Editorial| El Hackeo al EMCO y la persistencia de una odiosa doctrina

El hackeo de correos del Estado Mayor Conjunto (EMCO) de las instituciones de la defensa nacional, revelado la semana recién pasada, vino a confirmar la permanencia en las instituciones militares y policiales de prácticas y doctrinas que han causado un profundo daño al Estado y al pueblo chileno.

Por Darío Núñez

Los correos develados por los hackers ponen al descubierto que gran parte de la actividad de la llamada inteligencia y de la logística de esa actividad, está destinada al desarrollo de la guerra interna o, lo que es lo mismo, la guerra contra el propio pueblo chileno.

Las instituciones policiales y militares de nuestro país, así como los actores administrativos desde las esferas de Gobierno (sea ministerio de Interior, ministerio de Defensa, y sus subsecretarías) continúan rigiéndose por la doctrina de seguridad nacional impuesta por el imperialismo estadounidense desde hace décadas en el subcontinente americano.

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Las dictaduras militares que asolaron el continente sudamericano desde los años 70 se impusieron al amparo de esa lógica perversa que considera enemigos a los propios ciudadanos del país. Las matanzas y exterminios llevados a cabo por esas brutales dictaduras -como la de Pinochet en Chile- se sustentaron en esa lógica criminal; no deja de ser pernicioso que a más de 30 años del fin de la dictadura militar chilena, los entes uniformados y policiales, así como las autoridades de Gobierno, sigan aplicando esa doctrina basada en la premisa de que "todos los ciudadanos son culpables ante el Estado mientras no demuestren ser inocentes", cuestión que surgió en el marco de la llamada "Guerra Fría", entre el bloque imperialista de occidente y el bloque socialista del oriente de Europa; escenario bélico ficticio que sucumbió junto con el derrumbe de la URSS y del bloque oriental.

Después de más de 30 años, las instituciones de defensa, policiales, de inteligencia y de Gobierno siguen pegados en la "Guerra Fría" y aferrados a la represión del propio pueblo como principio básico de dominación y protección del poder.

La supuesta actividad de inteligencia no es más que oscuros afanes por controlar y someter a la población para que no se organice, ni se atreva a cuestionar el riguroso sistema de poder que sostiene a los poderosos grupos explotadores y protege a los sirvientes administradores de esos grupos, todos los que -a su vez- se subordinan a los dictados del imperio estadounidense. La propia esencia funcional del Estado Mayor Conjunto (EMCO) apunta prioritariamente en esa dirección, independiente de la utilidad práctica o no, independiente de la eficiencia técnica o no, de esos supuestos trabajos de inteligencia.

Los más de 400.000 correos hackeados demuestran que para los inteligentes funcionarios de inteligencia del EMCO los movimientos sociales, dirigentes sociales, estudiantes organizados, pobladores movilizados, los ciudadanos organizados en ollas comunes durante la pandemia, los movimientos ambientalistas, las actuaciones de artistas, los mapuche, los ciudadanos electos democráticamente para ejercer cargos públicos (pero que no son de la simpatía de los poderosos), todos aquellos que se organicen y movilicen para reclamar y luchar por sus derechos esenciales, son considerados enemigos de la patria, del Estado, del país.

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Así, basados en esa lógica perversa de los inteligentes trabajos del EMCO, resulta fácil entender que el expresidente Piñera se aplicara con tanta devoción y fervor a desatar su guerra contra la población y, en función de ello, destinara enormes recursos económicos del Estado. Los "informes de inteligencia" aseguraban que había motivos de sobra para reprimir a destajo y desarrollar todos los métodos de guerra interna posibles en el territorio nacional. La brutal represión a las manifestaciones del Estallido Social, la criminal ofensiva bélica en los territorios afectados por el conflicto de tierras del pueblo mapuche, que se han traducido en la definición de teatro de operaciones (como la llamada Macrozona Sur), no son más que muestras evidentes y lamentables de esta aberración institucional que aún persiste en el Estado chileno.

Llama la atención que la actividad de inteligencia del EMCO no ponga nunca su atención en investigar el narcotráfico (cuestión que efectivamente ha invadido el territorio nacional provocando plagas sociales y desastres humanos que afectan seriamente la seguridad y la salud de la población chilena). Lo mismo puede decirse del tráfico ilegal de armas y sus derivados.

Asombra la atención que la onerosa actividad de inteligencia del EMCO (porque ¡vaya que se gastan recursos del Estado en esas afiebradas actividades represivas!) no ponga nunca su atención en investigar las colusiones incubadas por los grandes empresarios para afectar los intereses y sobrevivencia de la población.

Igualmente, "la inteligencia" no ve las evasiones y elusiones con que se afectan los intereses del país, ni la corrupción que sacude todas las esferas de la política y la administración, favoreciendo intereses privados empresariales.

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No llama la atención, sin embargo, que la inteligente actividad del EMCO no mencione para nada los fraudes, los desfalcos, los actos de corrupción, que han cometido principalmente altos mandos de las instituciones militares y de los cuerpos policiales; hechos de grave connotación que han sacudido la integridad de las instituciones uniformadas y, de paso, comprometen seriamente la seguridad nacional por lo vulnerable que se tornan esas instituciones.

Tampoco llama la atención que, a poco andar, las autoridades de Gobierno hayan designado a la Justicia Militar para que investigue las filtraciones de correos del EMCO. No llama la atención, pero no por ello puede aceptarse de buenas a primeras tal designación, pues recae en los eventuales autores la investigación del hecho, eso es ser "juez y parte" e, inevitablemente, se traducirá en barrer la basura bajo la alfombra y esparcir un poco de desodorante ambiental para ocultar la podredumbre que invade a esos organismos de inteligencia.

Los hackers, auto identificados como Guacamaya, situados aparentemente en Centro América, revelaron los correos intervenidos de 162 cuentas de funcionarios del EMCO, conteniendo más de 400.000 mensajes, con información acumulada de más de 10 años; si bien el hecho del hackeo fue hecho público el pasado 19 de septiembre, se ha sabido que el EMCO habría conocido de la falla y filtración desde hace ya varios meses.

Los hackers, por su parte, ya han anunciado que revelaran nuevas filtraciones, incluyendo también a otros países del continente.

El Gobierno no debiera desentenderse tal fácilmente de la responsabilidad que les cabe en estos asuntos, sea tanto en la investigación de las filtraciones como en poner término a la vigencia de la podrida doctrina de "seguridad nacional" que impera en las instituciones militares y policiales del país. Aparte de la ridiculez que significa que los organismos de mando y de inteligencia sean tan vulnerables a hackers, el gobierno debe hacerse responsable del uso y mal uso de los recursos del Estado, no podemos seguir gastando dineros del erario nacional en investigar, controlar y reprimir a la propia población, a los ciudadanos comunes de nuestro país. 

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