Por Edmundo Arlt
El paso de José Antonio Kast a segunda vuelta lo ha transportado a las portadas de todo el planeta. En general, se lo caracteriza como un populista de ultraderecha cercano a Trump, Bolsonaro, Le Pen, Weidel o Salvini. La respuesta reaccionaria a la crisis política devenida tanto de la Revuelta como de la pandemia. De salir Kast presidente y al igual que con Trump o Bolsonaro, señalan los análisis, se pondría a prueba todo el diseño institucional democrático. ¿Pero por qué se le tiene tanto miedo a Kast? ¿Acaso no es Chile una democracia regulada por un Estado de Derecho donde las "instituciones funcionan" haciendo imposible una tiranía de este nuevo "pinochetismo democrático"?
Hace unos días fui confrontado ante estas preguntas aquí en Berlín con una taza de café en la mano por una amiga que vivió una temporada en Santiago. Elegir una definición de diccionario de democracia, para después justificar mi inclusión o exclusión de Chile, me pareció una forma académicamente correcta de no contestar el fondo de las preguntas. Por el contrario, le propuse hacer un experimento mental. Imaginaríamos un país con ciertas condiciones y ella decidiría si estaba gobernado por una democracia o no.
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Qué pensarías de una democracia donde le está prohibido al comandante en jefe de todas las fuerzas militares, siempre un civil elegido por voto popular mayoritario en el cargo de presidente, despedir a los generales supremos de cada rama de dichas fuerzas; donde bastan dos de dichos generales para citar a un Consejo de Seguridad Nacional para indicarle al presidente, al Congreso o al Tribunal Constitucional que el orden constitucional o la seguridad nacional están en peligro; donde dicho consejo también participa tanto en la elección de tres senadores como también de los miembros del Tribunal Constitucional. «Eso es un cogobierno entre civiles y militares, no una democracia», sentenció. Así funcionaba Chile hasta hace sólo 15 años.
Qué pensarías de un sistema de elecciones, pregunté, donde es posible que una lista con el 62% de la votación tenga la misma representación que la lista con el 32%, siendo además este sistema único en el planeta – como sucedió con la elección "democrática" de Jaime Guzmán; de un senado con casi el 20% de sus miembros designados, ergo, sin voto popular. "Eso no sería democrático. Más bien, sería una forma compleja de establecer un voto neocensitario" sostuvo. Al señalar que dichos senadores designados fueron miembros del senado chileno hasta el año 2005 respondió con una sorpresa, la cual se transformó en estupefacción al informarle que recién el próximo congreso tendrá senadores elegidos sin el sistema binominal. Al recibir una respuesta a la pregunta por las altas magistraturas que elige el congreso, como por ejemplo todos los altos cargos del Poder Judicial, cayó en cuenta de eso que llamamos "binominalismo". Un "Estado de Derecho" muy "democrático".
Para terminar el café y pasar a otra cosa, evité entrar en explicar la estructuración constitucional francesa entre constitución y leyes orgánicas constitucionales cerradas por quórums supramayoritarios de 3/5 y 2/3. Mismo caso con la estructuración del Tribunal Constitucional; los Casos Penta-SQM, Corpesca, colusiones varias, etc.; financiamiento corrupto de la política en partidos-Pyme; la profunda corrupción de policías y Fuerzas Armadas; el uso discrecional de la Ley de Seguridad del Estado, además de un enorme, largo y tedioso etcétera.
Por el contrario, elegí el siguiente ejemplo: Qué pensarías de una "democracia" donde hace sólo cinco años cualquier delito cometido por o contra la policía militarizada (Carabineros) en contexto de protesta era procesado por la jurisdicción militar de esa misma institución; donde, a pesar de ser hoy esos delitos competencia de la jurisdicción civil ordinaria debido a una sentencia de la Corte Interamericana de DDHH, 9 mil denuncias por delitos de violación a los DDHH sólo han producido condenas en el 0,005% de los casos. Una democracia, cabe remarcar, donde todo agente de esa policía militarizada o de la policía civil (PDI) puede todavía exigir la acreditación de identidad mediante un "control" inoponible; donde dicha policía militarizada infiltra toda manifestación mediante agentes "intra-marchas" sin control jurídico alguno haciendo imposible saber si actúan como "agentes provocadores".
Finalicé el último sorbo de café señalando algo que siempre olvidamos en Chile. La democracia fue ideada originalmente como una "democracia protegida" para un Pinochet presidente entre 1990-1998, pues el orden público neoliberal sólo podía florecer con un simulacro de democracia. Eso en lo estructural no cambió, sino que se negoció. Ante cualquier crisis, ese orden abandona el simulacro, presentándose como lo que es: una democracia que para protegerse de sus enemigos se vuelve dictadura. He ahí el pavor a Kast. El pavor al "pinochetismo democrático" en esta democracia que… no es democrática.