Múltiples testimonios y detallados análisis de imágenes satelitales muestran cómo la superficie de bosque nativo se redujo en las últimas décadas para su reemplazo por plantaciones de pino y eucalipto en la Cordillera de Nahuelbuta y la Cordillera de la Costa en Chile.
Alberto San Martín Muñoz / resumen.cl
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En la zona centro sur de Chile es una de las más pobladas del país y ha sufrido drásticas transformaciones ambientales durante su historia reciente. Ciclos de deforestación y monocultivos agrícolas han destruido o dejado en un estado muy fragmentado a los bosques que caracterizaban anteriormente la región.
Gran parte del territorio utilizado hoy por empresas forestales soportó en el pasado extensas franjas de bosques en la zona centro-sur de Chile. Una significativa parte de ellos comenzó a ser destruida durante la primera etapa de la Colonia española, especialmente para el cultivo de cereales europeos y el monocultivo de trigo, mientras que las zonas que no fueron intervenidas en este periodo, fueron intervenidas de una manera mucho más acelerada durante las últimas tres décadas del siglo XX en el marco del fomento de la industria forestal, subsidiada por el Estado neoliberal como política de la dictadura de Pinochet.
Un estudio de 2020 constata que los cambios ocurridos en las últimas décadas son más significativos que los últimos 500 años. Este periodo coincide con la expansión acelerada de monocultivos forestales, mayor uso de agua con fines agroindustriales e incremento de fertilizantes. Este impacto es mucho mayor que el generado por cambios climáticos y actividades humanas previas.
Guillermo Mendoza, gerente de Asuntos Públicos de Empresas Arauco aseguró que «Nosotros tenemos las plantaciones forestales están casi en un 75% de suelo que estaba erosionado y se instalaron las plantaciones ahí y se rescató suelo que antiguamente estaba erosionado. Lo que hicieron las plantaciones fue instalarse en estos lugares y recuperar suelo» señaló.
Pero en toda la Cordillera de la Costa y Nahuelbuta, inumerables testimonios revelan como en los terrenos que hoy son dominados por las empresas forestales, se recurrió al fuego como arma para despejar el bosque nativo y plantar monocultivos. Además de esto, un arma de despojo territorial que expulsó a la población campesina, un proceso denominado «Desplazamiento forzado» y que actualmente se busca que se considere como un crimen de Estado.
Testimonios reviven la destrucción a gran escala del bosque nativo en Nahuelbuta
En la recuperación territorial de Mundo Nuevo de Curanilahue, Delfina Fonseca señala «en este fundo había bosque chileno, había de todo lo que puede haber en un campo, los frutos, mi papá tenía media hectárea de árboles frutales, el maqui, la mutilla, los chupones, las nalcas. Forestal Arauco explotó, echo abajo todo el bosque nativo y le prendió fuego para que quedara libre para plantar ellos los pinos, y más encima le quemó las casas a varios campesinos, incluyendo a mi papá»
Juana Guzmán, otra integrante de la recuperación territorial campesina de Mundo Nuevo relata «era puro monte chileno y también teníamos bosque de pino y nosotros teníamos como 5 hectáreas ya buenas para explotarlas, mas gruesas que estas. Y ellos se apropiaron de esos bosques. Todo lo echaron abajo, lo rozaron y ahí quedamos in recursos, criábamos animales, criábamos ganado, de todo, nos manteníamos con lo que la tierra nos daba»
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Manuel Medina también de Mundo Nuevo detalla que «aquí forestal quemó esta misma parte, aquí para abajo, lo primero que se rozó fue mas o menos desde aquí para abajo. Entonces ellos quemaron todo lo que era aquí, le pusieron fuego el día que quisieron, cuando ya era el tiempo de las quemas, los pobres animalitos, algunos escaparon y otros no»
Ismael Gajardo relata que fue testigo de la destrucción del bosque nativo «Rozar, decimos nosotros una tala, pero hicieron una tala general que ni siquiera respetaron las aguas, talaron completo, robles los botaron todos, daba una pena cuando se quemó»
Carlos Contreras, campesino desplazado del Fundo Herrera de Curanilahue precisa que «quemaron y después plantaron» pinos.
