Por Ruperto Concha / resumen.cl
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En el presente, actual y crudo, cualquier cosa que ocurra en cualquier lugar del mundo tiene algo que ver con Estados Unidos. Y ahora que el presidente de Ucrania, Volodomir Zelenski, siendo él mismo de religión judía, igual nomás ordenó que los cristianos ortodoxos de Ucrania también deben romper relaciones con los cristianos ortodoxos de Rusia, bueno, en Texas, apareció un grupo de sus admiradores que propusieron que Estados Unidos pase a llamarse "Los Estados Unidos Cristianos de América del Norte".
Por supuesto fueron poquitos los que apegaron a la idea. Una mayoría abrumadora de gente le respondió con un vendaval de risas y mencionando que ya en la primerísima enmienda de la Constitución de los Estados Unidos se estableció que el gobierno no tiene autoridad alguna para meterse a intrusear en asuntos de la religión.
Pero, sin embargo, diversos clérigos católicos y protestantes, e incluso algunos rabinos judíos, analizaron la forma en que la realidad política y social, en Estados Unidos y el mundo entero, parece estar generando posiciones hostiles y enfrentamientos odiosos incluso entre miembros de una misma congregación religiosa.
Es como si las opiniones políticas se cargaran de una especie de "fe" casi religiosa en determinados valores que no tienen nada de religioso. Y eso va desde el tema de los abortos hasta el tema de la crisis económica y el peligro de una guerra nuclear.
Las opiniones se vuelven violentas... y los que tienen opiniones opuestas se consideran recíprocamente inaceptables y malignos.
En fin, la Historia de la Humanidad nos ha mostrado una y otra vez, a través de los siglos, que, cuando la fe ciega se trepa por encima de la razón, el resultado es siempre brutalidad despiadada.
El jueves pasado, el diario The Wall Street Journal, de Nueva York, dio a conocer la declaración del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, confirmando que la serie de explosiones que rompieron las tuberías de gas ruso Nord Stream 1 y Nord Stream 2, bajo el mar Báltico, junto a islas de Dinamarca y Suecia, fueron actos de sabotaje producidos por explosivos de gran potencia. Y Stoltenberg agregó que esa agresión contra la infraestructura de una nación de la OTAN será castigada en una acción conjunta de toda la alianza militar.
Por supuesto, Stoltenberg estaba implícitamente tratando de acusar a Rusia de haber destruido sus propios gasoductos para demostrar su intención de presionar a Europa. Pero esa acusación era grotescamente insostenible.
Tan insostenible que ya 24 horas antes, el ex ministro de Defensa de Polonia, y actual miembro del Parlamento Europeo, Radek Riskorski había subido un entusiasta twitter en que decía "¡Gracias, Estados Unidos!"
Su agradecido entusiasmo hacia Estados Unidos se debía a que la voladura de las tuberías de los gasoductos rusos se había perpetrado justo después de que entrara en servicio la tubería de un gasoducto nuevo desde Noruega a Polonia, también por el fondo del mar Báltico, asegurándole el abastecimiento.
Sin embargo, ese gasoducto de Noruega sólo puede transportar la décima parte de gas natural que transportaban las tuberías rusas. O sea, sólo Polonia quedará con un 40% de abastecimiento casi normal, sin que las repúblicas bálticas y la República Checa alcancen nada.
Y, como evidencia aún mayor, el informe entregado por Suecia y Dinamarca señaló que los gasoductos rusos no estaban vacíos sino cargados de gas. Es decir, podían reiniciar de inmediato el abastecimiento de gas para toda Europa.
¿Por qué?… Obviamente, porque al parecer Rusia estaba en conversaciones supuestamente secretas con Alemania y otros países europeos, para llegar a un acuerdo que permitiera reanudar el envío de gas natural a Europa. De hecho, según fuentes de los propios servicios de inteligencia de Alemania, toda la voladura de las tuberías de gas ruso en el mar Báltico fue realizada por completo a espaldas del gobierno alemán, que no tenía idea de que hubiera un plan terrorista así.
