Javier Milei y el mito de la Argentina como ex potencia mundial

Por Andrés Kogan Valderrama*

A meses de la elección presidencial en Argentina, el futuro de aquel país, al igual como ha pasado en distintos lugares del mundo, se encuentra amenazado por candidatos de una nueva derecha reaccionaria y negacionista, que con tal de ser elegidos son capaces de decir cualquier cosa para atraer la atención.

Es el caso del economista y diputado nacional Javier Milei, quien se hiciera conocido por sus apariciones estridentes, lleno de gritos e insultos en los grandes medios de información de Argentina, quien con el paso del tiempo ha buscado reinstalar ciertas ideas del mundo conservador que parecían ser obsoletas, al no tener ningún tipo de respaldo empírico.

Me refiero a la idea de que Argentina fue en algún momento de su historia una gran potencia mundial y de los países más envidiados del planeta, por lo que se debiera intentar volver a ese pasado glorioso que ha sido destruido supuestamente por una casta política corrupta durante los últimos 100 años, como se señala en el primer spot de campaña de Javier Milei.

De ahí que dicha afirmación sea constantemente repetida una y otra vez por Milei en los programas que se le ha invitado, a propósito de que Argentina durante 1895 fue el país con el PBI per cápita más alto del mundo, pero eso no lo convirtió en absoluto en haber sido una potencia mundial o algo parecido, lo que es simplemente mentir descaradamente con tal de ganar más adherentes y sacar más votos, cayendo en las mismas prácticas que el mismo critica.

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Lo señalo ya que Argentina jamás pudo ser una potencia mundial en ese período, por carecer completamente de un desarrollo industrial, científico, tecnológico y armamentista, a diferencia de las potencias de la época, que tenían un peso muy distinto en esos ámbitos, lo que es fácilmente demostrable por los datos existentes.

En otras palabras, Argentina podrá haber sido conocido como el mayor granero del mundo, como consecuencia por lo demás del robo de enormes superficies de tierras y del genocidio de pueblos indígenas, a través de la llamada campaña del desierto, pero su matriz económica fue siempre de carácter extractivista y sometida a los grandes imperios, como Inglaterra, el cual impuso su dominio en el mundo por medio del colonialismo y de las llamadas ventajas comparativas.

En consecuencia, si bien Argentina era un agroexportador bastante grande, era completamente subordinado y dependiente a los precios de las materias primas a nivel internacional, lo que justamente explica el impacto que tuvo en el país las grandes crisis del capitalismo a nivel global, quedando en evidencia su vulnerabilidad económica y su carácter periférico.

Por supuesto que para Milei, al estar atado a una mirada doctrinaria fundamentalista, Argentina fue grande en aquel tiempo por tener una economía abierta y un Estado sin injerencia, pero la realidad es que todos aquellos países que se convirtieron en potencia, tuvieron políticas fuertemente proteccionistas y nacionalistas a nivel económico desde el Estado que tanto desprecia, además de tener un fuerte desarrollo en sus instituciones democráticas.

Argentina en cambio, en esa época era dominado por una casta política ultraconservadora, autoritaria y centralista desde Buenos Aires, no existiendo derechos laborales, sociales ni nada comparable a los países centrales, en donde el liberalismo sí se pudo desarrollar institucionalmente, lo que alguien como Milei omite abiertamente y de manera malintencionada para instalar un mito.

Además, Argentina, a diferencia de las verdaderas potencias, siempre tuvo mucha deuda externa, lo que la volvía mucho más dependiente y menos autónoma que los países más industrializados, lo que se sigue reproduciendo hasta el día de hoy y que ha imposibilitado cualquier intento de acercarse a los países con mayor nivel de desarrollo que tanto admira.

Asimismo, ese alto que destaca y alaba Milei, esconde la enorme concentración de la riqueza y de las tierras en Argentina en ese momento, que era mucho mayor que potencias como Inglaterra, Alemania, Francia y el propio Estados Unidos, lo que precisamente frenaba la posibilidad de pensar en políticas industriales, ante el inmenso poder de un ínfimo grupo que controlaba el sector agroexportador.

Quizás todo lo dicho anteriormente, puede ser una obviedad para quienes han estudiado el caso argentino, pero lamentablemente no lo es para los grandes medios de información que le siguen dando espacio a discursos sin base ni sustento empírico y que sólo reflejan el peligroso momento que vive la democracia en Argentina, con personajes que parecían una caricatura y un meme de ultraderecha hace algunos años, pero que ahora perfectamente puede convertirse en el nuevo presidente de aquel país. .

Por lo mismo, hay que tomar en serio su discurso y articularse para enfrentarlo, el que no sólo afirma mitos como el que Argentina fue alguna vez una potencia mundial, sino su explícito negacionismo de las violaciones a los derechos humanos en la dictadura militar, de la crisis climática y hasta de la importancia de las vacunas, lo que lo vuelve una amenaza que debe ser frenada democráticamente.

Finalmente, su admiración a la Argentina de 1895, esconde su profundo desprecio por los derechos de las mujeres, disidencias, pueblos indígenas, trabajadores, la Naturaleza y su admiración a una casta empresarial clasista, machista, racista y extractivista que pareciera querer revivir, de manera parecida a lo que plantea Trump (Make America Great Again), solo que Argentina, a diferencia de Estados Unidos, nunca ha sido esa gran potencia capitalista que Milei de manera delirante busca hacer creer.

*Integrante de Comité Científico de Revista Iberoamérica Social, Miembro del Movimiento al Buen Vivir Global https://buenvivir.global/, Director del Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org

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