El Gobierno que quiere la derecha

Los distintos métodos de financiamiento legal o ilegal de la política han sido un tema de tremenda relevancia para toda una generación impugnadora de las prácticas políticas de los 30 años de la transición. Pero por como han sido utilizados esos métodos por nuestra clase gobernante, parece estar más cerca de asimilarlos que de erradicarlos.

Por J. Murieta

El caso ya escaló al palacio de Gobierno y se buscan renuncias entre los aliados del PS o el partido estrella del Frente Amplio, protagonista del escándalo en Antofagasta. Tras años de rasgar vestiduras contra el financiamiento irregular de la política, Revolución Democrática ha tenido que salir, debido a la presión mediática, a dar explicaciones sobre el actuar de sus militantes con dineros de toda la ciudadanía.

Es que ya nadie cree que no lo sabían: los antecedentes del caso Democracia Viva estaban en conocimiento de la subsecretaria de Vivienda, Tatiana Rojas, desde el 2 de mayo. Y el caso al parecer, también estaba en conocimiento del Ministro Carlos Montes.

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La prensa, mayormente hostil al gobierno de Gabriel Boric, se ha dado un festín con los hechos. Los eternos cuestionados por financiamiento ilegal de la política, han interpuesto querella. Y han exigido estar a la altura de las circunstancias: ¿Se puede haber caído tan bajo?

La propia Fiscalía inició una investigación de oficio por los presuntos delitos de tráfico de influencias, malversación de caudales públicos y fraude al fisco.

El fin del modelo neoliberal, subsidiario, con su práctica de entregar recursos públicos a otras entidades para que ejecuten obras que debieran ser propias del Estado ha sido la quimera de la izquierda. O eso parecía.

Así la presunta izquierda se desfigura y se desmorona a cada hora que pasa. Aparecen más fundaciones, más millones, más recursos públicos.

Y la ciudadanía está atenta. Probablemente seguirán apareciendo más dineros y fundaciones tras bambalinas, para así de apoco ir transformando en una suerte de nuevo caso Caval, pero del Frente Amplio, de Gabriel Boric.

Pero seamos honestos. Eso se venía desmoronando hace bastante más. Sus continuos gestos a la derecha y al imperialismo norteamericano, su revés a los progresismos latinoamericanos, su apoyo a Ucrania y por último sus llamados a revisar los errores de la Unidad Popular con literatura de derecha.

El Gobierno de Boric está siendo, justamente, la izquierda que quiere la derecha.

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