Por su parte, la periodista estadounidense Diana Johnstone, de Unz Review, recuerda el ya famoso video de febrero pasado, en que el presidente Joseph Biden poniendo una semi-sonrisa, afirmó que, si Rusia invade a Ucrania, ya no habrá gasoductos rusos hacia Europa. El periodista que lo entrevistaba le preguntó: ¿Y cómo podrá impedirlo?… Esos gasoductos son controlados y financiados por Alemania".
Siempre sonriendo, Biden le respondió: "Yo se lo aseguro, joven. ¡Yo sé cómo hacerlo!"
Y bueno, en junio pasado, la OTAN realizó importantes maniobras navales, con mayoría de barcos de la marina de Estados Unidos, bajo el nombre de "Ejercicio Báltico Operación 22", con intenso trabajo de submarinos y minisubmarinos no tripulados, o sea, drones capaces de instalar bajo el mar grandes cargas explosivas detonables por control remoto.
Todas esas operaciones submarinas se hicieron exactamente en la zona de islas de Suecia y Dinamarca, donde fueron destruidos los gasoductos rusos.
¿Cuál fue el propósito de esa acción terrorista de sabotaje mediante la OTAN?
Simple. Washington detectó, al parecer, los contactos y negociaciones secretas de Alemania y otros países europeos con Rusia, orientados a poner fin a la guerra de Ucrania y restablecer las relaciones mediante sucesivos nuevos acuerdos que eliminarían o suavizarían las sanciones anti rusas impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea.
Al destruir los gasoductos, se imposibilita por completo restablecer el abastecimiento de energía de Rusia a Alemania. Por lo tanto, Alemania ya no tendría nada que ganar. Su única opción ahora es la humilde obediencia.
Es decir, en esta nueva etapa de la Guerra de Ucrania Estados Unidos ha permitido que la acción militar esté ya al borde de extenderse hacia el resto de Europa.
La supuesta "retirada" de las fuerzas rusas ante el contraataque del ejército ucraniano en realidad dista mucho de ser algo más que un repliegue previo a un nuevo ataque definitivo. Recordemos que al inicio de la guerra el total de las fuerzas militares rusas en Ucrania no llegaba a 200 mil hombres, mientras el ejército ucraniano ya contaba con 850 mil hombres que llevaban 8 años de preparativos para la guerra.
A esas fuerzas se sumaron más de 500 mil nuevos combatientes reclutados, y un estimado de otros 120 mil combatientes mercenarios de ejércitos internacionales privados.
Es decir, Ucrania tenía alrededor de un millón 400 mil combatientes, dotados de cientos de miles de millones de dólares en armamento, vituallas, con observación satelital y entrenamiento proporcionados por Estados Unidos y la OTAN. Eso da una idea del horrible costo en pérdidas humanas y material de guerra que ha tenido que absorber el gobierno de Zelenski.
El inicio de una nueva operación de las fuerzas rusas, aumentadas ahora en 300 mil combatientes más, se basará aparentemente en incursiones masivas de bombardeo aéreo y misilístico, sobre territorio ucraniano ya desprovisto de energía eléctrica.
También los términos de la guerra han cambiado por la reincorporación a Rusia de los territorios orientales del Donbás, que eran parte de Rusia hasta 1954, cuando el jefe de estado soviético Nikita Khrushev, que era ucraniano, ordenó "regalárselos" a Ucrania.
La OTAN ya está comprendiendo que la Guerra de Ucrania como tal está perdida, con o sin uso de armamento nuclear. Y eso significa el comienzo de una guerra más allá de Ucrania. ¿Hacia dónde?
¿Entre quiénes?
Se sabe que Joseph Biden ya ha tenido uno o dos contactos telefónicos directos con su colega ruso Vladimir Putin. Y esas conversaciones no han sido nada de amigables. Como en una terrorífica partida de póquer, Biden y Putin se han ido cantando cartas. Estados Unidos quizás tendría la carta, la posibilidad de lanzar un velocísimo y poderosísimo ataque personal para descabezar a Rusia, matando a Putin y todo su equipo de gobierno, para luego desintegrar territorialmente el territorio ruso.
