[resumen.cl] Cuando Michelle Bachelet firmó el decreto que instituyó el Día Nacional del Vino, luego de hacer referencia a una carta de Pedro de Valdivia, fechada un 4 de septiembre de 1545, solicitándole al rey Carlos V "vides y vinos" para la evangelización de la población originaria, describió la producción vínica chilena como el resultado de un conjunto de condiciones y esfuerzos humanos amalgamados armónicamente bajo el objetivo de producir más y mejores vinos.
«Tenemos la fortuna de contar con una tierra generosa y privilegiada, que se va modelando de acuerdo a los múltiples climas que cruzan nuestro territorio. Y creo que en parte eso explica nuestro prestigio en este ámbito, porque si hay cultivos que necesita una especial combinación de amplitud térmica, de Sol, suelo y disponibilidad de agua, es la uva.
Pero limitarse a las condiciones geográficas y climáticas sería desconocer el trabajo de hombres y mujeres que por décadas se han esforzado por producir más y mejor por dar a conocer la calidad de nuestra producción […] Entonces, la verdad que ésta es nuestra real fortuna, el trabajo bien hecho, que logra extraer lo mejor de nuestra tierra.»
Realizado un día como hoy el año 2015, el discurso tuvo lugar en uno de los predios de la viña Cousiño Macul y en él se soslayó la creciente pauperización sufrida por quienes se dedican a la vitivinicultura en pequeña escala. La expresidenta no se refirió a la imposición de precios de compra de uva por parte del oligopsonio representado por Concha y Toro, San Pedro y Santa Rita, tampoco hizo referencia al uso intensivo y extensivo del suelo por la industria agrícola y forestal, provocadoras de un desecamiento que ha afectado incluso la propia producción vínica en los valles del centro sur del país. Así mismo, en su alocución no mencionó la adición de agua al vino y la vinificación de uva de mesa como prácticas ejecutadas por la industria y riesgosas para la propia la sostenibilidad de la actividad.
Esta omisión grafica la complejidad de la situación en la que pervive la comunidad viñatera de diversos valles y quienes se dedican a la vitivinicultura en pequeña escala. No obstante, este Día Nacional del Vino, lo viven con la expectativa de ir revirtiendo los efectos provocados y las condiciones impuestas por el empresariado vinífero, todo permitido por una legislación funcional a sus requerimientos. En este sentido, el pasado 25 de agosto ingresó a trámite en el Senado un proyecto legislativo orientado a prohibir la vinificación de uva de mesa, de manera que sólo pueda comercializarse como vino el fermento de Vitis vinífera. El proyecto legislativo se encuentra en su primer trámite en la comisión de Agricultura del Senado.
En el texto de la moción se puede leer:
«Que, a pesar de los esfuerzos de los pequeños y medianos vitivinicultores de mantener estándares de producción de buena calidad, los grandes productores de vinos no respetan adecuadamente los estándares necesarios para obtener vinos de calidad de manera permanente.
Que, al igual que en otras legislaciones en derecho comparado, estimamos necesario que la regulación en materia de calidad de producción vitivinícola sea mejorada y se establezcan estándares apropiados. A saber, cabe mencionar que, en legislaciones como la española y la francesa, que son reconocidos internacionalmente por la calidad de vinos que producen, son cautelosos en orden a no permitir que ciertas variedades de uva de mesa sean vinificadas. Lo anterior, además de permitir que la producción de vino nacional permanezca dentro de altos niveles de calidad, protege también a los consumidores nacionales y extranjeros, cuidando en definitiva esa industria tan importante.»
También aclaran que el propósito de esta iniciativa "en ningún caso es afectar a los productores de la variedad uva de mesa, ya que dichas plantaciones tienen por objeto fundamental el exportar el fruto para consumo humano. Además, respecto al desecho de la uva no es exportable, pero existen diferentes opciones, como por ejemplo destinarla a producción de otros tipos de consumibles humanos como la uva pasa, jaleas, mosto mudo para la producción de jugos, entre otros usos que deben promoverse."
Particularmente, para los y las viñateras la permisión de vinificar la uva de mesa en Chile constituye un factor perjudicial, pues el empresariado tiene en ella una materia prima de bajo costo para la elaboración de lo que después etiquetará como vino, sin informar de este hecho y menos de las implicancias que ello tiene en la calidad del producto comercializado. Esta situación representa un obstáculo más para que las y los productores de Vitis vinífera puedan imponer precios que garanticen los costos de producción y la sostenibilidad de la actividad. Como indica la moción legislativa, otras legislaciones son explícitas en prohibir vender fermento de uva de mesa como vino y es necesario que aquí también se establezca como mecanismo que resguarde la calidad de la producción vínica y que aporte en la sostenibilidad de los gremios viñateros.
Foto: Uva País en Valle del Itata