El oscuro interés de centrar el debate en el origen y no la expansión de los incendios forestales

El falso debate del origen de los focos busca esconder las causas estructurales de la propagación de los incendios forestales.

Las estadísticas de incendios forestales de CONAF a la fecha a nivel nacional indican la ocurrencia de 4.843 incendios esta temporada (2022-2023). Una cifra inferior a los 5.264 de la temporada anterior (2021-2022).

Sin embargo, la cantidad de hectáreas quemadas este periodo 2022-2023 alcanza las 457.954,85 hectáreas, superando por mucho a las 107.097,95 del periodo anterior.

 

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A todas luces, el problema de los incendios forestales este año está dado en el por qué se han extendido tanto y no en por qué han surgido focos. Sin embargo, los medios de comunicación y la clase política, en general, ha centrado la discusión en las causales de los focos, cuando objetivamente esa discusión hoy no es la más relevante.

Se trata de una abierta campaña de desinformación orquestada desde los responsables de los verdaderos problemas estructurales que han permitido la propagación de los incendios forestales: el modelo forestal y la sequía que le acompaña.

Horas de debate y discusión sobre qué porcentaje de los incendios es intencional o no, cuando todos sabemos que cuando nuestros cerros estuvieron poblados de bosque nativo y nuestros campos de vides y de trigo, nunca vivimos estos desastres.

Es necesario plantear que la propagación de incendios forestales se da en el contexto de despoblamiento del campo. La vida humana y de otras especies requiere desarrollarse en un ambiente con alta biodiversidad y eso es precisamente lo que se ha perdido con la expansión de las plantaciones forestales.

Que, por el contrario, en la medida que el modelo forestal se expandía, en la medida que sus plantaciones de pino y eucaliptos secaban nuestras vertientes, esteros, ríos y lagunas, degradando cada vez más el ambiente y nuestros suelos, los incendios comenzaron a ser cada vez más y más dañinos.

Los que hoy rellenan sus noticieros buscando criminalizar a algún tipo de organización o etnia que estaría detrás de la catástrofe que vivimos, solo buscan proteger a los grandes capitales detrás del negocio forestal, que ha sido y es un desastre completo para nuestra zona, no solo para la vida, la biodiversidad y el agua, sino también económica y laboralmente.

 

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Es tan determinante la condición estructural de los incendios, sabiendo la existencia de grandes zonas de monocultivo forestal, bastaría con reconocer las condiciones meteorológicas o atmosféricas favorables para anticipar la multiplicación de focos, incendios o la reactivación, como expansión de otros ya existentes. Ya ha sido así con las respectivas olas de calor, lo que quedó de manifiesto con el anuncio de la ministra Tohá y la activación de botones rojos en 50 comunas del país para este domingo.

La condición de más de 30 grados temperatura, menos de 30% de humedad y 30 kilómetros de velocidad del viento, como certeza de inicio de grandes incendios forestales, está sobre la base de las condiciones objetivas que posee el monocultivo forestal para propiciar condiciones para la expansión del fuego.

Las plantaciones forestales son sinónimo de pobreza y devastación. Se debe avanzar decidida y rápidamente en un modelo de planificación territorial, que profundice en la sustitución de esta industria nociva, causante de catástrofes, en pos de un nuevo modelo productivo, ecológicamente sustentable y socialmente equitativo. El modelo forestal solo engorda las billeteras de unos pocos grupos económicos, mientras todos los demás habitantes de estos territorios debemos sufrir las desgracias de su avaricia.

 

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