Rusia, por su parte, quizás podría dejar en ridículo ese fantástico intento estadounidense, esquivarlo y de vuelta hacerle algunas cosquillitas nucleares con misiles hipersónicos disparados desde muy cerca, no más de 300 millas a través del mar de Bering, que es la frontera entre Rusia y Estados Unidos.
¿Y qué más, mientras tanto?… Al parecer, también, Estados Unidos no lanzaría un ataque con misiles atómicos contra Rusia ni siquiera en el caso de que Rusia lance un ataque nuclear contra Ucrania. Y eso implica que la OTAN no haría nada por el momento.
¿Y qué hará la China, mientras tanto?… ¿Y por qué Corea del Sur sigue aumentando sus contactos diplomáticos con China?… ¿Por qué Venezuela, Vietnam, Bolivia, Argentina, Irán, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Cuba y Turquía, han establecido nuevos y flamantes círculos comerciales de esos en que todos salen ganando?
Y ¿por qué Indonesia, la India, Filipinas y Egipto siguen desafiando las sanciones anti rusas impuestas por Estados Unidos?
En esos momentos, Brasil se está jugando su porvenir en la más dramática elección presidencial. Pero lo realmente misterioso es que sea quien sea el que gane esta elección presidencial, Lula da Silva o Jair Bolsonaro, Brasil como nación ya se orientó rumbo a un nuevo mundo multipolar y ambos candidatos quieren afianzarse en el BRICS junto a Rusia, China y la India.
Es decir, un mundo en el que Estados Unidos y sus subalternos europeos más Canadá, Japón, Australia, y, al parecer, también Chile, tendrán que resignarse a ser simplemente iguales entre iguales..., iguales de los cuales muchos pueden tener buena memoria y malos recuerdos.
En realidad, en estos momentos son sólo dos los personajes que tienen que ponerle el hombro, el corazón y la inteligencia para hacer bien su tarea de rescatar al mundo en el peor momento de toda la historia de la humanidad.
Joseph Biden y Vladimir Putin.
Si ellos no son capaces de cumplir bien sus tareas, el resultado será mandarnos a todos al infierno. Un infierno que no está en la Biblia ni en la Torah, porque es mentira que Dios lo haya creado. Bueno, también creo que debe ser mentira que Dios se pusiera diabólico forzando al faraón a cometer pecados sólo para hacer gala de su poderío.
No, pues, Dios no es así. El Infierno es una calumnia.
Y, a propósito de calumnias y juicios bíblicos... hay muchos que andan diciendo que la Biblia condena el aborto. También eso es mentira. En la Biblia no se menciona la palabra aborto. Pero, en el Libro del Éxodo, capítulo 21, se cuenta el caso de un par de hombres que se pelearon ferozmente a golpes junto a una mujer embarazada a la que golpearon casualmente, haciéndola perder su bebé, haciéndola abortar.
El juicio sobre ese caso fue que los causantes del aborto tuvieran que compensar con dinero la muerte de la criatura. Pero, si la mujer hubiera muerto, los causantes habrían sido condenados a muerte.
¿Se fija Ud.?, según ese episodio bíblico, la madre vale más que el feto.
Así, pues, gente amiga, tendremos que confiar en que Vladimir Putin y Joseph Biden logren hacer bien su trabajo. Logren entender que no hay guerra de los buenos contra los buenos, ni de los buenos contra los malos, ni de los malos contra los peores.
Tampoco hay una guerra de ciertos ideales ideológicos contra otros ideales ideológicos.
Las ideologías no son más que puntos de vista, intentos más o menos razonables de previsión del futuro y la búsqueda de la felicidad.
Todas las ideologías y todas las utopías terminan volviéndose obsoletas por la imperturbable evolución de la vida, del universo y del espíritu.
Hay peligro, gente amiga. Negarse a la evolución es el peor de todos los peligros.