EDITORIAL| Fuerte como el acero, débil como el neoliberalismo

Esta semana se produjo una gran movilización en Concepción producto de la crisis de Huachipato, muchos piensan que son manifestaciones tardías y en punto de desesperación que solo se entiende por la debilidad del sindicalismo acerero, que no es distinto de sus compañeros a nivel nacional. Nunca se ha visto tanta inercia en las organizaciones de trabajadores, cuestión que permite que los agentes neoliberales, esparcidos por todo el espectro político, hagan y deshagan con las empresas chilenas.

Huachipato ya sufrió su gran golpe a fines de los ochenta, cuando fue privatizada mediante licitaciones y engaños a los obreros mediante el denominado "capitalismo popular", forma inventada en la dictadura para diluir la propiedad del Estado para después capturar las acciones en manos de los trabajadores por parte de empresarios buitres.

Así las cosas, la discusión ronda en relación con las salvaguardias que el Estado, -sí, el mismo al que le fue arrebatada la propiedad de esta empresa estratégica- pudiera regalar, tal como al parecer hará con las Isapres. Nadie parece buscar otras posibilidades de reconversión de la siderúrgica, tampoco de su retorno a la propiedad pública, nadie propone otra cosa que no sea esquilmar al fisco para mantener el ideologismo neoliberal, de paso avalando las pésimas gestiones del empresariado nacional, siempre reacio a innovaciones y conservador en todos los aspectos que no signifiquen su beneficio propio.

Una muestra de ello es la renuncia del gerente general de la empresa César Garrido, entonces ¿Cómo pretenden que el Estado afirme más salvaguardias contra la competencia desleal de China o de quien sea, si la cabeza de la empresa huye en medio de la tormenta? La debilidad de la construcción empresarial de la acerera no da confianza y ya va siendo hora que el sistema político piense seriamente en pasar a la propiedad pública esta empresa.

Siendo honestos, las empresas públicas del sector minero, de las pocas existentes, han desarrollado sus actividades con éxito, pese a los altibajos propios de la economía, ¿Por qué no se puede entender la estratégica producción de acero como parte de un proyecto de modernización industrial y tecnológica en Chile, incluso en alianza con otros países, incluida la misma China?, tal vez la competencia en esta área no es lo nuestro, habrá que buscar el camino de la colaboración entonces.

Como sea, el problema es de vital importancia, no solo Talcahuano, también la región en su conjunto sufrirá gravemente esta pérdida, esto debe ser considerado por los actores políticos en el Ejecutivo y el Congreso. Todos los ojos de la provincia deben estar abiertos frente a esta demanda, no hay ninguna opción a sufrir otra estocada más como la propinada con el cierre de Enacar y Bellavista Tomé, entre otras industrias de la zona. Con el término de la siderúrgica solo seremos otra zona de abandono y pobreza, continuando en el camino que nos trazó Pinochet en los años ochenta.

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