Maule sur.
Estamos en contexto de crisis alimentaria agudizada por el cambio climático, la pandemia y la guerra en Europa, con un aumento acelerado de la extrema pobreza y de población bajo riesgo grave de inseguridad alimentaria. ¿Cuál es su diagnóstico al respecto?
A partir de la entrada de la industria química en la producción de alimentos es donde arranca esta crisis de manera fuerte en el planeta, después de la Segunda Guerra Mundial. Esto ha llevado a que las crisis recientes mencionadas la agudizan, pero esta crisis ya venía en forma sostenida y creciente. Porque lo que en un principio se vendió como la panacea que iba a acabar con el hambre en el mundo y que iba a elevar la producción a niveles insospechados, todo eso se cayó como un castillo de naipes, con un poquito de viento.
Desde el 2010 queda claro en el planeta que los procesos de menoscabo que han sufrido los suelos principalmente ya tienen carácter de irreversibles en muchos lugares. Y dan cuenta que no generan producción de ningun tipo en calidad y en cantidad porque la tecnología que se trata de aplicar es un remedio de más de lo mismo. Por ejemplo, todo lo que se viene a implementar para revertir la caída de las producciones y del ataque constante de plagas y enfermedades o de la resistencia que tiene la flora espontánea que ellos denominan maleza. Las resistencias que han generado son muy fuertes, los herbicidas no dan cuenta de la eliminación del mundo vegetal ni por más poderosos que se coloquen porque responde la naturaleza. Los herbicidas empezaron eliminando una cantidad muy grande de plantas pero hoy en día las plantas que marcan resistencia y que se han apoderado de los sistemas agropecuarios, cada vez la lista es más grande. Y por eso dan el paso hacia la transgenia, hacia la edición de genes, de la aplicación de los agroquímicos de manera superconcentrada con drones, pero no es nada más que lo mismo.
Ahí surge el diagnóstico nuestro en cuanto a la posibilidad que se levanten las matrices de los agrosistemas con fundamento agroecológico para revertir el proceso. No es tarde en absoluto, porque son 2 mil millones de personas en el planeta que viven esta situación de ruralidad y que tampoco han sido favorecidas por la llegada de los agroquímicos en forma directa ni en grandes volúmenes, porque los agroquímicos son una mercancía a la cual el mundo pobre rural nunca tiene acceso.
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La guerra en Ucrania y las sanciones contra Rusia interrumpieron los suministros de la agroindustria a nivel mundial ¿Qué significa esto a la hora de evaluar los impactos socioambientales de este negocio? ¿Cuál es el riesgo para la población de la dependencia a esta agroindustria global?
La fragilidad en su conjunto del sistema agroalimentario es que tiene volcadas sus miras en producir para exportar y la crisis está en relación directa con eso. Osea movilizar grandes volúmenes de commodities o de mercancías de un lugar a otro, cada vez es un problema que no se resuelve. Con la pandemia, los puertos y los sistemas de bodegaje están colapsados. Ahora las mercancías en el planeta tienen serios problemas físicos, materiales, concretos de distribución porque está todo colapsado y con la crisis que se viene de combustibles fósiles, aparte de eso se va a sumar el hecho de la propia carencia de combustible para resolver estos problemas.
Imagínate que un kilo de frambuesas de aquí viaja más de 10.000 kilómetros para servir de postre en un lugar del primer mundo, esa fragilidad ya no resiste. Aquí hay que recorrer los campos y ver cómo están las manzanas puestas en los manzanos. Osea hay huertos que no fueron cosechados porque no tienen salida, está quedando todo el proceso sin salida y si a eso tú le sumas lo que va a significar la no llegada del trigo y los cereales que se producían en Ucrania a muchos lugares del planeta, va a crear todo lo que se espera, más crisis de la que ya hay.
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¿Qué medidas urgentes se deben establecer para evitar la inseguridad alimentaria en Chile y en América Latina?
Justamente ese concepto, nosotros no debemos usar ese discurso de seguridad alimentaria porque surge a partir del discurso aliado del gran capital presente en los fenómenos de la ruralidad del tecer mundo. El concepto de seguridad alimentaria viene a ser la correa transportadora, justifica, crea el ambiente para que los agroquímicos entren fluídamente al tercer mundo.
La inseguridad alimentaria en realidad está presente siempre, porque da cuenta que los países tengan como llenar los estómagos como simples recipientes, con cualquier alimento basta y sobra, con tal que se solucione el hambre. Pero los alimentos tienen que tener una relación con la cultura en la cual se desenvuelven. No es lo mismo los alimentos en cada una de las partes del planeta, cada cultura desarrolla su alimento de acuerdo a su entorno. Ese concepto de seguridad e inseguridad alimentaria es un sinónimo. Nosotros el término al cual nos adscribimos es al de soberanía alimentaria, y esa goza de buena salud y de un avance permanente porque da cuenta con alimentos de bajo kilometraje, con eso se entiende que el territorio deba suplirse a sí mismo porque siempre se ha alimentado de esa manera.
¿Qué tipo de plan a nivel de políticas públicas y a nivel comunitario deberían implementarse en Chile y en la región para enfrentar la crisis?
Yo pienso que uno de los preceptos básicos de la agroecología es entender que su escalamiento y su próposito de crecimiento siempre son horizontales. Y aquí poco tienen que ver los planes de desarrollo rural que vengan desde arriba hacia abajo, porque casi siempre son contradictorios con los intereses de las comunidades campesinas.
Basta ver el plan de desarrollo rural que que tiene el INDAP, cuando habla de rubro, cataloga a los campesinos por rubro. Unos crían ovejas, otros tienen papas, otros tienen tomate, entonces es un absurdo porque vemos que el agroecosistema tiene que ser el reflejo de una producción integral tanto pecuaria como vegetal, pero ambas de forma absolutamente biodiversa. Para que la matríz productiva tenga sus bases en la sostenibilidad, en que el propio sistema y que el suelo no pierdan su dinámica de fertilidad.
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¿Qué mensaje darían a la población urbana y a otras organizaciones campesinas para enfrentar este momento de crisis?
El llamado es a decir que estamos en un momento en que la articulación tiene que empezar a generarse desde los territorios y con organizaciones. No todas comulgamos de igual manera pero como los propósitos más o menos son los mismos, tenemos muchos puntos de encuentro que los podemos potenciar. Porque la crisis así también lo exige. El campesinado si vuelve a sus prácticas de trabajo en base al agroquímico es un campesinado que termina de morir, porque sus costos de producción en relación a lo que el mercado le va a ofrecer como pago por sus productos no tiene ninguna relación. Los agroquímicos, los precios se han ido a las nubes y por mucho que suban en el mercado el maíz, el trigo y otros productos nunca van a estar a la altura de eso, entonces el momento es propicio y hay que solamente potenciarlo a través del actuar práctico.
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Y al mundo que no es rural, pero que se está tocado por esta temática, llamar a lo que se denomina consumo conciente. A dejar de aprovisionarse de elementos alimentarios a través de los supermercados, sino que ir a buscar el producto alimenticio a las ferias libres, a los mercados de venta de productos de las zonas rurales, etc.