El reciente trabajo publicado por Pascale Bonnefoy invita a conocer la historia que remeció a escala nacional e internacional en la minería. Lejos de idealizar el proceso de nacionalización del cobre bajo la Unidad Popular -representado en Chuquicamata-, la autora presenta interesantes elementos que van desde el comportamiento del capital foráneo -focalizado en EE.UU.- hasta las tensiones dentro del sindicalismo chileno.
Por Caronte Meursault
Este año se cumplen 54 años desde la nacionalización del cobre, un proceso político inédito vivido en Chile que fue impulsado por años de lucha por parte del pueblo chileno que logró materializarse durante la Unidad Popular. Sin embargo, al no ser un proceso que se vivió de la noche a la mañana, está completo de tensiones, avances, retrocesos y disputas relevantes de conocer.
Así, la lectura del más reciente trabajo de la periodista e investigadora Pascale Bonnefoy Miralles, publicado a mediados de 2024, constituye un aporte que permite estudiar de forma mucho más profunda este proceso que continúa siendo referencia en el debate político, como también recogido por organizaciones sociales como parte de las experiencias a considerar en el actual escenario.
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«Chuquicamata 1970-1973: La nacionalización del cobre», publicada por Debate -un sello de Penguin Random House Grupo Editorial- aborda en poco menos de 500 páginas la historia que se vivió en una de las minas de cobre más importantes del país y el mundo. Si bien el texto enfatiza con un amplio uso de fuentes en el proceso de nacionalización que se desarrolló durante la Unidad Popular, también incluye episodios previos como lo fue la chilenización y las constantes disputas con el empresariado transnacional.
En esta línea, se incursiona en dar cuenta de cómo aterriza el gran empresariado estadounidense representado, principalmente, en Anaconda, y qué rol cumplieron estas empresas en boicotear, de la mano con el gobierno encabezado por Nixon, el proceso político que movilizaba al país y que fue abruptamente quebrado por la dictadura.
De igual forma, el texto se esfuerza en transparentar las tensiones que no solo se vivían con el capital foráneo, sino también con las propias instituciones chilenas y el sindicalismo en la Gran Minería; un fenómeno pocas veces abordado.
De lectura rápida, con un interesante cruce de fuentes para construir el relato y como parte de un proceso que hoy ha significado conmemoraciones bajo la idea de «Dignidad Nacional», la lectura de este libro es una recomendación para quien quiera profundizar en una experiencia que remeció a Chile y el mundo en un contexto de agudización de disputas de proyectos políticos.
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