Por su parte Reduldo Jara Ancán, de la comunidad Yani en la provincia de Arauco declara que «los jefes nos mandaban a quemar, se rozaba de septiembre en adelante, empezaban los roces, y ahí se quemaba en mayo y después ya venía la plantación»
Josefina Ancán, comunera mapuche de Yani señala que «Los forestales lo rozaron todo, esto era monte, todo lo rozaron y lo quemaron y ahí plantaron. Para arriba ahí lo acabaron los forestales, la mutilla, ahora ya no hay mutilla; la acabaron, el maqui lo cortaron todo. Ahora no hay, antes yo me acuerdo que íbamos con una tía, íbamos con unos canastos de mutilla, lo acabaron todo los forestales, lo rozaron y la quemaron, aquí igual también salía, avellanos ahí para allá, todas la quemaron, para plantar»
En la Región del Los Ríos, Sergio Muñoz Arias de «La Isla del rey», el sector donde estamos ahora se llama Cancahual «fueron rosadas con fajas, mandaron mucha gente rozando fajitas mandado por una empresa, en esos años de la noche a la mañana se produjeron incendios, lo cual la isla comenzó a arder en su plenitud por una semana entera y muy malos recuerdos porque todo el bosque que yo vi siendo chico todavía pero lo vi y era enorme, era puro nativo y después ver todo cambiado a cenizas, troncos quemados, todo eso era impactante y ahora ver todo cambiado, pura plantación forestal ha sido una tragedia»
Imagenes satelitales revelan bosques nativos destruidos y reemplazados por plantaciones forestales a gran escala.
Con la expansión de plantaciones forestales se ha desarrollado una profunda transformación del paisaje y una fragmentación avanzada de los bosques nativos. Estos cambios mantienen bajo amenaza a diversas especies endémicas de la zona y que presentan también un alto riesgo de extinción.
Un estudio de 2009 había reportado una pérdida neta boscosa de 28,2% entre las regiones del Biobío y la Araucanía, con un 71,7% por sustitución de bosque nativo a monocultivos forestales.
Mientras tanto, en torno a la Cordillera de la Costa de la región del Maule un estudio de 2006 determinó una pérdida de bosque nativo de un 67%, a una tasa de deforestación de 4.5% al año, como consecuencia principal de la sustitución por plantaciones de monocultivos forestales entre 1975 y 2000.
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Un estudio de 2018 en la Cordillera de Nahuelbuta reportó que la pérdida total de bosque nativo fue de un 33,2% a una tasa de deforestación de 1,6% al año entre 1986 y 2011. La pérdida fue más intensa en bosques nativos primarios, con un 49%, en comparación a a los bosques nativos secundarios, con un 28%, y fue causada principalmente debido por la sustitución por monocultivos forestales de pino y eucalipto.
El estudio advierte que de continuar la trayectoria actual, se esperaría una pérdida considerable de la cobertura de bosque, y si la tasa actual de forestación con monocultivos se mantiene constante en torno a 4,2% al año, el paisaje se volverá aún más uniforme en base a dos especies de interés comercial.
De no cambiar esta tendencia, Nahuelbuta se convertirá en un paisaje severamente desforestado, con pequeños parches de bosque nativo altamente modificados, aislados y sin conectividad, rodeados de usos de suelo altamente contrastantes.
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En 2019 el doctor en Ciencias Climáticas Igor Parra señaló que las plantaciones masivas de monocultivo forestal en Chile están destruyendo un «Refugio Bioclimático» que tiene el país en la cordillera de la costa, la cual le permitiría a la población tener un aprovisionamiento de agua constante en tiempos de crisis climática. El académico incluso asegura que plantar monocultivos de pinos y eucaliptos es una «traición a la patria» explicando que se pone en juego la «seguridad nacional» con la actual política forestal implementada en el país, basada en el monocultivo de solo dos especies.
Estudios previos han constatado los impactos de la industria de plantaciones forestales o monocultivos forestales de pino y eucalipto para pulpa de celulosa o productos derivados de la madera. La reducción drástica de la biodiversidad vegetal y acuática con el desmonte histórico y quema de bosque nativo, en conjunto con su impacto en ciclo del agua, han transformado radicalmente el paisaje, empobreciendo a las comunidades.
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Investigadores han advertido que en el futuro, la coincidencia de condiciones cálidas y secas en un contexto de cambio climático, en conjunto con paisajes dominados por densas plantaciones inflamables y ricas en combustible podrían incidir en la propagación de incendios forestales cada vez más devastadores.